178 REPERTORIO AMERICANO mente, lo te, de hace treinta años nos hacen reir, nos parecen cómicas, y seria el más ridiculo de los disfrazados quien usara hoy un vestido un sombrero de los primeros veinte años de este siglo; en cambio las modas del xix nos parecen encantadoras, y en una u otra forma, procuran modistas y artistas su resurrección. En la literatura, acontece lo mismo, Balzac y Dickens estan al dia. Quién se atreve hoy a hablar de Anatole France, a citarlo en un escrito? Será la muerte de nuestros autores, o apenas un eclipse pasajero? Dificil saberlo Me atreveria sin embargo a afirmar que la gran novela de Bourget está definitivamente sepultada. Sus personajes carecen de vida. Recuerda alguien el nombre de alguna de sus mujeres, de uno solo de sus hombres? Aun las personas que no han leido jamás a Balzac saben por ejemplo quién era el avaro Grandet. Ni una noticia de primer grado ignora quién era madamme Bovary En cambio ni el mayor adepto de Bourget nos puede decir quién era Armando de Querne.
Helena Chazel, Alba Steno o cualquiera de les creaciones artificiales del maestro, ni siquiera Roberto Greslau, Adriano Sixto, Carlota de Jussat viven en la memoria de los contemporáneos Es porque Bourget presenta la humanidad desmontada en piezas, y al lector no le gusta el trabajo de volverla a armar, en tanto que los escritores del tipo de Balzac, de Dickens, de Galdos, la forman de donde la encuentran y la ponen a andar por las páginas del libro de modo que el lector de ti po corriente, que es el que da y quita fama a los autores, queda desde el primer momento cogido en el movimiento de la obra, y sigue viviéndola con su propio vivir, sin que necesite distraer mente de lo cotidiano para ponerse a seguir al autor en el análisis sutil de argumentos y pasiones.
Bourget con esto, y por esto mismo, conservará un grupo de fieles entusiastas y escogidos, pero su popularidad bien mermada ya en el dia de su muerte, no podrá resistir la competencia de escritores menos literarios pero más humanos.
De su obra que tocó los sectores de Ins letras. el verso, la novela, la critica, el teatro quedarán, en mi pobre opinión, como saldo definitivo y permanente a su favor, sus ensayos. Serán buscados siempre, saboreados con deleite, apreciados por las gentes de buen gusto, sus ensayos críticos sobre escrltores, sus apreciaciones sobre problemas de estética, sus impresiones de viaje, sus sensaciones de la naturaleza y el arte.
Quedará el ejemplo de su consagración absoluta a la carrera de las letras de su exis.
tencia de intelectual, su integridad moral, su valor y su constancia para llevar adelante sus ideas y servir con ellas a su patria y a la humanidad Conversaba yo estas cosas con una señora de mi tiempo, lectora asidua de Bourget, que tomaba su defensa delante de algunos reparos mios, a los cuales respondió con esta apreciación exacta: Sea lo que fuere, lo que hay es que con Bourget se murió nuestra juventud. esto es la verdad, esto lo que yo queria decir y no podía en estas largas linents, que si no son todas de admiración por la obra, si lo son de cariño por el hombre que la escribió.
Porque fue de una manera implacable como nos apoderamos, o cremos apoderarnos, del alma femenina. Una visita inocente y agradable se convirtió para nosotros en una sesión de anfiteatro. Embozados en cas pa de indiferencia elegante y mundana, detectives en trance de batida, espiábamos hasta los menores movimientos, las más senciHlas expresiones de las pobres muchachas que caian bajo el frio bisturi de nuestra sicologia. El atavismo nos preocupó terribley casi no hubo antecedente de familia que no fuera estudiado y puesto al sol por nuestra critica implacable. El yo, el segundo yo el subconsciente, la anatomia de la voluntad, la fisiologia del amor, y otras mil cosas aparecian en nuestra conversación en los momentos más inoportunos, quizá cuando la niña pensaba decir: hable con mi mama. o esperaba que el petrimetre le preguntara dónde y a qué hora se verian al día siguiente.
Convertidas en esqueleto quedaban las pobres niñas después de aplicarles nuestra radiografia síquica. Cuantes perecieron asi victimas de nuestra mania bourgetiana.
Pero debo repetirlo, las señoritas de nuestra época primaveral no sufrieron sino en muy raros casos la influencia directa de Bourget. Ellus vinieron a leerlo después de casadas, sin peligro y sin sorpresa, no tanto por lo que la vida hubiera alcanzado a madurarlas, cuanto por el lastre que llevaban muchas de ellas, derivado de hogares más sencillos que los modernos de una instrucción más solida que la actual, que creaba en ellas gustos sanos y un criterio más personal e independiente. Porque niego y contradigo aqui la especie que audazmente se ha difundido, consistente en en aseverar que la educución de la mujer en la última mitad del siglo pasado fué regida a base de hipocreslay consistió en enseñarles a remendar ropa y a resignarse.
