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REPERTORIO AMERICANO 19 Quiere Ud. buena Cerveza. Selecta Tome No hay nada más agradable ni más delicioso.
Es un producto Traube tida de cuanto resume el objeto de su odio.
con la sola diferencia de que, según los úl.
timos, el ginebrino no representa la etapa final del desarrollo del pensamiento catolico, sino su desfiguración, la permuta de sus valores por otros, de Dios por la Naturaleza, del amor charitas por las pasiones. y, en virtud de la negación del fundamento básico del cristianismo, consistente en la doctrina del pecado y de la culpabilidad de todos y cada uno ante todos y ante Dios, la negación del concepto de la redención La moderna concepción sobre Rousseau es indudablemente más profunda y sutil, inas conforme a la realidad que la de Maurras, El prevalecimiento de Rousseau, ese André Gide del siglo xvi, universalmente comprendido, no debe liberarnos definitivamente de los principios de la concepción cristiana, sino reintegrarnos a su pureza. Lo esencial es que ello se patentiza de dia en dia más defini.
damente.
No puede esto dejar de sorprender a quien esté acostumbrado a la oficiosa vulgata histórica que difundió en el periodo de la tercera República, según la cual Francia descubriose a si misma, halió su propia individualidad solamente a comienzos del año 1789, de modo que, desde el punto de vista valorativo, significativo de la historia, todo lo an.
terior constituiria una preparación, y el referirse a la etapa prehistorica, un craso error.
Efectivamente no encontraremos en Europa pueblo que se haya desarrollado de manera tan orgánica, con tal ilación como el francés. Que haya perdido tan poco en su proceso histórico y tanto haya conservado intacto. Se da en él la poco frecuente, pero feliz combinación, de elementos diversos, ordinariamente no coincidentes, y que de un modo fortuito cooperan a la formación de lo que llamamos alma de un pueblo. Tra taré de explicarlo someramente.
Primero, el elemento geográfico, con sus distintos factores: de una parte, la situación de Francia; de otra, la constitución de su territorio: 1) Francie se hallaba (me refiero a épocas anteriores, ya que la magnitud del es.
pacio real es relativa) más alejada del Levante que de Italia y más distante de las dos Indias que España e Inglaterra; 2) los dominios se completaban mutuamente. Resumiendo: concentración tras sus fronteras, colaboración en la población de otras tierras, au.
tarquia.
En segundo lugar, la situación politica interior. El reinado ininterrumpido durante ocho siglos de la misma dinastía, unida en su desarrollo a Francia, reuniéndola junto a si, encarnándoin En fin, la elaboración, a comienzos ya del siglo xvi, del idioma común sobre los dialec.
tos locales, a base de los del Norte de Fran.
cia; y no solamente la formación del lenguaje elegante. cortesano, literario como en Italia, sino precedentemente el de las canci.
llerias, el de los negocios, que penetró más hondo en el pueblo.
Además, las relaciones con la religión y la Iglesia. La organización nacional, estatal, de Francia era tan sólida, que el Papa no representaba, para ella, ningún peligro real ni imaginario, lo que no les ocurria a Alemania y Inglaterra. Frencia enfermo de calvinis.
mo y euró reforzando su integridad y autarquia con las libertades de la Iglesia angli.
cana. pero permaneciendo católica.
El desarrollo constante, lento y orgánico de la unidad territorial, económica, linguistica y juridica de Francia, invulnerable a cual.
quier fenómeno por profundamente que perturbara la vida nacional, resistencia evidente en la historia de las instituciones, esa unidad, jamas sufrió alteracion alguna, ni menos destrucción. Unicamente, a la par de las instituciones, gos y divisiones territoriales anticuadas se instituian otras nuevas que coexistian con las primeras. De aqui el inereible desconcierto en visperas de la revolución.
Fue uno de los factores que intervinieron en la formación espiritual del francés medio con su circunspección, cuidado, temor a no prever, con su recelo y desconfianza, la costumbre a obrar sin prisas y con cautela, con todas sus caracteristicas mezquino burguesas. desde hacia tiempo objeto de burla por parte de los mismos franceses, pero gracias a las cuales Francia ha logrado y logra su gobierno espiritual tan prudentemente, de manera tan sabia, que en los momentos de crisis espiritual siempre encuentra suficientes recursos para salir a flote y vindicarse.
