REPERTORIO AMERICANO 991 nático de todos los hombres y precisamente en el momento en que la idea de lo supernacional resplandecia por primera vez victoriosa en Europa, fue arrebatado en medio de una de las más salvajes explosiones de pasión colectiva, nacional y religiosa que conoce la historia Por lo general, aquellos acontecindientos a los que atribuimos una significación histórica, no liegan, en modo alguno, hasta la viviente conciencia del pue.
bio. Aun las mayores olas de la guerra no alcanzaban, en siglos anteriores, sino a poblaciones aisladas, a aisladas provincias, y.
en general, el hombre espiritual podia lograr mantenere aparte de la agitación, en enso de contiendas sociales o religiosas, y contemplar desde lo alto, con corazón imparcial, las pasiones de los politicos Goethe es el mejor ejemplo de ello, el cual, imperturbable, prosiguió creando su obra intima, en medio del tumulto de las guerras napoleo micas. Pero a veces, en muy rara ocasión en el decurso de los siglos, se originan tensiones contrapuestas, de tal fuerza de impulsión, que todo el mundo queda desgarrado en dos pedazos, lo mismo que una tela, y este desgarrón gigantesco se extiende a través de todo pais, de toda ciudad, de todo casa, de toda familia, de todo corazón. Por todas partes, entonces, con su presión monstruosa, se apodera del individuo la fuerza inmeusa de las masas, y éste no puede defenderse, no puede salvarse de la locura colectiva: un oleaje tan furioso no permite que haya ninguna firme posición, ninguna posición aparte. Estas totales divisiones del mundo pueden hacer explosión por el cho.
que de problemas sociales, religiosos o de cualquier otra indole teórica y espiritual, pues, en el fondo, es siempre indiferente pa ra el fanatismo la materia con que se inflama: sólo quiere arder y dar llamas, descargar su fuerza de odio acumulado; y precisamente en tales apocalipticas horas universales es cuando, con mayor frecuencia, in umpe, en el delirio de las masas el demonio de la guerra, rompe las cadenas de la Tazón y se precipita sobre el mundo, libre y lleno de gozo.
En tales espantosos momentos de locura colectiva y división universal, carece de toda defensa la voluntad individual. En vano es que el hombre espiritual quiera salvarse en la apartada esfera de lo medita clon; los tiempos le fuerzan a penetrar en el tumulto, hacia la derecha o hacia la izquier da, a inscribirse en un bando o en otro, a adoptar un tema u otro, de los partidos en lucha; nadie, entre los cientos de miles y millones de combatientes, necesita en tales momentos de mayor valor, de más fuerza, de más decisión moral, que el hombre que ha adoptado una posición central, que no quiere someterse a ningún delirio partidarista.
a ninguna unilateralidad de pensamiento. aqui comienza la tragedia de Erasmo. Como el primer reformador alemán (y realmentn el único, pues los otros más bien fueron revolucionarios que reformadores) habia tratado de renovar la Iglesia católica según las leyes de la razón; pero el Destino puso frente a él, hombre de espiritu de muy dilatada amplitud de horizontes, evolucionista, un hombre de acción, Lutero, un revolucionario, egitudo demoniacamente por lan broncas fuerzas del pueblo alemán. De un solo golpe, el férreo puño aldeano Docfor Martin destroza lo que la fina mano de Erasmo, sólo armada de la pluma, se habia forzado por enlazar, timida y delicada: mente Durante siglos, quedará partido el or be cristiano y europeo en catolicos contra protestantes, gentes del Norte contra gentes del Sur, germanos contra romanos en este momento, sólo hay una elección, una decisión posible para los alemanes, para los hombres de Occidente: o papistas o lutera ros, o el poder de las llaves de San Pedro o el Evangelio Pero Erasmo y esta es su acción más memorable, es el único en tre los guiadores de aquella época que se niega adscribirse a un partido. No se pone del lado de la Iglesia, no se pone del de la Reforma, por estar ligado con ambos bandos: con la doctrina evangélica, ya que por convicción era el primero que la habia exigido y fomentado; con la Iglesia católica, por defender en ella la ultima forma de uni dad espiritual de un mundo que se