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170 REPERTORIO AMERICANO Para ruido de tan grande trueno es relámpago chico; no me ciega; soberbias velas alza; mal navega; potro es gallardo; pero va sin freno falta ni Pasan por las tiradas de octavas reales, fluidas hasta el enojo, amores cortesanos y pasiones del trópico, calientes y bravias. de tiempo en tiempo escenas de la vida a bordo, unas de evidente origen literario, extraidas del almacén inmenso de las lecturas del poeta; pero otras, vivas y directas, recuerdos que quedaron hundidos en su memoria desde los días juveniles y que ahora, con la pluma ante el papel, salian a flote, acaso inéditas para su propia conciencia distraida en el sempiterno juego de amar y de crear.
Debemos, los hombres del habla hispánica, leer otra vez la Dragontea. La gloria de Lope no necesita las adulaciones sin tino que tanto se le han prodigado en este centenario de su muerte. No cometeremos, pues, la insine ridad de poner el poema guerrero y marino entre las obras de la primera línea de este monstruo de la inspiración y de la facilidad, genio inigualado del idioma, cuya profunda humanidad está hecha en lo mortal y en lo literario, con la misma mezcla de grandezas sublimes y de sombras tras las cuales se adivina el cieno que forman el esquema eterno de la mayoria de los hombres. La Dragontea pertenece a aquellas obras de Lope cuya mediocridad sirve de contraste a la perfección de las demás. Ya Góngora la sentenció en su tiempo: El veredicto es justo. La nave lleva tendidas las velas soberbias del genio; pero navega mal, a veces, otras se rehace y salta lleha de gracia y de impetu, sobre el mar de octavas reales. Pero con todo, debe releerse.
Sé que el Museo Naval de Madrid, atento todas las palpitaciones de la vida de España, So propone reimprimir estos versos porque en ellos se evoca como en ninguna otra de las producciones lopistas, la vida en el mar del inmortal creador. Releámosla con frio juicio. Porque nada puede hoy empañar el lustre de su autor. Hoy, tres siglos después de su tránsito, hasta sus defectos forman parte de su gloria.
El 27 de agosto de 1635 murieron con Lope de Vega sus pasiones broncas y sus pecados humanísimos. este mismo día volvió a nacer, ya purificado para la inmortalidad. El lo sabía mejor que nadie y, sin duda, pensaba er sí mismo al escribir en la Dragontea. para morir nacemos y después de la muerte, viviremos.
ción carga en su pecho redondas piedras de llanto La picaresca malicia de la Esposa infiel de los antiguos romances novelescos apunta como una sutil gracia archiprestina en el Romance del personero a que se da principio con una repetición a la manera de Fontefrida, fonte frida o Mes de mayo, mes de mayo o Rosa fresca, rosa fresca. Es un diálogo animado y discreto, de muy femenina intención y muy caballeresco final: Pues que defiendo tu vida no ha de ser por mi que mueras. Sobrio retrato de Valázquez, en el que nada ni nada sobra en Un Vecino rico. miniatura primorosa de todo un período histórico es Ciudad de conquistadores. Hállase aqui desde el sitio geográfico hasta los ensu nos de infinitos Eldorados.
El Romance del juez bribón es ustoria aunque breve catilinaria que recuerda aquela otra de Gómez Manrique, Inscripción en las casas consistoriales de Toledo: Por los comunes provechos dejad los particulares:pues vos fizo Dios pilares de tan riquisimos techos. estad firmes y derechos. o aquella honda querella: Mivad qué Gobernación Ser gobernados los buenos por los que tales no son Donde sobra la codiciatodos los bienes falescen; en el pueblo sin justicia los que son justos padecen. tal es también el tono de las sentencias de Cané: Si el saber es de letrados. es de jueces la honradez; no juzga mejor un sabo que juzga un hombre de bien. Vaya el juez a los estrados y al mercado el mercader Me contenta la gracia, el atrevimiento y la discreción del Romance del Monte de Doña Juana Clavijo y la cena de La Cita, toda de asedados rumores y el dejo de madrigal y de cantos populares españoles que oigo en Canción con el nombre de una cubana. cuán sabrosa es la narración en el Romance del marido mulero donde se advierte la ciencia y la pericia que se requiere en el arriero de mulas y la sagacidad de su mujer que le replica con la ccrtante justicia que desplagaTa Carlo Magno acusando al Conde Dirlos. Mas la culpa, conde, es vuestra. y vos os 1, debéis da para ser vos tan discreto, esforzado y de linaje dejasteis mujer hermosa, moza y de poca edad; si de vista no la visitastes. de cartas la debiades visitar.
