Democracy

REPERTORIO AMERICANO 119 Una dádiva de la civilización Las dictaduras americanas suelen tener grandes defensores en ciertos paises uliramarinos. El Tiempo, diciembre 19. Por SANIN CANO De El Tiempo. Bogotá, Rep. de Colombia bó porque las reclamaciones fueron sometidas a la decisión de árbitros. La proporción entre lo que pedia Washington y lo que reconocieron los árbitros, da idea de la justicia general de las peticiones Una vislumbre de los procedimientos usados para lograr concesiones antes de Castro, nos la da el incidente relativo a la compañía del cable. El presidente de Venezuela se negaba a reconocer ese tratado y alegaba que la compañía había subvencionado a sus enemigos para que le hicieran la guerra armada.
Un día el ministro francés fué a pedir pasaporte para la Guayra, con el objeto, según Las dictaduras son el régimen ideal dijo de ir a recibir su correspondencia dipara las factorías De El Tiempo. Bogotá: 19 de diciembre de rial: El Geneanety u regimen de la Nola editorencia de que or En las notas periodísticas relativas a la muerte de Juan Vicente Gómez, entre las cuales destaca por su imparcialidad y elegancia de forma la de El Tiempo en su editorial del jueves, se ha omitido, con excepción de las líneas citadas, hacer presente que la exaltación de ese hombre a la presidencia de Venezuela y su perpetuación en el mando fué una dádiva no precisamente gratuita, pero muy cordial e intencionada de las naciones supercivilizadas de Europa América a esta parte desamparada y medio inculta que habitamos, con el nombre vago de América latina. La táctica no es nueva. Porfirio Diaz duró en el mando hasta el día en que perdió el favor de Washington. Importa no olvidar que por su situación geográfica y por la constitución del suelo suelo es Venezuela uno de los países más favorecidos de América y del orbe entero. Solamente Francia la rivaliza, y sin embargo Francia no tiene oro, ni petróleo, ni frutos del trópico. Se dice que si se arrasara el suelo francés cultivado sin dejar un animal ni una planta, al cabo de ocho años los cuarenta millones de habitantes por medio del trabajo al cual están orgánicamente acostumbrados, serían tan ricos como antes del arrasamiento. De Venezuela podría decirse otro tanto, con la difeel esfuerzo requerido seria mucho menor, porque la naturaleza es alli más dadivosa y el hombre a causa del clima menos diligente.
La riqueza del suelo y la indolencia natural de las mezclas de razas en el trópico llaman naturalmente al hombre y al capital extranjeros a tan a tan privilegiada comarca. ocurrió que al llegar Cipriano Castro al poder halo que riquezas considerables de Venezuela estaban en manos de extranjeros y que más de eso los gobiernos anteriores al suyo habían ligado a Venezuela con pactos leoninos al capital y a la codicia extranjeros. Haun contrato con la compañía francesa de cable que por las meras condiciones del precio de transmisión por palabra paraliza en su curso las corrientes eléctricas. En tiempo de Castro no había empezado aún la lucha universal por el petróleo, pero ya los talentos previsores de New York habian formado la Bermúdez Company para adueñarse del asfalto venezclano De más de esto, extranjeros y nacionales (como en Colombia antes de ahora) forjaban revoluciones por diversas causas y nacionales y extranjercs (como en Colombia. presentaban al terminar las hostilidades, suculentas reclamaciones por perjuicios sufridos durante la guerra. En tiempo de reclamaciones apoyadas por Washington ascendian a un millón setecientos cincuenta mil dólares, que por una decisión de árbitros se redujo a trescientos cincuenta mil pesos, justamente la quinta parte.
Castro hizo de su politica exterior un empara defenderse de tales exacciones y reformar aquellos contratos. Respondía a las amenazas con el desdén y en 1902 y 1903 resistió el bloqueo de siete potencias dispuestas a todo si no les pagaban inmediatamente.
Castro, con todo Venzuela a su lado, persistió en su temeraria actitud, y el incidente acaplomática, pues sabia que era violada la valija. Castro hizo extender el pasaporte y el ministro fué a la Guayra, pasó a bordo del buque y recibió su correspondencia. Al desembarcar con su valija, le negaron las autoridades el permiso de entrar a tierra venezolana, porque, decía la orden de Castro, al señor ministro no debe agradarle residir en un país donde se viola la correspondencia diplomática. Siguieron las disputas con el encargado de negocios sobre el tratado con la compañía del cable. Castro publicó los documentos, entre ellos un cheque que probaba la complicidad con los revolucionarios.
