916 REPERTORIO AMERICANO Crónica literaria Por ALONE De La Nación, Santiago de Chile, febrero, 1986 La Serpiente de Oro, novela, por Giro Alegria Premio Nascimento Después de las grandes y célebres novelas Don Segundo Sombra. La Vorágine. Dona Bárbara. las dos primeras muy sobreestimadas, la última digna todavia de mayores elogios, han empezado a multiplicarse los cuadros y las narraciones que aspiran a representar, en escenarios vastos, la vida de las selvas, los misterios del trópico y el corazón de la naturaleza americana.
Tenemos aqui, sin ir más lejos, tres obras que pueden colocarse dentro de esa linea. El Valle del Sol por Dyomedes de Perey Alubión de Fuego por Oscar Cerruto y esta Serpiente de Oro que acaba de publicar Ciro Alegria, ria, tres libros editados en Chile y cuyos autores no son chilenos, ra, Salen mal Ciro Alegria El joven peruano, muy joven, según nuestras noticias, y aprista desterrado, que obtuvo el premio de la Casa Nascimento, merece entre todos un sitio de preferencia.
Posee una cualidad preciosa en estas considerables máquinas descriptivas: la admirable livianura. Ciro Alegria no pesa. Muy consistente, apretado de hechos caracteristicos, lleno de color local hasta en la jerga de los diálogos, se hace leer, no obstante, con rápida facilidad, con un agrado continuo, insensible y sonriente Esto es raro. Por lo general los escritores americanos, sea voluntaria o involuntariamente, nos echan encima montañas difíciles de llevar, postergando el espiritu que organiza y pone en movimiento la existencia Ciro Alegria atiende a todo. en primer lugar, a lo primero: el alma. Sus árboles no impiden ver el bosque, su muchedumbre permite distinguir la fisonomia de cada personaje. De sensibilidad e imaginación modernas, librase maravillosamente del matorral en que otros a menudo nos confunden, y su estilo marcha desembarazadamente, con elástico vigor juvenil, a través de una composición sencilla, coherente, bien proporcionada.
El tema es la vida de unos cuantos balseadores semi indigenas a las orillas del gantesco Marañón, especie de divinidad salvaje cuyas ondas espesas y calidas arrastran el destino de los hombres, dándoles el sustento y la muerte. No hay propiamente intriga, desarrollo de historia, sino muchos episodios sucesivos que desfilan por el mismo las márgenes del rio, en esa tierra opulenta cuya fuerza benigna o mortifera va cobrando tanta personalidad como la del grupo humano que con ella lucha. El nervio intimo y culto que mantiene el interés lo constituye, a nuestro juicio, el amor de Ciro Alegria por el valle de su nacimiento.
Para pintarlo, halla palabras de una sensualidad sabrosa, fresca. Aqui es bello existir dice, pag. 11 Hasta la muerte alienta la vida. En el panteón, que se recuesta tras una loma, desde la cual una iglesia el valle con el ojo único de su campanario albo, las cruces no quieren ni extender los brazos en medio de una voluptuosa laxitud. Están sombradas de naranjos que producen los frutos más dulces. La tierra se solaza dando frutos y es una fiesta de color, la naturaleza en todas las gradaciones del verde lozano, contrastando con el rojo vivo de las peñas ariscas y el azul y el blanco lechoso de las piedras y arena de las playas. Este amor, esta compenetración con la naturaleza ambiente, al mismo tiempo que un elemento de vigor y triunfo, envuelve un gran peligro si no lo equilibra el conoclvista de su hermano, cogido de la bolsa, 50bre las ondas espesas. Esas mismas ondas habian transportado a los hermanos, rio abajo, hacia una fiesta que es uno de los grandes espectáculos del libro: ampliamente des.
crita, con malicis y vigor, nos muestra el singular caracter de aquella gente, de un salvajismo dulce, de un comedimiento que resulta gracioso la borrachera. Matan, llegado el caso: pero antes agotan zona miento, esperan que las circunstancias los obliguen ineludiblemente. Comparese la actitud de los festejantes ante el atropello de los guardias, con la que en análoga ocasión habrian observado campesinos nuestros y no podrá apreciar la diferencia de carácter entre dos razas indígenas. Igual cosa sucede con el episodio del cura ladrón parados los curitas peruanos bailan, bebet, tienen hijos de varios mujeres y hasta len provocar dramas terribles con sus amorios. Traicionando uno de ellos a su barrogana, enredase con una india buena moza.