En el segundo romance de Zaide de aquel memorable viejo romancero leemos: Quiéres que me suba al cielo y las estrellas te cuente, y te ponga a ti en la mano aquella Reseña de libros Por BRENES MESÉN Colaboración. Northwestern University, Evanston, Illinois, agosto de 1936 Romancero del Río de la Plata, por Luis Cané. Buenos Aires, 1936 todo Magnifica evocación del llagado fundador de Buenos Aires, Pedro de Mendoza. Es una historia en movimiento vista al trasluz de un encaje de poesía, olorosa a romances carolingios siglo quincescos.
En la Queja indigena hay acento de dolor, entonación de nenia que se termina en punta de flecha enherbolada de venganza; asi como el Indio cautivo es el romance de la tortuga trágica, de la voluntad radiante que perfora como lanza la fiereza oniaca del blanco Trascendente realismo acentúa de verdad y de humanidad la Borrachera india. La chicha de maíz nada envidia al fuego. hidrópica chicha es, porque más se desea mientras más se bebe. Es el incendio que devorará la raza, como el fuego del rayo consume el pajonal y la selva. Es este extraño romance que historia y explica a la vez, sin explicar ni hacer historia. cuadro pintado por la unción del siglo dieciséis es el Episodio de Fray Benito. Es el santo aventurero de las pampas, a quien, cuando atado a un árbol, visitan buitres y olfatean tigres.
Mas cuando sus gentes le hallan, La emoEste Romancero suscita frescos, aunque olvidados, primores de Primavera y flºr de romanees. Conforme le iba leyendo parecían llegarme fragancias de añejos arcones recién abiertos para buscar olorosos encajes y pesadas sedas de idos esplendores. Uncida a los romances con gracia de onda ondula una atmósfe de jardin del trópico, por la abundancia de sus aromas.
Aires buenos del mar y de la pampa respira el Indio que divisa a lo lejos las once naves con que don Pedro de Mendoza ha armado su expedición malaventurada. la tripulación echa pie a tierra; de Mendoza mira la llanura sin límites; el Indio trae sus primeros bastimentos. dese desembarcan cuanto traen en sus carabelas. desde aquel dia el indio no descansa ni huelga. Alza chozas de barro y paja cortadera; cava el foso custodio y levanta la cerca. Mas el indio espera la hora de su venganza. una noche En los techos de paja prenden sus cabeTeras de llamarada y humo las incendiarias flechas. El espanto llena de ruidos la sombra los potros y las yeguas atropellando todo ganan la pampa abierta. Se yerguen en relinchos y, al tenderse en carrera toda la noche cruje. la llanura re: sisena cuando agotados por el hambre y por la fiebre han perdido su aliento, allí están las mujeres que se sacan del corazón fuerza y valor para hacer cuanto les cumple a ellas y a los soldados. Que si lloran, ellos no lo saben. Vinieron mil quinientos para esta empresa en once naves; en dos regresarán los ciento cincuenta que vuelven. se termina el primer romance, más reluciente Es como la sugestiva llave de ese bello Más allá del ex libris con que se cierra este RoIcelo del Rio de la Plata: Cada día más cerca la mano de la estrella. La estrella cel ideal a que nos acercamos con cada bueca obra que cumplimos.
Del antiguo armario de romances antiguos el poeta Cané ha extraído esa fragancia que posee la virtud de transportarnos al mundo de los siglos idos en donde hay conquistadores durablemente crueles, y pacientes indios, y confiados personeros, y muleros suspicaces, y viudas de encantadora frivolidad OCTAVIO JIMENEZ ABOGADO NOTARIO OFICINA: en seda 50 varas al Oeste de la Tesorería de la Junta de Caridad Es el despertar del romancero en tierras de América, donde ya luce la refinada sutileza de los Romances del Río Enero de Alfonso Reyes y la fuerza y la gracia de estos de Luis Cané.
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