REPERTORIO AMERICANO 131 tractor de quintaesencia, si bien hombre. El hombre! Indagación espíritu que en lo que acontece amedrenta a Montaigne. Si la amno le condena, con lo cual de afanosa de lo que más nos rodea en el exterior.
bición de César es de suyo capaz muestra su sagacidad critica. y de lo que más ignoramos. Aca Sentada la premisa, sorprende de armar el brazo del hijo contra en esto de condenar no se queda so no le tenemos en cada uno de su dilección por Julio César, mas el padre, entonces el solitario de corto el perigordano. Vémosle a nosotros sin que podamos verle inclinado a la relación de los su la torre lanza colérico anatema: plicar la fusta a los más encum en su descarnada realidad? Pues cesos que al prolijo autoexamen Yo abomino las rabiosas exhorbrados espíritus. La irrespetuo por eso, porque es lo más dificil de sus empresas e intenciones. El taciones de esta alma turbulenta sidad de nuestro tiempo consen de ver con las propias retinas, re critico que hay en Montaigne res. 14. Anhelo sin recompensa, gritirá acaso que declare, sacrilega curre al auxilio de las ajenas. To ponde a cuanta objeción se le for to que se lanza en el vacio sin que y audazmente, que encuentro de das ayudarán al proceso que le mula. César es digno de estudio, nadie logre hallar el buscado eco satinados los diálogos de Platón; entabla a la pasión humana y con no sólo en concepto de historia de resonancia.
esonancia las ideas se ahogan en las pala la suma de los más diversos y en dor, sino también como hombre.
Cuando la fatiga rinde los ojos bras, y yo lamento el tiempo que contrados testimonios irá enrique ha de ser, con efecto, extraorde Montaigne, llama a su paje y desperdicia en interlocuciones di ciendo el balance moral de los dinario y superhumano quien lo le ordena que le traiga algunos latadas e inútiles un hombre que Ensayos con miras a una ana gra fascinar tan en lo hondo a ejemplares de historiadores sentenía tantas cosas mejores que de tomía del espiritu o a una histo Shakespeare, mago sublimador de cillos, esto es, los que no ponen cir. He aquí un claro y contun ria natural de los seres. Con esa la especie. Montaigne lee a César nad nada suyo en los sucesos que hisdente hablar. No se le ha esca finalidad recomienda que deben con reverencia y respeto mayotorian y se hace leer el primer pado la pluma en uno de esos pe hojearse todas las obras histó res de los que generalmente se volumen de la historia y crónica nosos momentos de achaques ve ricas sin distinción. Para Mon emplean en las obras humanas.
de maese Juan Froissart, al que sicales? Al día siguiente, calmo taigne, hojear y leer son dos ta La fisionomia múltiple, la natuama por lo ingenuo y por la sinya en las dulces horas de bienes reas similares e imprescindibles, raleza rica y cambiante de ese ceridad que pone en el reconocitar fisico, torna a releer y enmien porque no se puede hojear sin leer hombre que es todo lo que desea mine miento de sus yerros. De Froissart da la plana con aguda conciencia: ni leer sin hojear, aunque no co ser, cautivan a Montaigne y le inspasa a Felipe de Comines, memo Mi ignorancia de su lengua me rresponda a la definición que de piran aquel comentario marginal rias que relatan las gestas de Luis excusará si digo que no descu ordinario se hace de ambas activi a De bello gallico. César es el onceno y de Carlos octavo, rebro ninguna belleza en su lengua dades. La lectura supone método y uno de los más grandes milagros yes de Francia, y se regala con je. Eso es todo y nada más. Pe continuidad, con el orden y el re de la Naturaleza. El juicio no es ro ya le ha puesto los puntos al poso que desconoce el que hojea, aquel lenguaje dulce y grato, de arrebatado, según se ha dicho, ingenua sencillez. Si el día es divino. como puede verse a po leyendo al azar esto y abandonan porque Montaigne es lector escaco de iniciada su plática sobre los do aquello. Bien lo expresa Mon samente sugestionable. Cuando se largo, alterna con las Memorias libros: Si yo digo que no me gus taigne cuando confiesa su mane dispone a leer, no a hojear, háde los señores Du Bellay. donde ta el Axioca de Platón, por ser se encuentran muchas cosas ra de atacar las obras de Plutarco celo con atención recogida, sin dignas de ser sabidas y reflexiouna obra floja, si se tiene en cuen y Séneca: Para emprender tal apremio ni cuidado de las horas ta la pluma que lo escribió. lectura no he menester de esfuer y los días. De ello da muestra el nes nada vulgares. Con todo, No estaba errado en el aserto, zo grande, y puedo abandonarla tiempo que emplea para rematar nunca saborea mejor la lectura porque el Axioca no es de Pla alli donde bien me place, pues la obra: cinco meses. Son cinco como cuando coge el libro en las tón, según testimonio de Diógenes ninguna dependencia ni enlace meses de convivencia con el hé propias manos. Entonces parécele Laercio. Sócrates, con ser mucha hay entre los capítulos de ambas encontrarse frente a frente con el roe cuya pulsación percibe en amla admiración que le profesa, fa obras. Las dos maneras son pro plias, reiteradas, serenas auscul autor o andarse con él de paseo tigale por veces, sobre todo cuanpor el Foro romano si el azar le vechosas cuando el que lee es du taciones. Diríase que le acoge en trae las Historias de Tácito.
