REPERTORIO AMERICANO Sobre Joaquín Edwards Bello y La Chica del Crillón Por LUIS ALBERTO SANCHEZ Envio del sofor. Santiago, Chile. Febrero de 1936 Edwards y Bello: dos apellidos predestinados que lo destinaban a lo diplomacia per manente y a los Clubs y Hoteles de lujo, cruzólos una neurastenia que no aniquila, sino que exalta, un estado espiritual que el tró pico lanza a la revolución a la asonada, al estupro y al suicidio, y que, en buena cuenta es la versión vital del romanticismo con génito de América ecuatorial yasi surgió Joaquin Edwards Bello, sin poder desatar ciertas amarras que, a través de su temperamento, se convierten no en ancoras, sino en trampolines para proyectarlo en el spacio y hacerle dar caprichosos volatines. Pero desde luego, sin ser volatinero. Al contrario, Joaquin representa el antivolatin, por su pertinacia y su valentia.
Los dos apellidos influyen de modo permanente en la obra de Joaquín. veces so Juzgándole, a veces para excitarle a la emancipación, a el que siempre es o trata de ser emancipado. Parco por snjón, locuaz por tropical, a veces, pese a las reglas de Luzan, saltansele la agricultura de la zona Torri.
dal, pero sin la oda del abuelo Bello. En Edwards Bello hay un personaje literario rato en Chile y singular en América. En el el escritor y el hombre coinciden en forma poco común Su facundia es la de su estilo, en el que la abundancia nunca es vaguedad.
Su monólogo es el de su estilo, en el que monologa, porque nunca siempre él es pro.
tagonista de sus obras, sin embargo sus monólogos son algo tan personal que bien podrian ser llamados, con riesgo de ofender al buen sentido al buen criterio. diálogos de una sola persona.
bloid de las letras, cuando no se tiene ideas de cierto calado. a cuya frivolidad he oido ponderar incesantemente, lo que menos le faltan son las ideas. De puro buscarlas y repensarlas, se contradice. No es de los que tienen un camino fijo, porque es una sensibilidad antes que un pensamiento y es un temperamento antes que una ideologia.
Pero, esa misma agonia es la que hace que, a pesar suyo acaso, su obra tenga una curiosa mezcla de humorismo a contrapelo, de folleton aventurero, de ensayo buceador de periodismo informativo, de boutade, de novela, de algo tan personal y tan lleno de vigor, tan imperfecto y tan perfecto, tan su perficial y tan hondo, tan empirico y a veces tan bien informado, que la ecuación sólo se resuelve en: obra de De puro ser asi, no falta en su obra ni siquiera la evocación: ya asomaba en El Roto. y se hizo más visible en El Chileno en Madrid y ahondó en Valparaiso, ciudad del viento en donde la nota lirica predomina a merudo, y es evocación reiterada en El Bombardeo de Valparaiso. cuya tesitura es la evocación en si Joaquin Edwards Bello Redes para captar la nube En su conversación aparece tal cual es en sus escritos. Su anecdotofilia da sabor inconfundible su charla, y surge, generali zando teorías, en su obra. Contradictorio, a fuerza de querer ser preciso y de no someterse al rasero común, resulta analista en el pormenor que caza, pero, una vez atrapado, no espera más, y salta a la generali.
zación, a la sintesis. Sin espíritu científico, por sobra de temperamento artistico y por superabundancia de vitalidad, su estilo cojea a ratos, pero siempre da la sensación de la pisada de hombre fuerte. Nada hay en el de terso anémieo del cabal linfático, que no se altera y que ni siquiera suda porno perder la linea, ni la poca vida que se encierra en su cuerpo claudicante.