Me asalta ahora, con motivo de la muerte de Paul Bourget, la curiosidad de saber cuántos de los que constituimos el estado mayor de sus devotos, seríamos capaces de releer hoy sus obras y qué impresión nos causarian ellas. Hace algunos meses, en una de esas horas de biblioteca en que fluctuamos entre el preciso deseo de no hacer nacer nada, y la vaga intención de no caer en aquello tan discutible que hemos convenido en llamar pérdida de tiempo, estiré la mino, y sin mirar, tomé del estante más cercano un libro. Resultó ser Un Crime Amour. la primera novela de Bourget que habia leido en mi juventud. No sin emoción principe a ojearla; presto topé con las seriales marginales que mi lápiz de estudiante habia trazado nerviosamente. Imposible encontrar nada más insignificante, y hasta absurdo que los párrafos que despertaron mi entusiasmo de adolescente. Itenté releer en firme la novela. Mucho menos. Me resultaba pesadisima. Sublevado contra mismo, resolvi ponerme sitio, y al efecto llevé como única provisión intelectual en mi maleta de viajero Le disciple. que había sido mi favorito. me encerré con él en una quinta por los lados de Apulo. Me fatigo horriblemente, y tuve que cambiarlo en el hotel con un amigo, por dos libros recientes: uno de Madariaga sobre España y el San Miguel de Axel Muthe. Ambos me supieron a gloria, pude cobar que no había perdido el gusto por la lectura.
Con la literatura pasa exactamente lo que con los trajes; las modas de hace veinapenas Paul Bourget y la novela psicológica de tesis Por ENRIQUE FALS ALVAREZ De La Prense. Barranquille, Colomblo Envio del Dr. Rodriguez Es el Sr. FalsAlvarez. Profesor de Literatura en el Colegio Americano para Varones de Barranquilla, Poesia Las Canciones de gesta francesas, no obstante vivir en el suelo galo y bretón, se resienten de lo germano que hay en ellas. Estos poemas épicos logran enhebrarse a la vértebra del país, y hacen furor entre los lemusinos regando por aquellas regiones, no obstante, la armoniosa lengua de oil. El sentimiento nacional, pues, se enorgullece con lo propio, y se olvidan muy pronto de lo guerrero, porque esto fué inspirado y cantado por los pueblos invasores de aquellas edades: el celta y el germano al fin ocupan sus propios lugares, como señalando rasgos étnicos caracteristicos de aquella parte de la Europa occidental La Edad Media estudiando aún más en el corazón de los literatos de Francia. marca su predominio hasta desaparecer la austeridad de aquella época, viniendo luego el Renacimiento: La forma rigida, casi inmovible, sin sabor de tierra y sin perfumes de selvas naturales, no es propio del genio de la lengua francesa, como no lo es de todas las neolatinas. Razón tuvieron los que en España se entregaron a una lucha sin igual durante la mitad del siglo xiii y todo el xvin, por mantener In espontaneidad y alejar lo neoclásico Jamás olvidaremos a unos y a otrosi a Castillejo, a Boscán, a Cervantes y a Lope de Vega Cualquiera que haya, pues, meditado en la literatura del pais de Victor Hugo, podra notar que sus letras modernas carecen de métrica, como tambien que desde hace no menos de dos siglos no existe en Francia la verdadera poesia lirica Todos los países se enorgullecen de tal Sin embargo, en el siglo xvill se producen algunas sueltas, coplas encantadoras por lo satíricas ya contra la corte, ya contra el clero, y era porque en el siglo en al xw los del pueblo de Francia independiente mente de los de Provenza, se enriquecieron con lo popular, con lo voluntario y natural, cantándole a las flores, al campo, a la vida, a las glorias y proezas. Por eso, cuando los galos se dedicaron a lisonjear a la corte con odas e himnos, perdió su espontaneidad y su belleza: En Moliere, en pleno siglo xvi, vuelve a vivirse el galo del siglo xvti, alma llena del ser y pensamiento franceses. Por eso ad.
miro yo tanto a la Rochefoucault. Así, hoy encontramos que la pura retórica, la falsedad y lo jamás no sentido, predominan en aquellos cantos, alejándose el hechizo de lo puramente lirico, excusando un poco a Baudelaire y a Alfredo de Musset.
mi Justo es que se pase por alto lo que sigue a estas evoluciones de in poesia francesa, y se llegue a la prosa, para tocar de cerco al