do abusa de la influencia demo cho captador de bellezas y ense el castillo y que le sienta a la vera He recorrido de cabo a rabo las niaca. Pero a nadie castiga tanto nanzas. Obsérvese cómo insiste en del fuego para verle y oírle meprias de Tácito, cosa que me como a Cicerón, cuyo talento re la cantidad o falta de medida: jor. En esa intimidad le juzga: tórico coloca, sin embargo, por en debe leerse toda suerte de autoacontece rara vez. Hace veinte ya lo considero en sí mismo, en cima de cuantos se han ejercitadores, así los antiguos como los mo sus acciones y en lo milagroso de años que apenas retengo libros en en el arte de la palabra. Aprové dernos, los franceses como los que su grandeza; ya reparo en la pu mis manos una hora seguida. El chase del moralista disintiendo no lo son, para tener idea de los hechizo se explica por la abunreza y la pulidez inimitable de su con el hombre, cuyo carácter va diversos asuntos de que tratan lenguaje y Admira la fortaleza dancia de sentencias y razones nidoso le desagrada, y con el es Claro está que luego imponese la fisica y el temple amoroso. Pon por la manera sutil y puntiagucritor, que le abruma con sus pe juiciosa criba de ese informe ma dera la sinceridad con que habla da, según el estilo afectado de su sados prefacios, definiciones, di terial de referencias, las más de de su propios enemigos y si siglo. Quizás también por la acvisiones y etimologías. Irritale ellas malas, falsas o tendenciosas. algo le reprocha es el no hablar tualidad que descubre en el relaque a Pietro Aretino le llaman En la criba que Montaigne prac más de sí mismo: tan innumera to de los hechos: sus escritos son divino. escritor de forma hin tica, Plutarco y Séneca salen en bles hazañas no pudieron ser rea más apropiados para un pueblo chada. en la que abundan los ras noblecidos, luciendo el título de lizadas por él a no haber sido más revuelto y enfermo, como el nuesgos ingeniosos. con mucho de preceptores del mundo y de la grande de lo que realmente se nos tro, al presente; frecuentemente artificiales y rebuscados. aun filosofia moral en los Ensayos. muestra en su libro. Mas no hay dríase que nos pinta y que nos que rinde pleitesía a Guicciardini como Sexto Empírico, Diógenes grandeza sin sombra ni héroe que pellizca (15. Comprueba con ello como historiador honesto y veraz Laercio y Lucrecio lo son para la no enseñe, a su pesar, algún as la supervivencia de los caracteres no se puede ser veraz sin ser filosofía del espíritu. Una docena pecto de irremediable pequeñez.
a través de las épocas. Si algo honesto apunta en ocasiones de Laercios quisiera para pene Montaigne subraya las falsas cambia es la túnica por el jubón, su estilo descosido y su char trar en las vidas tanto como en apariencias con que César pre las picas o lanzas por el fusil de la escolástica y le sorprende que las doctrinas de los filósofos. Po tende revestir la causa que defien chispa, la manera de condimentar aun en las acciones más hermosas co repara en la falta de ilación de y a la basura de su ambición los alimentos o de adorar los ídoel historaidor sólo vea algún in lógica con que Laercio relata sus pestilente. Muy cruda la senten los, no así la corteza pasional, el terés bajo y puramente material. vidas, especie de catálogo de opi cia y desprovista de valor psico móvil de las acciones, la tragedia El hombre que pinta Guicciardini niones o de registro civil de las lógico ¿Queda algo del héroe que el hombre vive en el espacio es tan villano como el de Maquia personas. Cada cual construye co cuando se le resta el nervio moque media entre dos silencios.
velo. No es mejor el de Montaig mo puede, con armonía de líneas o tor de sus empresas. Se puede Las doctrinas filosóficas o religio ne. Una pinta de hipocresía hay sin ella. Lo que a Montaigne le ser amo del mundo sin ambición sas se desvanecen en vanos intenen este resentimiento más exter interesa en el biógrafo griego es de dominio? Recuéstase esta vez tos por trasmutar lo intrasmutano que interno.
el documento pasional e intelecti en el precepto horaciano de la me ble. El ser humano es lo que ha Sin advertirlo, hemos saltado de vo, la huella que deja la planta diocridad que ha de ser dorada sido y será lo que es: un elemenla poesía a la historia, campo de del hombre, el timbre de la voz, para el contemplativo en cuanto to de guerra perpetua con todos y experimentación del que Montaig la genealogia de las ideas, todo a vida sin flaquezas, sin honores consigo mismo y la encarnación ne no gusta de alejarse. Los his ello silvestremente mezclado co ni riesgos turbadores del amado más elevada y abyecta del bien toriadores son mi fuerte. Son gra mo las flores y los arbustos en la reposo. Quitad el riesgo de la vi y del mal.
tos y gustosos, y en ellos se en selva. Dira: prefiero los que se da de César y al punto el hombre cuentra la pintura del hombre, detienen más en las consideracio deja de ser milagroso portento de (14) Ensayos. Lib. III, Cacuyo conocimiento busco siempre nes que en la relación de los su la Naturaleza. Es el panorama de pítulo confiesa una vez más. El cesos, más en lo que deriva della guera civil el que conmueve y VIII. 15) Ensayos. Lib. III, cap.
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