230 REPERTORIO AMERICANO Glosa de la pequeña cazadora Envio del autor. Quito, Ecuador Febrero de 1936 Deja de perseguir las alimañas, venid a ver a un hombre perseguido a quien no valen fuerza ya, ni manas.
GARCILASO DE LA VEGA: Eglogas II rendido ya a tus plantas.
Ven a mi corazón, pequeña cazadora, trae tus flechas raudas, tu arco tenso y flexible, tus dulces ojos claros, tus manos mañaneras.
Dulce más ya tan cruel perseguidora venid a ver a un hombre perseguido.
Noche ya sobre el campo los colores fundiendo Uniendo ecos y ayes tu voz desde el suspiro lejana luz, suave canción del sueño.
dulces estrellas tenues titilando Sal del bosque de ensueño donde corre tu planta pequeña cazadora, ágil como la llama, móvil como la ola, tenue cual la sonrisa, deja de perseguir las alimañas.
Frente a tus flechas fácil blanco quieto.
Plantas paralizadas, de gozo el cuerpo tiembla, esperando tu dardo, cazadora ligera.
la de los pies risueños y la sonrisa clara, esperando tu muerte, para mi vida tuya, la muerte de tus manos arco, flecha, mi heridarecta, suave, sin mancha, volando en la sonrisa, hundiéndose en mi pecho, cual la caricia, dulce.
Pequeña cazadora, para tu ardid perfecto en mi no valen fuerza ya ni manas.
Ven a mi corazón. Aqui el descanso.
Aquí también senderos para tu pie incansable.
Aqui también el blanco para tus flechas rápidas Aquí para tus pasos, camino pronto y claro, Alejandro Carrión El don in efa ble Envio del autor. San Jose, Costa Rica y marzo del 1 Te he comparado al fuego.
He vuelto a desear tu presencia de leona ieliz o árbol conmovido.
Me ha sido revelada tu transparencia de uva El dulce riego de tu cuerpo debe pertenecerme.
Debes entregarme también esa cosecha de lino que te defienden las manos sobre el pecho.
Quiero ser el dueño de tus lagares.
Yo, en cambio, descansaré mi cabeza en tu corazón y te dotare de muchos destinos.
Pero aqui estabas.
De la cabeza hasta los pies toda la carne dispuesta El sueño habitaba todos tus rincones como un perro fiel y yo temin espantarlo, Tus ojos estaban cerrados, pero yo sabia que me miraban. se alegró mi corazón de estar en paz con mi pensamiento.
Cuando despertaste, dimos gracias a Dios por habernos hecho hombre y mujer. ambos nos mirábamos y estábamos blancos en el amanecer. 2 Aun no me he atrevido a llamarte Amada y ya sé el lugar en que estará nuestra tienda Será de Este a Oeste, para que la espada del dia siempre atraviese nuestro corazón.
La noche, sin embargo, llevará una gran luna cuando entremos en nuestra tienda, todo será puro, como si todo hubiera subido a la cima de las montañas.
Te invitaré a mirar el cielo por nuestros cristales.
El silencio será como un ojo enorme.
Presas de un miedo súbito habremos cnido el uno en los brazos del otro.
Ahora, tómalo He caminado con el entre las manos.
En alto lo traía como se llevan a la guerra los estandartes.
Los soles se apagaban delante de mi corazón.
Las mismas duras piedras eran suaves ahora como rosas o manzanas.
Tómalo de mis manos en tus manos.
He aqui que ahora, ahora que no está en mi mi corazón me da in alegerin Mira cómo me cae de las manos lo dulce que he recogido acariciándote Es como si las hubiese lavado en rosas o palomas.
Porque tienes los ojos de las palomas y la piel de las rasas.
Tengo en los ojos la suavidad de haberte visto desnudo.
No necesito nada, pero bésame, que yo me duerma.
Besume en la frente para que el sueño sea puro.
Ven. Yo te enseñaré a llevarlo.
Limpias estarán tus manos de lo que no sen tú misma.
Porque delicado es como el más tierno infante, Suave como las plumas del más joven pichon Le encenderás con el calor de la cima de miel que son tus pechos.
Viento suave, tu almn animará su llamn.
Tu carne, leña y perfumada resinas le irá entregando alzarás su brasa en triunto, como los estandartes. sobre todas las cosas, has de ser pura.
Nadie será contra mi corazón.
Desperté a tu lado con sobresalto.
Crei que te me habían llevado enemigos mios.
Isaac Felipe Azofeifa