Joaquin Edwards Bello es todo lo contrario. Su rebeldia es signo de su inconformidad, pero nun.
ca aparece como un insatisfecho que mira desde afuera. Està descontento, pero, sin confesarlo, su malestar empieza en si mismo. Se le podria llamar de muchos modos, aludiendo su conflicto permanente de aristocrata en pugna con los aristócratas, mas no con la aristocracia. Seria un oligarca, sin in oli garquia vigente. El Roto. su obra consagradora, es un grito de rebeldia y un anhelo de demostrar que la vida es diversa a la del Club y el Hotel caro. Residente en Santiago, sus fervores sor para Valparaiso ciudad del viento y del mar. Cuando hay banque.
tes a escritores, Joaquin no asiste, pero no está ausente nunca, y siempre es cordial. Ello no comporta ninguna táctica por su parte: carece de táctica. Es que se da tan enteramente desde el primer instante, sin necesidad de halagar a nadie. Vive en perpetua actualidad, sin buscarla para si, pero sin perderla de vista para sus temas. Sin embargo, no hay ningún retrato contemporáneo de B, lo cual, lejos de ser un sin embargo es un como lo demuestra eso. Ade.
más, la ausencia de retratos presentes reveln su pulcra actitud personal: nada de celestineo literario, confianza en la obra y desconfianza en los años, que le han respetado por ser muy pocos y regularmente llevados.
Contradicciones conciliadas Escritor claro y matinal, también es matinal su vida. Se habla de su bohemia, pero lo he visto siempre muy temprano y conoce la madrugada al empezar su día. Bohemio de poco noctambulismo y alegre conventualismo, también en su obra surge pareja contradicción aparente, muy natural en estos tiempos.
Optimista, en medio de su aparente pesimismo: alegre, embozado en acritud, realiza la conciliación de los opuestos que, a primera vista, serian siempre contradicciones, Su conflicto viviente resuelve en curiosas pero visibles y francas actitudes y pensamientos. Descendiente de Bello, el purista, le defiende y alguna vez, en la conversación. de que es campeón denosta a Sarmiento, el adversario de Bello, pero, quien más semejante a Sarmiento en la abundancia, en la originalidad y en la arbitrariedad, preñada de observaciones certeras y de polemismo incansable, que Un optimista de mal humor Este observador lirico, ese viajero cosmopolita anclado siempre en Chile, siempre en America, mas que en Chile, siempre en la vida, posee una cualidad no muy común en la novela americana: su optimismo. En los desenlaces tormentosos vienen de man la gana. no es un optimista. Usando un si.
ro de Vasconcelos, habria que hablar del pesimismo alegre de Aunque yo preferiria, en realidad, hablar del optimismo triste de su estilo. través de ese optimismo desfila la vida chilena, con perfi.
les caricaturescos y apasionados, pero con mucho amor. Es un enamorado que no quiere decir su derrota. Es un chileno confeso de antichilenismo, de pura chilenidad. Ataca lo que más ama, lo que más práctica. Es local, pero no lugareño, y hay que fijar las diferencias. Es incorrecto, pero sugerente y redondo como ninguno. Es alegre y es triste.
Va al pasado, pero a condición de convetirlo en presente, porque no puede salir de la actualidad. No busca la novela rural, tan frecuente en Chile, sino la citadina, la del problema de hoy. así, con estas armas, aso.
ma en La Chica del Crillon. la recia obra de su madurez, cuyo desenlace atempera la felicidad de Hugo Wast con la pimienta de un humorista, un Oppenheim por ejemplo.
Alguno habrá que suponga que la comparación es denigrante. Creo que Wast representa un género optimista insobornable. huye de la acidez de la novela patética pa ra darnos el drama agridulce de la vida co tidiana. La Chica del Crillon la conos co, la conocemos todos. No he de referir aqui su argumento. Ya sé que habrá de ser na rrado, con lujo de detalles y cita de las på.
ginas respectivas, en otras críticas eneliti.
queras. Me basta apuntar mi impresión ge.
neral, a pesar de que el impresionismo en la crítica literaria no es la última palabra aunque siempre es mucho más de hoy que el modo de Valbuena y de Bobadilla. que el áspero krausismo.
Actualidad y evocación Su culto por la actualidad le empuja fa.
cilmente a la defensa teórica del folletin, y.
a ratos, a su práctica levisin. La prisa y la actualidad no tienen otra folución admisi.
ble en la literatura que una especie de la