Fué llamado Paris el encargado de negocios, quien, después de una conversación de varias horas con el ministro de relaciones exteriores en París, volvió a su hotel y se quito los años de vida que le restaban.
Sería largo referir los manejos de la Bermudez Baste decir que Loomis, secretario de la legación saxoamericana en Caracas, era uno de los jóvenes de su tierra a quien sus talentos, sus influencias y su familia le auguraban una carrera política de las más brillantes. Hubo publicación de documentos como en el caso de Francia. Loomis volvió a su país y desapareció por completo de la escena pública.
Un día Castro enfermó y se vió precisado a ir a Alemania en solicitud de los servicios de un cirujano. Dejó a Juan Vicente Gómez encargado del mando. Juan Vicente fué desde ese instante el favorito de la diplomacia de Washington y de los paises europeos. Desconoció a Castro, y tuvo el apoyo de todas las cancillerías. Cuando Castro quiso regresar, le negaron el paso por partes en las Antillas. Se decia, tal vez erradamente, que Gómez no resistiría muchos dias la acometida de Castro si le hubieran permitido el desembarco en tierras de Venezuela. No se lo permitieron, y Juan Vicente asentó su poder con el auxilio, la complacencia y el aplauso de los poderes europeos y de Washington, mediante ilimitadas condescendencias con los insaciables cazadores de concesiones.
Esta complacencia y los aplausos constan en notas diplomáticas y publicaciones oficiales de Europa y América, de modo que en los hechos y gestas de quien fue presidente de Venezuela durante veintisiete años; en el regimen cuya terminación se anuncia en toda el haz del país con gritos de jubilo y con sollozos de renaciente esperanza, las naciones supercivilizadas de Europa y los gobiernos intercalares y mejor informados de Washington, tienen, por lo menos, tanta responsabili dad como el difunto Juan Vicente, que baja a la tumba entre los clamores inequivoc. de su pueblo, después de haberles entregado a los extranjeros cuanto exigían anhelosos para continuar prestándole su apoyo y otorgándole sus merecidos aplausos. Pero podrá nunca decirse, o pensarse, que gobernantes del tipo del general Gómez pueden ser los que hagan la grandeza de los pueblos americanos, los que ellos necesitar para civiarse y realizar sus destinos. Podrá aceptarse la doctrina del hombre necesario, del buen tirano, del cesarismo democrático? Nunca la hemos admitido, nunca rendimos palio al Tégimen que el general Gómez presidiera con tanta dureza y fortuna, y no podriamos hoy callar nuestros votos porque la república hermana; aflojados los lazos de la dictadura imperante, se oriente por caminos de libertad, de democracia, de justicia para todos.
Las dictaduras americanas suelen tener grandes defensores en ciertos paises ultramarinos.
Esas dictaduras dan no sólo garantias sino privilegios al trabajo extranjero; facilitan las concesiones; manteniendo inexorablemente den, permiten la tranquila explotación de las riquezas naturales. Qué pueden importar a esos extranjeros la vida civil, las libertades, las ambiciones y anhelos de un pueblo que se siente esclavo en su tierra? Las dictaduras son el regiren ideal para las factorias, pero en ellas se asfixia el espíritu, se deprime el carácter y se mustia esa cosa impalpable, y que en definitiva es la única importante, que se llama alma nacional, agobiada por todas las desventuras y todos los males de la prisión, del silencio for zado, de la de libertades y de derechos.
Régimen funesto para América, que necesita más que de riquezas de hombres, mas que de maquinaria extranjera de ideas propias, mas que de un orden impuesto por la tirania de una actividad fecunda al amparo de la libertad de mocrática. Mucho se ha hablado de los males de la América convulsiva: peor que su estruendo trágico nos parece un silencio medroso, impuesto por los machetes de los caudillos, y preñado de futuras catástrofes. Reconocerá la historia que la dictadura de los treinta y seis años, la que empezó con el siglo y hoy hace crisis con la muerte de su formidable exponente, ha sido benéfica para Venezuela, provechosa para su progreso y su cultura, digna de lo que la tierra gloriosa de Bolivar y de Sucre necesita y merece? No lo creemos. Progresos ha habido, seguramente, Pero no los que era licito esperar, ni los que habia derecho a exigir. Ni en lo material ni en lo moral, el balance de la dictadura, tomados en cuenta todos los necesarios factores, puede declararse favorable. Es muy de temerse que la doliente historia de castillos y cárceles de Venezuela en este siglo, eclipsará la historia de los éxitos y progresos obtenidos; la paz silenciosa no compensará la abolición de todas las libertades. La experiencia está hecha y el resultado no aconseja su repetición.
bia un Castro las peño