996 REPERTORIO AMERICANO Garcia Lorca, gracia y Muerte Por JUAN MARINELLO Envio del autor: Mexico. noviembre de 1936 lógica de lors con Federico Garcia Lorca Una bala fascista, de las muchas que se disparan hoy al corazón de España, lenciado para siempre la cabeza milagrosa de Federico Garcia Lorca. Ya se ha dicho lo que nos ha quitado, al asesinario, la furia cavernaria. En todos los pechos honzados, ha erguido una ira dolorosa; en les pupi las limpias ha aparecido el poeta quieto, sangrante, rigido amortajado por su Cri nada entrañable.
Mi dolor, mi creciente indignación ante el hecho monstruoso, no ha podido borrarme la imagen vívida del poeta. Para mi Federico García Lorca no entrará jamás en la som bra. Yo no puedo recordarlo revivirinino en sus dias radiantes de La Habana, en el triunfo indefretible de su gracia. Cuando nog abrazamos largo y fuerte en el muelle habanero lo di por perdido, por acabado en aquella su presencia numerosa, cilida y ri.
ca. Federico quedaba en el barco que lo de volvia a la ausencia, todavia cercano a nuestra tacto, hijo de nuestros ojos, pero ya un recuerdo presente. Imaginar su vuelta, su cercanía, su cambio, hubiera sido tradicionar el recuerdo y romper aquella peregrina unidad que nos lo habia entregado como un momento lúcido de nuestra juventud ansiosa Faderico Garcia Lorca se nos dio en La Habana en toda su medida. Yo he tenido siempre la sospecha de que sólo los cubanos le vieron ai poeta el tamaño entero.
Llegaba en un instante radioso. Su jinentud tocaba un momento cargado de antici pada madurez; sus tentáculos liricos se mo.
vian desveladog en una firme agilidad bus.
cadora de sendes y laberintos. Toda la vita lidad ngenua y sabia del hombre y del poeta se derramaba desesperadamente sobre el criollo. Cuba era para su sed como ing AIL dalucia desgarrada y gritadora, como si nifiez, encontrada al fin. Cuba excitaba su potencia y se gozaba en agotarla. El ritmo gitano de su sangre se trenzaba en el ga lope de la sangre negra. El cante jordogran pasión suya se adormia en los valve.
nes del son afrocriollo: renacimiento en si mismo lo situó definitiva mente. Por ello, quedó distante, extranjero, a muchos ojos cubanos enturbiados de loc lismo y a muchos ánimos moldeados, esclavizados por in atmosfera isleña. Dran.
precisamente, ánimos y ojos que formaban el conjunto, distinto, agresivo, que exalto y reveló al poeta. Los que estaban en ui es.
piritu y en la circunstancia del artista, los que entendian su aliento tradicional y te conocian de antes la entraña inquieta de mie dos y presagios: los que median la obra del medio sobre la voz del poeta y el pulso del hombre, gozaron un espectáculo impar. luz de aquella gracia nos vedo de una vez ésta sombra de ahora. No podemos imaginar al poeta destigurado, manchado por la muerta Garcia Lorca nos enseñó la gracia de la Muerte, nogenseno a ver la Merte sus Muertes como compañeras de sends y lab rinto como deidades familiares cordnadas de pampanos sangrientos, como Tectoras lejanas de toda adivinación lirica.
La gracia de la Vida es en Garcia Lorek ciencia de la Muerte. Sin el guiño afilado de la herida mortal no puede entenderse in poesia garcinlorquiana. Es como el fondo animador de sus poemas, como la ganga invisible que los empina y sustenta. La gran fuerza lirica del cantor granadino infundió alma a varios modos de Muerte, a varias Muertes, hermanas rencorosas, hecho de una misma sustancia desolada y tiranica Detras de sus héroes populares, de su multitud supersticiosa y desoreida, sigilosa y pinturera, atisbn uni Muerte cariciosa y falaz, elegante y ambigua Brillan sus ojos en la carabina de sus contrabandistas, en los punales de sus conjurados, en las calaveras de plomo de sus guardias civiles, en los senos sangrientos de Olalla, en la herida dal bandolero que, desangrándose, sube a besar la Hija da compadre bronco, en el perrinu.
mismático de Antoñito El Camborio Hay stras Muertos en los versos de Garola Lorca. Hay la Muerte sabia, solemne, aristocrática, del catolicismo español la Muer.
te de latino tétricos que se adelanta a la esperanza y se refugia en retóricas escotas ticas en deliquios místicos: la Muerte teode la Oda at Santisimo Sacramento Ambng Muertes, la mund mundana y la religioautta la popular y la que los hombres y la que juzga el llanto de los hombras se fundin en el españolismo universal y profundo de Garcia Lorca. Dahi su fuerza. De ahí aquella calidad firme en lo popular y aquella gracia de entendimien.
to en lo erudito. De ahi aquel juego de audacia con lo humano y lo divino. Recuerdo muy vivamente una noche habanera eu que hablabamos amos sobre este juego magistral, Re.
conoció conmigo el poeta que habla un mo.
do español de ver la vida que arrancaba de modo peculiar de entender, de sentir 10 Muert? De enio viene, decia, que gentes de otros climas, de otras razas, para los que la Muerte es cosa sin tragedia ni dimensión, no penetren jamás lo más hondo y singular de la lirica española de todos los tiempos.
Porqu, mis versos, agregaba, no son otra cosa, lo mismo en lo popular que en lo rell gioso, que la continuación de un camino que viene ardándose hace siglos. Cada hombre, terminaba y ahora me es como nunca preciso su gesto amplio y excesivo tiene un modo de ser hombre, malo o bueno. El que rompe ese modo, que le viene en la san.
gre, un descastado. Por eso y desprecio decisivamente a Eugenio Ors.
No hace mucho lo encontre en Madrid. Al sa rudarle, le pregunté, según lo usual, por su salud. Me contesto con los labios apretados.
y Federico remedaba el hablar orsiano. que sentia cierto malestar porque en aquella misma mañana habia ulo a sua dre. Quien asi entiende la Muerte, ce Traba el poeta, ni entiende a Espanu, ni a lo que no es España.
Ahora, las Muertes rectoras de su obra velun la cabeza del poeta, muda y destroza.
da por la insania fasciata. Para mi sigue vivo, defendido en su Gracia. Un dia leo!
decir: Jo no soy un poeta ni un hombre, yo soy un pulso herdo que ronda las cosas que están del otro lado. En esa adivinación está su vida eterna. De haber muerte en su cama, ane ano glorioso, hubiera quedado presenta, inmortal, en su verso, nuevo de siglos Ahora quedara, además, como una se al imborrable de la ira acorralada de un mundo injusto, como la marca de Heuria internal dada In destrucción del hom.
bre, y tambien como un momento de la Espana popular, de la España verdadera, que hallo en sus romances expresión fidelisima y encuentra ahora en su muerte ocasion para honrar a su cantor con una heroicidad imponderable Cuando llegue la luna llena iré a Santiago de Cuba, iré a Santiago en un coche de aguas negras.
Ire a Santiago cuando la palma quiere ser cigüeña y quiere ser medusa el platano.
lre Santiago Oh Cubal Ritmo de semillas secas!
Ire Santiago ¡Oh cintura caliente y gota de madera!
Cuba tué para García Lorca el contraste violento, liberador, necesario para sacar a luz todas las esencias del hombre y del poeta Por lo cubano lucio su españolismo sangrante, porque al distendorse al sol antillano, al to: carse libre y fez en su grito y en su can ne, le sells el latide may recóndito de su raza. Aquella extravasación violenta, aquel