280 REPERTORIO AMERICANO No encuentro en la literatura de América, Gabriela Mistral Por JULIETA CARRERA Envio de Félix Lisazo. La Habana. Abril del 36.
Esta mujer, parece que se regodea en el dolor y se fortifica con la proximidad de la muerte, a cuyo contacto la sombra metafísica le va ganando el corazón solitario, hasta que en el Nocturno expresa trágicamente el abandono desesperanzado, y en los sonetos a Cristo, vierte en el rudo metal de la lengua cotidiana, a grandes chorros, un sentimiento que es todo esplendor. la prosa de Gabriela. Qué es esta prosa, tan cálida y entrañable, y de tan profunda esencia tradicional? No es la suya una prosa cuidada y académica, vertida en estrechos cauces, sino una prosa que discurre a trompezones, con un deliberado y gozoso jadear, como en las fuentes que le sirvieran de modelo. Tagore, con su expresión suelta y su desparpajo de niño, y Marti, cuya lengua vivaz, rica y fluyente, ha elogiado Gabriela, en un ensayo de arrebatado entusiasmo, forman la levadura en que fermenta su prosa. Martí, especialmente, cuyo influjo en Gabriela es comparable al del Antiguo Testamento, nutre con su holgura de expresión, el torrente caudaloso de su habla.
El habla de Gabriela porque la prosa es sólo un hablar perdurable, se echa a discurrir, América arriba o abajo, y en el solar del indio, cuyo patrón de belleza avizora, o en el solar del criollo, cuya unidad busca para librarla de topes, corre, espoleada de urgencias ideales, hasta dar con el aire americano, en un impetu refrenado, o en un vuelo que atempera la meditativa reciedumbre.
Acaso no son originales las doctrinas expuestas por Gabriela, pero la trabazón del conjunto, el andar anchuroso, la imagen cernida de la entraña del trópico, son elementos propios y y estimables de nuestra gran poetisa y prosadora. nuestra por el ideario y la embriaguez de América que la posee.
La Mistral. cuyo tamaño no está en la lengua que emplea, sino en lo que le sale del propio corazón, es decir, en el sentimiento infinito y en la fuerza suprema de su sercuando escribe, no mira los pormenores ni se para en los detalles; la altura a que la lleva su vuelo no le permite la visión de lo peGabriela Mistral (1931)
raza que la produjo, que Gabriela Mistral.
En esta mujer se han resumido todas las caracteristicas de reciedumbre y duro jadeo de los antiguos araucanos, y toda la imponencia de un paisaje desolado y fiero. Las estribaciones andinas arrancando de los páramos salitrosos, parecen haber sido la nodriza de un lirismo que ros sacude con una dulce y aspera emoción.
Sin el amparo de la suerte, desheredada de la fortuna, hundida en misma en un apartado pueblecito de Chile, con el único amor de su existencia tronchado por la muerte, Gabriela Mistral no fué favorecida como mujer. Durante largos años de soledad no tuvo más amigo que la Biblia, ni mayor compania que los niños. El influjo del niño es fácilmente reconocible en su labor.
Las más viejas palabras suenan como recién acuñadas en su verso. Es su contacto con la infancia el que le dota de sencillez, caloriza su emoción, y hace que su palabra se nos meta muy adentro de los redaños del alma.
Su poesia desmelenada se entrega a caño abierto, viniendo a ser el desbordamiento lirico de un temperamento reflexivo, que no pudo contentarse con la pérdida de su felicidad, y buscó en la poesia la válvula de escape a su angustia espiritual, a su insatisfacción física, sublimada y vuelta una interrogación a las tinieblas. Desolación. su unico libro publicado, es un libro de dolor. Mas no es el suyo, ni lo fue nunca en ningún gran poeta, el dolor miserable de la pena cuotidiana, sino el dolor ennoblecido ante el derrumbe de las cosas esenciales. El amado que se fué de la vida trizándose las sienes con un pistoletazo, no hizo sino abrirle el canal de poesia. El no tiene más importancia para su vida ulterior, que el de indicarle que la hora ardida del sufrimiento había llegado. Le dió la ocasión de amar y de sufrir, y su papel no va más lejos.
