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84 REPERTORIO AMERICANO LATITUD ECUATORIAL Desde el Guayas al Chimborazo a que más baciones la sombra del dar un Por AMANDA LABARCA Envio de la autora. Ciudad de Panamá, ulio de 1936 (Para mis amigos de los Lunes)
El Guayas.
hacia ella simpatía y admiración. Donosa, todavia joven, de elegancia sencilla, no habria Sobre el potente flujo de la marea ascien necesitado ni talento ni dedicación, ni esfuerde el barco el estuario del Guayas, rumbo a zos, para ocupar sitio prominente dentro de la ciudad de Guayaquil. La mañana es toda su sociedad. Le habria bastado existir.
si vía niña: viste de azul y sonríe con su cara Sin embargo, trabaja como la recién lavada por la lluvia de la noche anPara el arte, el feminismo, la acción social, terior. El barco, el rio, sembrado de plantas para su hogar y su familia, para todo halla acuáticas, las riberas verdes, los bananos a momento adecudo. Es conservadora, pero sin la distancia, construyen una magnífica, opu incomprensiones, intolerancias ni fanatismo.
lenta y policroma decoración teatral del tró Aspira unir a todas las mujeres del conpico, a la moda cinesca. José Eustasio Ri tinente en una gran cruzada de fraternidad vera y después los autores contemporáneos y no la arredran las dificultades. Si sobresaque nos han descrito el embrujo infernal de lir en un medio propicio es ya ejecutoria vala selva, y mis escasas experiencias en la zoliosa, dedicarse al cultivo de la belleza, de na tórrida, todo me hace recelar de esta ce la bondad inteligente, de la fraternidad hucoración. Bajo las plantas acuáticas imagino mana amplia, es muchísimo más meritorio en a los caimanes acecha acechantes; a la ambientes que escatimaron las recompensas banano, los alacranes, las serpientes, los in.
y no comprenden el significado de estas sectos carniceros. Hermosísimo el trópico paofrendas vitales.
ra mirarlo. Otra cosa es vivir en él.
Recordaba, escuchándola, un párrafo qu: Según nos aproximamos a la ciudad, van me impresionó de modo inolvidable cuando lei las Vidas Paralelas de Plutarco.
emergiendo a la orilla misma del río, chozas Refe de cañas, levantadas sobre pilotes, ligeros ria los consejos que varias personas le diemuelles de atraque para las barcazas que ran para trasladarse desde la pequeña isla traen las piñas, arroz, los apretados raci.
donde vivia a Roma. Alli, le aseguraban, enmos de bananos y la madera de balsa, tan contraria muchísimas informaciones sobre codiciada por su livianura. Se introducen en sus personajes, documentación oral y escrita el agua uno que otro astillero, y después abundante, y la compañía de gentes que saaparecen los edificios de mampostería de la brian apreciar en su integro valor su obra.
moderna Guayaquil. confiesa Plutarco que muchas veces estuvo tentado a aceptar el consejo. Le había detenido la reflexión de que siendo tan pequeEn la tarde de un sábado. na la isla donde vivía, si la abandonara, la dejaría aún más pequeña.
Cada cual cuenta de la feria como le va Guayaquil sería, sin duda, menos grande en ella. afirma el adagio Otros dirán que si la señora Borja de Icaza no lo enriquecieGuayaquil es el emporio del cacao el grara con el don de su vida.
no de oro como lo califican con razón los mercaderes; que la industria de los sombreros de toquilla ha dado fama mundial a los Camino de la sierra.
de Montecristi por su delicadeza sin par, que el azúcar, el arroz, el banano y el café se Hay que cruzar el Guayas y navegarlo por exportan así mismo en gran abundancia. Yo lo menos una media hora para tomar el tren sólo diré algo de la vida intelectual de la de Quito. Sale de madrugada, porque ha de ciudad.
caminar todo el dia. En esas orillas bajas y Al arribo, una delegación viene a saludar pantanosas, caldea el sol y el aire se siemnos. Nos invitan a la presentación de alum bra de mosquitos. Mientras que esperamos nas del Conservatorio de Música que esa tar la partida, nos defendemos más mal que bien de tiene lugar. El ambiente porteño nos de sus aguijones. La estación es pobrísima; aseguran no es propicio a las expansiones el tren, primitivo Y, sin embargo, por aquí culturales, pero de todos modos el entusias ha salido al mundo la riqueza fabulosa del mo de algunos suple la indiferencia de los grano de oro. Es la zona del cacao, que transmás.
