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164 REPERTORIO AMERICANO tinela, pan conmueve sin relórica, por de México hasta las bienaventu dor de varias lenguas modernas, registrar en el manometro los graque reprezenta en pocas linens la radas llanuras del sur del conti hacia suyas todas las notas de dos preciosos de su potencia.
insuficiencia de dos grandes ing nente. Gutiérrez Nájera, Silva, colorido fascinador y cargadas de Londoño no fué poeta de escuetituciones históricas: el cristia Dario, del Casal, Lugones, Valen la inquietud de la hora que traian la. Eludió el influjo de los cenismo y la democracia. El cen cia abrian nuevas sendas en el por entonces a Sud América los náculos por los cuales pasaba con es un grito de piedad an bosque casi inexplorado de la poe mensajeros del espiritu. La hora indescifrable sonrisa. Cada escuete el cáncer del servicio militar sia americana. En Francia, en y sus naturales inclinaciones fi la le tenía por convencido adepobligatorio que desplaza les ba Alemania, en Inglaterrà formas jaron el carácter personal de sus to de sus cánones, tal vez con ses mismas de la civilización con renovadas, ideas modernas, se primeros versos. Por la forma fundamento porque dentro de su temporánea. Su clegia en la muer norvaban el espíritu de las nuevas quedó en los moldes clásicos den bondad de su hospitalaria estete de Silva llena todo un amgeneraciones literarias. En Es tro de los cuales se movia su ins tica habia graciosos argumentos biente literario. Londoño estaba paña reinaba todavia el sopor que pitación con absoluto y severo do para declarar plausibles muchos Organizado mentalmente para antecede a los grandes movimien minio de todos los recursos del puntos de vista, aunque fuesen apreciar en todo su vasto signi tos del alma colectiva. El impul arte. Sus endecasilabos son pu contradictorios juzgados con las ficado la obra y la persona de so arranco de América en donde ros, de armonia interior y de re tablas de valor rigidos al redeSilva. Cuando aparecieron estos el influjo de letras extranje conditas cadencias. Pero en esas dor de los cuales giran y perecen versos los cenáculos literarios de ras, especialmente las de Francia, formas rigurosas, aladas y ducti las escuelas. Su obra no invita entonces imaginaron que un nue no tenía que superar obstáculos les, estaba encerrada una sensi a la imitación: es demasiado pervo talento poético recibia del des preocupaciones añejas y ani bilidad personal que armonizaba sonal y a un mismo tiempo tan Lino mutable la consagracia madversiones infundadas. Cuando espiritualmente con las más re oxenta de exageraciones en su sede las gentes ante la tumba de un la transformación empezaba a ga finadas exigencias del espíritu veridad de mármol que el neofigenial artista de la palabra. Co narse las mejores inteligencias de moderno, Londoño tiene en la to no logra captarla en su unidad mo ya hemos dicho, su alto con letrados y poetas, Victor Londoño poesia americana esa posición de de cuerpo orgánico.
cepto de la poesía y del arte, la iniciaba su carrera de artista li primordial significado. Fue el ar Su poesia fué semejante a su severidad con que aplicaba los terario. No reaccionaba contra las tista puro que expresaba en elå vida: igual a si misma, severa cánones de la critica a su propia formas antiguas según lo practi sicas formas impecables, las in en los contornos, piadosa, desinobra dejaron apagar en sus ma caron con exceso algunos de sus quietudes, los anhelos, los nuevos teresada, reflejo de las bellezas nos la lámpara que arde serecontemporáneos. Londeſio estu y desbordantes afectos de la edad circundantes y en pugna con el na Las diaba sus clásicos españoles, no moderna. El rigor de la critica mal arrollador y fecundo. No es primeras composiciones poéticas de Londoño aparecieron ignoraba la pálida imagen que que el mismo aplicaba a su obra posible imitar la una ni la otra.
en risueña época de la poesia habian proyectado sobre España paralizó en parte su actividad es Contentémonos con admirarlas en su inasequible realdad y beamericana en que sonaban ecos las obras de Tennyson y del mar piritual, asi como la caldera diside transformación en lucha des. moreo Leconte de Lisle; y posee pa una parte de su esfuerzo para Heza.
de Aniversario Poesías de Víctor Londoño Selección de El Tiempo. Bogotá, 28 de junio de 1956 José Asunción Silva Bajo la ardienta bóveda nocturna, al repasar la frecuentada senda, dialogo en la arboleda taciturna con tu pálida sombra de leyenda.