De ahí en adelante, Gabriela Mistral, se arroja en el crisol humano, y el amor, un amor hacia todas las cosas, amor cargado de una extraña sabiduría de adivinación, arde en cada palabra e inflama cada movimiento de su ser.
La tragedia de su vida, lejos de obscurecer el valor intrinsico de su obra, contribuye a magnificarla, dotándola de un estremecimiento de áspera ternura. En Gabriela Mistral ha madurado plenamente la mujer. Mejor que eso; la madre que toda mujer lleva en lo profundo, está emergiendo en plenitud de sus estrofas, limpias de trapos retoricos, liberadas de todo lo que no sea potencia creadora, ricas en trance intuitivo, escurriendo lo sustancial de las fuerzas primigenias de la vida.
Para que una literatura se desasfixie y se conmueva, debe ser vitalista, debe ser requerida por la más honda ansiedad humana. Las escuelas literarias perecen porque se vinculan a las modas, unilaterizándose, viviendo tan sólo del instante, de lo transitorio. Eso no pasa con Gabriela. Su lirismo, que no es sólo trágico ni emocional, sino reflexivo, en notoria actitud de espera ante el abismo de la noche, puede no estar de moda, pero es perdurable, debido a que interpreta el sentido incesante de la vida, en una sobria instrumentación ecuménica.
Si en Gabriela admiramos sentimiento maternal entregado a borbotones, hasta un punto que pasma, las mujeres nos sentimos como carne de su carne, porque ésta que en produce la realidad no ha sido madre, lo es voluntaria y gozosamente, en una mayor medida que lo común de los mortales. Su poesia es en el fondo un comentario a la vida intima que la De buscarle comparaciones, ninguna hariase tan oportunamente como con Ada Negri. Ambas mujeres ofrecen en un estilo natural y espontáneo, las expresiones de un amor total, omnipoderoso; amor que en la italiana y en la chilena, es huracán y plegaria, grito inflamado de angustia, alarido profundo, afligente, comunicativo, que va más allá de lo perecedero, y como en una obsesión, implora por el amado, para ambas desaparecido trágicamente. Maternidad y El libro de Mara de la Negri, han tenido, por decirlo así, un paragoge americano en algunos de los mejores poemas de Gabriela.
quero Tintorería GADI de VICTOR CORDERO Situada en el costado norte del Parque Central. Bajos del Teatro Raventos no se preocupe EL BRILLO BLANCO DE LA RINTORERIA Gādī Los limpiará Estos saltos, propios de los poetas muy hondos o de las mujeres muy madres, hacen de Gabriela, una peregrina perpetua de la fe ſe en lo mejor, en lo más cristalino, en lo más limpio, en lo más ble de la vida Si no es sereno su aspecto. a pesar de la aparente y bien regida calma tal vez provenga del dolor que quiere dominarse; dolor que en Gabriela no se expresa en sentimentalismos ni en lágrimas, sino en una dulce, clara, entrañable y áspera firmeza. Aspera, sí. adrede he repetido la adjetivación como esas cortezas duras que sirven para resguardar los frutos más dulces.
En síntesis, para mi la obra de Gabriela Mistral, constituye el mayor esfuerzo lírico de América, y de fijo, uno de los más nobles en lengua castellana. Creo, en realidad, que ni en España ni en la América Indohispana, se ha escrito obra de más elevación, de más fecundo y ostensible limo. Gabriela, no es ya la mujer que habla de deseo insatisfecho y de feminidad atormentada, sino la criatura sin nombre. que en pávida y gozosa inquietud invoca al Innombrado. Por eso lo más diáfano y hermoso de su obra, no es ya sino confidencia intima del ser que sufre con su creador, pleitesia del alma ante la cosa formidable sin número ni nombre!
Habana, 1936.
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