viene abajo: Pero a la derecha hay exageración y a la izquierda hay exageración a la derecha fanatismo y a la izquierda fanatismo, y el, el hombre inmutablemente antifanatico, no quiero servir a una exageración ni a la otra, sino sólo a su norma eterna, la justicia. En vano se coloca como mediador en di centro, y, con ello, en el puesto de mayor peligro para salvar en sta discordia, lo general humano, los bienes de la cultura co lectiva; lintenta con sus desnudas manos, niezclar fuego y agua, reconciliar unos faneticos con otros: cosa imposible, y, por ello, doblemente excelsa. Al principio, en guno de los dos campos se comprende su conducta, y, como habla con suavidad, cada cual confia en poderlo atraer para su propia causa Pero apenas comprenden ambos que este espiritu libre no quiere prestar acatamiento a ninguna ajena opinión ni proti ger ni ayudar a ningún dogma, el odio escarnio caen sobre el desde la derecha y desde la izquierda. Como Erasmo no quiere ser de ningún partido, rompe con los dos. para los guelfos soy un gibelino y para los gibelinos un guelfo Lutero, el protestante maldice gravemente su nombre: la Iglesia católica, por su parte, pone en el indice todos sus libros. Pero ni amenazas ni injurias pueden inclinar a Erasmo hacia un par tido o hacia otro; nulli conedo. no quiero pertenecer a ninguno, este lema suyo lo mantiene hasta el final: es homo per se, hom bre aparte, hasta sus últimas consecuencias.
Frente a los políticos, frente a los conduetores y seductores populares que impulsan hacia una pasión unilateral, el artista, el hombre de Spiritu en el sentido de Erasmo.
tiene la misión de ser el mediador comprenbivo, hombre de mesura y de centro. No tiene que estar en ning frente de batalla, sino unica y exclusivamente en la que se libra contra el enemigo común de todo libre pen samiento: contra el fanatismo; no apartado de los partidos pues participar en el sentimiento de todo lo humano es vocación del artista, sino por encima de ellos, au dessus de la melee, combatiendo las exageraciones de uno y otro lado, y, en todos, el odio sin sentido y siniestro.
Esta posición de Erasmo, esta indecisión o mejor dicho, esta voluntad de no decidir, fué, con gran simplicidad, calificada por sus contemporáneos y sucesores como cobardia, y se mofaron de sus vacilaciones conscientes, como si fueran flojera e inconstancia. En efecto, Erasmo no se confesó, con abierto pecho, al mundo, como un Winkelried; heroismo sin temor no era propio suyo. Com toda prudencia, se plegó para apartarse; galantemente oscilo como una caña, a derecha e izquierda, pero sólo para no dejarse romper por el viento y volver Siempre otra vez a levantarse. Ne llevó orgullosamente, como una bandera, delante de si, su declaración de independencia, su nulli concedo sino escondido bajo el manto como linterna de ladrón; temporalmente se agazapo y ocul to en escondrijos y utilizó efugios y pretex tos, durante las más bárbaras colisiones del delirio colectivo; pero, y esto es lo más importante mantuvo a salvo e intacta de los espantosos huracanes de odio de su tiempo su joya espiritual, su fe en la humanidad, y en este breve pabilo ardiente pudieron en cender sus luces Spinoza, Lessing y Voltaire, como podrán hacerlo, más tarde, todos los futuros europeos, Como único de su neración Espiritual. Erasmo permaneció mas fiel a toda la humanidad que a un clan de terminado. Fuera del campo de batalla, no perteneciendo a ningun ejército y hostiliza do por ambos. Erasmo murió solo y solitario. Solitario, es verdadpero esto es lo decisivo independiente y libre.
Mas la historia es injusta con los vencidos. No ama mucho a los hombres mesura dos a los mediadores y reconciliadores, a los hombres de la humanidad. Sus favoritos son los apasionados, los desmedidos, los bárbaros aventureros del espiritu y de la acción de este modo, ha apartado la vista cesi despectivamente de este callado servidor de los sentimientos humanitarios. En el cuadro gigantesco de la Reforma, Erasmo e In angello cum libello kempis. En un rinconcito, con un librito, un buen cigarro y una copa de ANIS IMPERIAL SUAVE. DELICIOSO SIN IGUAL FABRIGA NACIONAL DE LICORES SAN JOSE, COSTA RICA