Democracy

216 REPERTORIO AMERICANO Noticia del XIV Congreso Internacional de los Clubs en Buenos Aires Por ARTURO MEJIA NIETO Envio del autor. Buenos Aires, setiembre de 1936 Los grandes centros sociales de América sin una disciplina espiritual formada de una vez para siempre se interesan en po.
litica y comercio. Pero los comerciantes y los políticos de Buenos Aires al abrir en estos días los diarios por la mañana se dan cuenta con sorpresa de que también los escri.
tores son importantes. Tanto, tanto que des de todas las partes del mundo han venido a Buenos Aires a a celebrar un congreso.
Asi pensábamos el sábado por la mañana mientras nos apropiábamos de Emil Ludwig y le escuchábamos en un rincón del City Hotel, a nuestro entero sabor, la manera como encara su último libro que aún no ha aparecido: El Nilo.
Será un libro muy largo. nos dice en inglés Ud. escribe en este idioma sus libros?
no.
mán. Pero hablo el francés y el inglés. Será como la vida de un hombre sigue diciendonos. un poco simbólica. Toda la historia que en las playas del río se ha ido desarro llando ndo irá corriendo en las páginas de mi libro mientras se ve correr las aguas del río. interesa a Ud. este país?
cue.
sí. Estoy invitado a una estancia argentina, quiero ver el campo y las vacas.
Quiero ver la pampa. Me interesa más el interior que las grandes ciudades. Es la primera que viene a Sud Sanin Cano Visto por Rendón a nín Cano en Buenos Aires vez América?
Por LUIS NIETO CABALLERO De El Oráfico. Bogata Si. Pelo a Norte América he ido cuatro veces. Sus libros son muy leídos aqui. No sabía. Me alegro. Mis hijos vinieron antes que el padre. Qué opina de nosotros. Nada, no tengo idea de Sud América.
Probablemente hente podré formarme un juicio cuando regrese.
En este momento nuestro amigo Antonio Aita, secretario del Club de Buenos Aires, nos arrebata la presa tan codiciada y salimos en busca de Stefan Zweig, encontrándonos en nuestra carrera nerviosa con Sanin Cano, a quien saludamos de prisa y Alfonso Reyes, tan cariñoso y cordial, pero no detenemos la marcha hasta que de pronto. un comerciante. un médico. un funcionario? No, no, no, es Stefan Zweig.
No parece en verdad un escritor, quizás a fuerza de no ser extravagante, resulta vulgar. No usa como tantos otros escritores, como el gran poeta italiano Ungaretti, una melena desordenada, como Duhamel, una calva espadiosa, como Benjamin Cremieux, una barba. Nada resalta en Zweig, ni siquiera su indumentaria que es cuidada. Pero, he aqui que éste también se nog va y no es sino en la tarde oh, qué tarde inolvidable en la inauguración del Congreso, cuando cruzamos dos palabras, nada más que dos palabras y precisamente es él quien nos ofrece una en trevista para otro día, pero por ahora nos pide que entre la enorme multitud de escri.
tores, le ayudemos a buscar a Jules Romains, a quien desea felicitar por su estupendo dis.
curso en representación de los escritores extranjeros. Esa pieza literaria ha dado tema a la gente y a los diarios para hablar. claro está que su belleza con ser mucha, no supera su utilidad práctica, pues se defiende alli la libertad y la democracia, cosas tan comprometidas en el momento actual. Citaré algunos párrafos alusivos. La historia no lleva si ninguna virtud natural de curación. La necesidad no repara espontáneamente los desórdenes y las llagas que ha causado la necesidad. No hay sino la voluntad y la libertad del hombre como ele mentos capace: de decir: basta! a un drama que no termina más. Lo extraño de la cosa, su irritante ironía, es que nuestro ama es antes todo un drama del enriquecimiento. Si la huma nidad Sufre hoy es por haber recibido una enorme cantidad de bienes en poco tiempo, tanto materiales cuanto espirituales. Desde hace un siglo ha visto el rápido incre incremento de su saber y su su poder. Ha perdido la cabeza que ya no era tan sólida. El espí.
ritu no había estado jamás tan activo ni ha bia sido tan fecundo. Pero jamás habia rei.
nado menos en un sentido. No es posible escaparse de la realidad mediante el simple expediente de rehusarse a conocerla o de darle un nombre injurioso, Como tampoco se podría hacer retroceder el inmenso empuje de de la especie hacia lo colec tivo con sólo cultivar la nostalgia de un in dividualismo de antaño, cuyas condiciones no volveremos encontrar jamás. Toda la cues.
tión estriba en saber si aceptamos que se nos arrastre y destrocen las olas de un unanimismo inconsciente, ciego, fanático y lalal como el instinto, bárbaro en una palabra la misma cuyos estragos actuales nos hacen hapen temblar o si preferimos en cambio un unanimismo consciente, hecho permeable a la luz y a la razón, informado sobre sus propius móviles y sus propios peligros, capaz de cri.
tica y de libertad; en sintesis, un unanimis.
mo dirigido hacia el espi itu. No hay más donde elegir. Asi como no depende de nosotros hacer revivir. como sueñan algunos un indivi.
dualismo difunto y excedido, so pretexto de que cierto unanimismo bárbaro nos causa pavor, asi también sería pretensión infantil querer como otros, que a veces son los mismos curar los la humanidad presente mediante el procedimiento de pedule que sacrifique el asombroso acrecentamiento del saber y del poder que momentáneamen te le estorban. Qué es, en suma lo que se pretende que abandone? Todo cuanto ha conquistando desde hace siglo y medio qué digol todo aquello cuya conquista ella había reparado desde el Renacimiento. No es muy dificil señalar el lugar de la literatura en ese gran debate. No es obscuro el principio que guiará su elección. No hay literatura contra la la libertad, porque no hay literatura contra el espíritu. Cuando por un extravio pasajero la lite ratura se pronuncia contra la libertad, se pronuncia contra si misma; y no tarda en purgar su falta. Languidece y pelece bien pronto en el abrazo de la servidumbre que (Pasa a la página 920)
males de propuesta de Emil Ludwig, el gran biógrafo alemán, Baldomero Sanin Cano fué aclamado presidente del Congreso de Pen reunid Buenos Aires.
Gran honor para Colombia y merecido reconocimiento que hacen los intelectuales del mundo de la grave labor cumplida por el ciudadano de un pequeño pais desconocido, que intelectualmente salió de sus fronteras! Sanin Cano es un hombre de América. Escribiera en otro idioma, pudiera ser un europeo. Tiene toda la preparación, todo el fervor, toda la chispa. Disocia ideas como Gourmont, como Faguet, como Taine, o acaso mejor como Brandes, el danés genial a quien nos hizo leer, que es como decir a quien nos hizo amar, porque ciertos espíritus, para ejercer todo su influjo, no necesitan del comercio diario.
Basta el conocimiento, Sanín Cano, a pesar de la universali dad de sus atributos de pensador y de artista, es demasiado nuestro para que no sintamos que al honrarlo a él se ha honrado a Colombia. De Colombia ha debido estarse hablando en ese concurso selecto de hombres llegados de los cua tro puntos cardinales, geográficos y del espíritu, con simpatía y con sorpresa, Tiene que valer, estarán pensando quie.
nes apenas nos habrán visto en el mapa, un país que produce un hombre de (Pasa a la página 223)