medio bruja, por añadidura. Asi las cosas, un dia la buena moza mata un cerdo y el hijo del curs va a pedirle chicharrones. Demiusté unito ruega, con esa manera que tienen Nuay, nuay. contesta ella, pero el chico insiste y al fin se los da. Se los come y luego va por alli y se harta de púrpuros verdes. El resultado es un cólico, del que muere rápidamente. Entonces la madre ajo cha al cura, dale y dale y lo convence.
el cura, en dia domingo y después de misi.
dice al pueblo que hay que quemar a la bruja, a la que ya habia hecho apresar por el Gobernador. Todo el el pueblo va al campo y trae leña y en la misma plaza se arma un gan pira. Están allí hasta las mujeres y los niños y es sacada la pobre mujer, que se desespera y jura que no lo hizo con mala mntención, y amarrada sobre el montón gigantesco de leña. Fuego por los cuatro costads y ya tienen ustedes las llamas voraces avanzando hacia la infeliz que se retuerce en me dio como una culebra, gritando que la saquen por el amor de Dios. Pero los indios en lugar de sacarla, se arman de garroles para acabar con ellasi es que logra soltarse. No imaginó cuadro más horrendo la gedia antigua! está contado asi, al correr de la pluma, economizando detalles, como quien tiene prisa y abun sta sensaeión de riqueza bien distribuy pecie de humorismo superior, que planea aún sobre la sangre y las llamas, son dos notas tipicas de Ciro Alegría. No se abanderiza, no ataca describe, narra, expone. el lector se convence de que está diciendo la verdad, de que asi han sucedido y sucederán las cosas Otra vez le toca al Cura huir del pueblo. Ha robado muchas misas, se ha tragado todo el vino litúrgico y, esa mañana, consagro em una mezcla de aloja y juerte. El pueblo se le presenta y es preciso leer el interrogatorio, esas preguntas que van estrechándolo, las respuestas del bribón y su apelación ultima al juicio divino. Escapa. Sus perseguidores vuelven desalentados; porque, a medio camino, el Cura les mened bala y tuvieron que desistirse La misma pluma irónica o trágica se sunviza, se vuelve ágil y juguetona para hablarnos de un idilio en un baile, de un rapto en complicidad con el rio y de los amores felices que tiene el balseador con la Lucinda. Qué libertad graciosa y primitiva. Cuando llegó la fiesta de la Virgen del Perpetuo Socorro de Calemar, se casaron valle, junto miento de los seres y la habilidad para hacerlos resaltar dentro de la selva invasora.
El paisaje exótico tiene, sin duda, la virtud de atraer nuestra curiosidad, pero hasta ciertos limites y siempre que sirvan de marco a la comedia humana.
Es asi como Ciro Alegria lo concibe.
Los balseadores viven de pasar gente a uno y otro lado. Pasan toda clase de individuos.
Un din un joven ingeniero lleno de ilusiones.
métodos y planes que, en la primera parte, eruza hacia la conquista del oro y de las minas reprochando a los nativos su indolencia y su con soporifica, mientras los viejos sonrien y le aconsejan cuidarse. En la parte segunda, hacia el final, regresa el mozo, apoTreado, casi desnudo, mascando coca para mantenerse, aunque todavia esperanzado en explotar las arenas auriferas que hacen de aquellas aguas una serpiente de oro Bafase desnudo bajo árboles y se tiende a dormir. Lo despierta un chicotazo, ve huir una delgada cinta antarilla y sus guias lo miran perecer en pocos minutos, vietima de la vibora, la serpiente de oro.
Caso simbólico y ejemplar el de Osvaldo Martinez de Calderón. Otro dia llegan dos hombres enfermos, los utosos. en demanda de una fuente curativa, ellende el río. Son dos condenados bíblicos hinchados. tumefactos, que apenas se mueven. Los mismos viejos bondadosos que aconsejaron al joven ingeniero, los reciben, les dan hospedaje, les prestan auxilio. Uno cae muerto al embarcarse.
Su acompañante asiste a sus funerales, según el rito local, con antiguas solemnidades rusticas, y renunciando al vidje, regresa a morirse en su tierra Los balseadores siguen pasando tente de una a otra ribera.
También a ellos el rio los acecha. Al más joven.
al más fuerte, el Roge. un muchacho fornido que cruzaba las aguas a nado el Marañón le tiende un lazo, lo golpea contra las piedras y se lo traga, finalmente, a la na mira