Tú, predilecto de los dioses, viste, serena el alma y con esquivos ojos, la fertil rama de laurel, los rojos mirtos robados al amor. Naciste para llevar sobre la frente rosas ae aroma extraño y de misterio llenas; para besar las sienes de las diosas bajo los sacros pórticos de Atenas.
bajo el albor de sus miradas hondas. Por qué la noche la dijiste tarda?
Es para ti mi juventud gallarda, mi pecho esquivo a los amantes lazos.
Ya no ambiciona mi apolinea frente fácil lisonja de caricia ardiente; quiero dormir bajo la paz del cielo, pero dormir en tus mullidos brazos, libre de insomnio, en tálamo de hielo.
Te miro como entonces, y me agravia la risa de tus labios abrileños: tu voz me dice, en los augurios sabia. Vigila en el umbral de tus ensueños.
Cómo sangró mi corazón desnudo ante el oblicuo sol de tu mirada!
Oh tarde de noviembre, cierzo rudo, frigido como el hierro de una espada!
Paisaje ilusorio tu velado mirador, envuelto en vaga red de hiedras tembladoras gala del rojo cortinaje suelto viste llegar en las dormidas horas en que al refr de alborotado coro furtiv nota en los espacios yerra, musa gentil cuya sandalia de oro apenas rasa el polvo de la tierra, Cuando la Esfinge interrogar quisimos, miré en tu faz palidecer las rosas, y al fondo de la cripta descendimos mudos y con las manos temblorosas.
La sombra de oscuro ramaje buscaba en medio a las flores con paso indeciso; el cálido soplo del bosque agitaba su exangue belleza de enfermo narciso.
Alli fué el beso iniciador. Procura de aquella voz que transfigura y pasma, recordar el murmurio en tu clausura, y tórna a mi jardin como un fantasma.
Mas la guirnalda que tejió su mano pobre la hallaste y sin matices; vano fué su esplendor de juventud, que grata solo te fuera la corola inerte er cuyos albos pétalos desata soplo de aroma arrobador la Muerte.
De sus labios, en tenues rumores, trotaban ingenuos la pena escondida, la miel de floridos amores y el dejo punzante que acendra la vida.
Vejez de Sátiro Tu planta insegura detrozan los yermos, tus ojos esquivos el tedio retratan; cué labios enfermos pusieron en ti las caricias que matan?
Reclinado en la hierba que humedece la tarde, cella el Sátiro adusto. Con mirar afligido ve la copia doliente de su rostro cobarde en el fondo sereno de las agulls sin ruido.
Sólo esa extraña viajadora esquiva de frente blanca y de pupilas graves, que el sueño infunde con sus labios suaves y ama a la hermosa juventud altiva, marcó tu asilo con su pie liviano: y cabe el lecho, en el pasado muro vino a colgar con sigilosa mallo su leve manto de crespón oscuro.
Excucha mi acento con leve sonrisa que guarda reproche infinito: ie mostraba los lirios de nieve, miraban sus ojos un lirio marehito. la sombra de encinas, en pesado sosiego, grava el cálido vientre de la tierra florida: en su lomo cansado, bajo un coplo de fuego, con temblores de fiebre se desborda la vida.
Regó en tu pecho sus guedejas blondas, como sumida en amoroso dejo: bañado el rostro en limpido reflejo, las rosas de sangre en las eras rasgaban su cáliz al fuego del dia; estis rosas sinceras ros hablaban con dulce ironía.
Huyen raudos tropeles. En su pecho de an.
cinno de los viejos amores la ternura despierta