formó cada terrateniente en un millonario Henos, pues, introducidos inmediatamente a Hasta no hace mucho, todos vivieron y mulos medios estudiantiles que nos son famirieron en París, del producto de sus mieses liares. El nerviosismo de los muchachos, las Succionaron la riqueza del terruño sin darle idas y venidas detrás de bastidores, la simunada en cambio. Alimentaron con su fortulada calma de los maestros, es igual aqui cona las ciencias, las artes y aun el vicio cosmo en Santiago. La música. cuántas veces mientras ellos aspira in los perno la hemos escuchado, aun con los mismos fumes de una vida ultra civilizada, el peón acentos?
cobrizo o negro continuaba como hacia siUna conferencia solemniza el acto. La sus glos: paludico, ignorante y misero. Sus aldeas tenta una dama: doña Rosa Borja de Icaza de caña, apenas embarrada, no tienen signo Carbo, autora de obras teatrales que hn da de civilización moderna.
Coincidiendo con la crisis económica, apala vuelta al continente, ensayista, escri.
do tora estudiosa, impulsadora de la acción so reció en estos plantios una peste ignorada cial y filantrópica de sus coterráneas, esposa que arrasó materialmente con cada planta del actual Gobernador de la Provincia del de cacao. Se derrumbó como castillo de naiGuayas y madre de varios hijos.
pes la riqueza de muchos. Otros hubieron de Mientras la escuchamos, sentimos crecer regresar apresuradamente a las haciendas que sus hijos no conocían. El control de cambios, les retuvo en el país. Tratan de defenderse ahora del comunismo, cerrando el puerto a todo individuo sospechoso. Pero. cómo impedirán que la prensa, el libro, la radio y el cine no porten el el contagio? cómo van a impedir que el bacilo no prospere en este medio que ellos mismos han preparado durante generaciones con su negligencia, su ausentismo y su qué me importa?
Atraviesa la línea férrea primero campos bajos, verdegueantes, sobre los que pasean airosas y meditabundas las las garzas imperiales, después ingenios de caña de azúcar, de arroz plantaciones de bananos. Arde el aire y parece que toda ropa holgara. Después, enfila el tren por retazos de selva compacta en que las hierbas, los árboles, las enredaderas y los parásitos se apretujan como si todas quisieran y no lograran impedir el paso a las demás; explosion de savia, fecundidad incesante; la lluvia que se desata de pronto, y calor, calor, calor.
En el filo de la tarde, las primeras estride los Andes se oponen a la línea férrea, y ésta comienza el ascenso, Jadea la locomotora; se estaciona a menudo pidiendo agua para sus calderas, y de pronto como si cobrase brios se lanza flancos arriba, audaz, aquilinamente. Cada zigzag de la ascensión nos aporta un soplo más refrescante.
El descenso de la temperatura es sensible minuto a minuto, tan rápida es la subida. las tres, nos encontramos en plena meseta andina y cuando salgo a la estación para anpoco, el hálito del dia es sutil, penetrante, helado.
El paisaje ha cambiado también. En las ondulaciones de la sierra todo matiz de verde, de amarillo y de ocre luce un retazo refulgente. Cultivada por una raza aborigen milenariamente agricultora, no hay porción de gleba, aun en las empinadas faldas de los volcanes, que no se halle sembrada o en barbecho. Se divisan a la vez todas las etapas del crecimiento, como si no importara la estación. Todo tiempo sirve para arar, sembrar y cosechar. Hora bona faciendi est, parece decir la naturaleza en esas regiones altas del Ecuador. Toda hora es buena para trabajar. el indio lo siente en la sangre. No necesita del acicate de nadie para subir de mañanita al monte a limpiar su avena o sembrar el maiz.
Continúa el convoy, rampando por sobre el macizo andino, y cerca de la caída de la tarde, nos saluda ei Chimborazo. Ha descubierto su alta frente nevada, y en la limpieza del azul refulge como un inmenso brillante. Sereno, majestuoso y próximo. Se le divisa tan cerca que parece invitarnos a ascender por sus cónicos flancos. Entre sus nieves eternas y la altiplanicie verde, no hay linea de separación. La montaña en estas latitudes se cubre de verdura, mientras no se empina para tocarse de nieve.
Estamos en el corazón de la sierra, a más de 000 metros de altura. El Chimborazo a un lado, más allá el Tungurahua y lejos el Altar. Crestas portentosamente bellas, aire de una limpieza tal que borra las distancias, frio de nieve y de altura que se entra por los pulmones y canta en el corazón el mensaje de otra clase de vida humana, de infinita pureza, vida cum! que quien sa be si nunca ha sido vivida. con esta canción en el alma, terminamos la primera etapa del viaje, mopolita; y