REPERTORIO AMERICANO 192 Hermano Juan Canto de redención Por GRACIANY MIRANDA ARCHILLA De Alma Latina. San Juan de Puerto Rico, mayo de 1956. Juan Antonio Corretjer, encarcelado por la tiranía rubia, mientras cumple la condena de un ano en la Cárcel del Distrito Tan bello estás, tan bello estás, hermano mío, tras las rejas, resucitarás en mi hogar, como divina lámpara; que me dan ganas de tocarte con mi vuelo de águila.
resucitarás en el corazón de todos, como el pan de la Hosti; En la sombra, como columna de vergüenza, como el vino de la Cena Santa; eres chorro de amor que grita en cada grito.
resucitarás, aunque el tirano no quiera, Amor de Patria te corre por las venas, para alumbrar Américas con nuestra Estrella Solitaria.
como rio subterráneo que se hace loco Hermano Juan, y una pena siento: no estar contigo, para decir a Dios que el tirano ese lobo de cada díalatiendo en tu misma carne de estatua; habla de Libertad, como el asno, de paja.
soñando contigo en un aire de llamas; tú, mi columna, en santa verticalidad de varón, gozando y cantando con la punta de acero de tu alma; fijas la puntería de tu corazón, acompañarte a todas horas, para morir por ti, contigo, a todas horas, a carcajadas de volcán, contra las viboras federales. е en ti resucitar, águila y cumbre, ciclón, canción y ráfaga. otra pena me llena de verdad: no ser tu hijo ¿Qué saben esas víboras que deshonran la vida de la palabra de fuego, de la libertad que calienta los pechos, para estar a tus pies, postrado lo mismo que un cachorro del amor que florece en las mangs, de trascendentes garras, del odio que sentimos por cada uno de ellos?
dialogando con la sombra de los libertadores ¿Qué saben esas viboras del dolor que estalla soles, que irán a saludarte, verte tan hombre como El Yunque.
del hambre que se satisface con puntas de estrellas, otra pena me corta casi el habla de Isabel la Católica.
de la mordida que se convierte en rosa, Me apena no sufrir por ti, aunque sea un segundo, de la sombra que hace brillar más al diamante?
porque en un segundo de prisión el hombre se hace santo. Qué saben esas viboras de las águilas que van a la gloria un pueblo rompe sus cadenas y fuego da a comer a los tiranos.
a poner sus nidales, trocados en soldados Pero me alegra verte como columna de esperanza, y en ametralladoras, lindas como las auroras?
espigado en la soledad del patriota. Qué saben esas viboras del amor que bautizamos con sangre encarcelado y libre, sirviendo de antorcha a los que van a rey de la esperanza que nos presta su lomo, taguardia, mientras tiemblan los hombres bajo los cascos de la Muerte?
mordiendo sombra, sin llorar, que mejor el llanto dulce ¿Qué saben esas viboras de la Resurrección, del canto bravo, de la Patria se traga.
del puño que no quiere llenarse de monedas cobardes Me alegra pensar que eres hermano mio, y golpea en la fragua del alba, para redimir a los pobres hermano en el dolor, en la desesperación de los gigantes, que toman sed y comen hambre?
que el virus no toleran de la canalla perfumada.
Así, cuando tus hijos abran los ojos, quedarán deslumbrados Hermano, las viboras tienen su propio castigo en ser viboras ante la talla de tu pecho de roble como el ruiseñor su premio en ser guitarra, y ante las luces de tus ojos, nacidos para servir de fraguas Es inútil esperar que suban por los rayos del sol a los machetes que seducen con su hermosura y maduren en los labios de las estrellas, y cortan brisas finas y traidoras gargantas.
Las viboras, hermano, las víboras rubias que te han picado los talones, sienten ahora la ilusión de lo bello, Cuando se acerquen a ti los esclavos, porque te han mordido la carne de hombre.
les mostrarás las cicatrices que te dejen los clavos No has de culparlas, porque esa ilusión de belleza del yanqui: y cuando te contemplen los que no te han querido, es pasajera en las bestias que no llevan a Dios en la frente.
sentirán que una tortola se les queja en el pecho, Compadecelas tú, que no llegarán jamás a ser hombres; porque no te quisieron, porque no te adoraron, hermano; compadécelas tú, que arrastran el fardo de sus crímenes; y hasta el mismo vampiro que te encarcela por ser libre compadecelas tú, que estás tan bello como el Cristo de la Columna temiendo él a la Libertad que surca vidas compadecelas tú, porque tienen la suerte del veneno, y quema como disparo de infinito; porque no podrán jamás purificarse, perdiendo la ponzoña; el mismo vampiro temblará al sentirte tan claro, porque mañana serán pasto de perros.
porque pensará que con su crimen te descubrió más alas.
Más alas florecerán en tu carne de hombre, Castigarte es decir Ecce Homo; alas como fusiles: las manos de todos los que quieran ser bravos, señalar en tu carne la pasión que revienta en clarines de triunfo: tocando tu cuerpo, llagado de amor y de clavos.
añadir a la historia la sombra de un héroe: invocar a Bolivar, que viene, a galope, de América; en tanto, tras las rejas esperarás la hora dulcisima depertar a Marti con trompetas de oro; en que se besa la tierra y la tierra responde invitar a Maceo y hacer que ante Dios resuciten con Sonrisa de madre, de novia y hermana.
los truenos de Lares.
La hora del bautismo de sangre y fuego, en que los altares de la tiranía bambolean Castigarte es tocar la trompeta de guerra; como juguetes en un arbolito de Pascuas.
y nuestra raza es brava y hermosa cuando le da la gana. Tienes derecho a cosechar rosas de fuego, no tolerando ultrajes, porque una cuna tuvo: la Victoria.
buen sembrador, porque sembraste lágrimas y gritos Ese castigo firma la sentencia de ellos mismos, en el surco sangriento de la Patria.
porque nuestra raza vive como en los tiempos de Sagunto surgirán de todas partes las flechas, y Numancia, altanera lo mismo que un pico de gloria.
los machetes, las piedras, la maldición que hace hombres Por suerte, don Quijote renueva sus hazañas en Puerto Rico en el momento de pagar salario a las viboras.
y en el eterno Rocinante de la esperanza Surgirán las mujeres con sus cachorros desnudos, cabalga el heroismo de su nombre, como una bandera de muchos para corroborar que las viboras les han quitado las ropas; las doncellas rezarán, como fuentes muy blancas, El Caribe es Montiel y Dulcinea piedra sobre piedra no quedará, mi hermano Juan.
no es otra que la Patria.
Entonces, los que hoy te castigan, encontrarán nichos preciosos Hermano, como Cristo, has bajado al Infierno, donde dormir el sueño de la Muerte, que todo lo salda.
pero como ese Cristo que sabe sonreir ante el castigo Yo espero ese día, mi hermano, que está cerca.
por encontrarse encima de los hombres, como relámpago, En la revolución de ojos amados resucitarás en mi, en mis hermanos, en mi madre de mano mutilada, está la redención que nos torna sagrados.
en mi viejo azotado, en mis hijos, tallados como el ausubo y la Esperemos la hora, recordemos la hora, adoremos la hora: caoba, que en la gloria entraremos con las dagas chorreando rubíes hasta en mi verso sin trabas, como río desbocado; el cabo colores.