Sorprende la vitalidad y firmeza de la cultura francesa: ni un solo vacio en su historia, ni una ocasión en que el aspecto fuera de completa decadenciacon la sola excepción de la poesia en el siglo Xviii. Llegando a ser universal, no decayó ni un solo instante a la categoria de provincial, ni dejó de produ.
cir valores de cotización universal. Pero en si es más sorprendente en esta firmeza y vi.
talidad el otro aspecto. No existe en Europa otro pueblo en cuya historia de la cultura esten tan perfectamente representadas en todas las manifestaciones, excepto en la músi.
ca: todas las tendencias posibles motivos, modos, géneros y procedimientos.
materiales se podria escribir una historia de la evolución, no ya de los géneros literarios, como hizo Brunetiere, sino incluso del desarrollo de la producción. Evolución tan perſecta cual si obedeciera a una ley y que por eso se explica la convicción de Brunetiere: lo falso se descubrirá por si mismo en su inmanencia. Parece que esto deberia favorecer, y en Francia, precisamente, más que en otra parte, el arraigo del historicismo, del rela.
tivismo o, en sintesis, la inclinación a ver en toda creación del espiritu una tendencia formal o pasajera: en otras palabras, propensión a no considerar sino la parte externa y contingente del caso, la que oculta los valores eternos, indiferencia por todo lo motejado de antiguo, por lo relativo al perfodo ya cumplido en la evolución. Sin embargo, no ocurre asi; precisamente caracteriza a Francia el que, a la par que convierte con extraordinaria rapidez, en pasado, unos valores culturales, como, por ejemplo, ocurre con Proust y, en parte, con Gide, desentraña de la historia otros valores trasladandoles a un nuevo plano, al de lo eterno.
Cada pueblo tiene sus eternos simbolos. encarnación de su pensamiento: Dante, Sha.
kespeare, Cervantes, Pushkin, Goethe. Pero hay un matiz especial en la relación de los franceses con sus grandes poetas, pensadores y artistas, en comparación de las de los italianos, ingleses, españoles, rusos y alemanes con los suyos. Diria, usando términos del espiritismo, que cuando el francés hace surgir los espiritus de sus antepasados, alcanzan és.
tos el mayor grado de materialización. Todo en ellos es para el igualmente actual, vivo y estimable, tanto la forma como el fondo. Pro.
cedimiento en cierto modo más sencillo, natural e intimo, y desde luego purgado de las desventajosas consecuencias del culto, de la veneración y de la idolatria. Idolatria con su cortejo de servilismo, que se traduce en mor de ver en el idolo un ser ordinario y conjuntamente a perder la gracia, la fe, viendose obligado a confesarselo a sí mismo, ocasionando en los objetos del culto la desventajosa consecuencia de estilizarlos, dándoles un aspecto convencional y destigurado. Aleja este peligro el hecho de que el concepto de los valores culturales del pasado y de los que los produjeron se distingue en Francia por su concreción muchisimo más marcada que en cualquier otra parte. Por eso se conciben en el plano de lo eterno, en la no historia. vi.
vos en todas las relaciones de la medida, ya que para el francés es mucho más fácil rea.
lizar las condiciones de la concepción completa de dichos valores, trasladarse a su mundo, a su época. El siglo de Luis XIV es mu.
chisimo más actual para el francés que el de Isabel para los ingleses o el de los Médicis para los italianos. El francés no necesita rea.
lizar esos esfuerzos en la investigación del tiempo perdido. tan necesarios a cualquier otro al ocuparse de la historia de su patria; de análoga manera, el protagonista de Proust por cualquier motivo casual, puede repenti.
namente hacerse cargo de ese pasado con tal claridad como si jamás hubiera muerto Se me han ocurrido estas consideraciones al leer Le bal du comte Orgel, de Radi.
guet. Sólo creo posible escribir semejante obra en Francia: salta la vista la combinación entre el argumento de La Princesse de Cleves, de Mme. de La Fayette, y el modo de investigar los movimientos del alma y la manera de exponerlos de Marivaux, que, a la par de una admirable frescura, ofrece la justifica.
ción interna de cada pequeñez, sin vestigio de academicismo, arcaismo o estilización. Pa.
ra Radiguet, los autores de los siglos xvil y xvi son tan modernos como lo es Bunin pa.
ra cualquier escritor ruso contemporáneo.
Podrían aducirse muchos más ejemplos de la Con sus