312 REPERTORIO AMERICANO Reca do sobre las Islas Por GABRIELA MISTRAL Envío de la autora. Lisboa, Portugal, Mayo de 1936 Amor de Islas. Como es condición nues.
tra que gustandonos la tierra prefiramos el mar, las costas nos placen pero las Islas son nuestro encantamiento. El mapa mundi nos pone los ojos en las masas de los continentes y apenas advertimos la salpicadura de islas y archipiélagos. Pero son muchas las Islas y entre tierras habidas, ellas se nos vuelven las más amadas si a ellas llegamos pejo y alguna vez de estas para Las Islas pergeñan unas formas bastante antojadizas en cuanto a ahijadas del mar que no crea cosas iguales por la mucha fantasía de su carácter. Las hay alargadas en pez común o en anguila: en arco esbelto, redondas y modosas según la medusa; acoHuradas en anillo y anillo, cuando son covaligeneas: las hay de costas aserradas o macizas como acabadas de caer en bloque al mary y debajo estas formas clásicas, las hay de dibujo bárbaro.
Aparecen en cualquier parte del globo, aunque hormiguean más desenfadamente hacia los Polos, donde la tierra va a agotartse, o hacia el Ecuador, donde el mar ancho consiente mayores hazañas y caprichos. Chile tiene casi tantas como el Canadá y valen casi por un pais insular esos pies nuestros, tan despedazados que caen sobre el Polo Sur Se cuentan unas Islas niñas que hizo nacer un volcán repentino y que sus pobladores han visto nacer; se leen las crónicas de otras que aparecieron como por juego a conocer la atmósfera y que se sumieron en dias o en horas Las muy grandes ni quieren ser islas y pretenden de pequeños continentes como la Groenlandia, la Islandia o Madagascar. Las minúsculas no alcanzan a llegar al mapa mundi, aunque tengan nombre como unas pequenas personas y quedan en la boca de sus hijos o en el comento de los lobos de mar que hasta ellas alcanzaron Muchas se abrigan al costado mismo de los continentes viven de veras bajo su dependencia no se cuentan como criaturas maritimas itimas muy reales; otras muy aventureras se han lanzado a pleno océano, lo más lejos posible del pais a que pertenecen, como la Isla de Pascua cuya chilenidad existe en plena Oceania o como los centenares que gobier na Gran Bretaña, formidable patrona de is.
los Los Islas suelen poseer una emancipación absoluta del Continente, en geologia, flora y fauna suyas que son Originales. Por eso las Galápagos ecuatorianas dieron a Darwin mucho que aprenderles y por la familia de los naturalistas las frecuenta como a piezas de averiguación preciosa Cargan estas suertes odiosas Madagascar con dos cárceles y la Isla de la Reunión con una, la Lipari, prisión politica de Italia, la mal nombrada Isla de la Salud en la Guayana francesa y el Castillo de tremenda memoria de la costa venezolana. Suelen destinarlas a cementerios que no dejan de ser mejores que los de costa adentro por el desy la alegria que les da el mar.
Napoleon dejó dos Islas marcadas, una por su fuga y y la otra por su acabamiento Otro mejor que el, San Juan Evangelista, escribió sus visiones y murió después de ellas en la Isla de Patmos, del mar griego.
Un hombre de novelón, menor que estos dos en suerte y en desgracia, el Conde de Montecristo dejó su aventura en el Castillo de If de un islote marselles. un inglés llamado Alejandro Selkirk, no tan desgraciado ni tan feliz como quieren sus sus comentadores, quedó abandonado en nuestra Juan Fernández cinco años y su experiencia corre todavía por el mundo contada a su sabor por De Foe en libro que llaman Robinson Crusoe, y que es el aya imaginera de los niños del planeta. Todo esto no obsta que el continente suela regalarles mimos y privilegios señalados. La Isla es generalmente pedestal fértil y de atmosfera tierna.
campeón de clima óptimo, y los nombres de estas afortunadas corren por el mundo, más que el de los héroes. Se llaman Sicilia, Capri, Corfu, Mallorca o las Bermudas a ser niños mimados del globo: la gente de cualquier parte las mira como cosa familiar y no y no quieren morirse sin ir a verlas como a la Venus del Louvre o a la Cena de Leonardo Muchas Islas pueden llamarse hogares te.
lúricos, fraguas de fuego destructor y creador. Nacieron de volcanes, se destruyen por ellos o hallan modo de morir al margen de catástrofes más o menos frecuentes. Recuerdan un calendario entero de erupciones: se habitúan a la cólera de sus titanes, y las poblaciones isleñas apegadas filialmente a estas potencias demoniacas se niegan a abandonar el territorio querido y tragico. Corre un caldo igneo bajo sus cuarzos o sus limos y parece que esta constitución interna de salamandras origine la fecundidad fabulosa de algunas Islas. La Martinica francesa ha conocido el furor del Mont Pelé y el Imperio japonés se asienta sobre la boa subterráneo de fuego que es todo su archipiélago Con frecuencia se aprovecha a las Islas para la defensa de las costas. Las pobrecitas fueron las primeras, por adelantadas!
en el mar, en recibir a conquistadores o a piratas. Las Antillas conocieron a los españoles mucho antes que el continente. Comenzada en ellas la dominación colonial, pasan después a asegurar por medio de fuertes la posesión del suelo firme.
Han caido sobre las Islas los trances de los piratas y filibusteros que en tiempos de corso pleno inficionaban el mar y hacian de las muy asequibles su refugio, el punto de partida de sus felonias o el de su arribo feliz con la nave de los botines frescos.
causa de que su fertilidad da medios de vi.
da más fáciles que la pelea con el Caribe Pero en los suelos pauperrimos de Terranova es el mar o ninguna cosa quien abaste.
ce. En el extremo Oriente, zona de tifones de hambrunas entre Borneo y Filipinas, el isleño vive en el agua sobre casas canoas. Por el día sale mar afuera a tender redes y por las noches duerme en sus bal.
sas. Este hombre ha hecho ya un trueque de elementos: la tierra se llama su recreo y el mar su permanencia.
Después de las pescas lucrativas de la ballena, el bacalao y el salmón, los Nórdicos explotan otros logros del mar en la pesque.
ria de los animales marinos de piel. Sobre el viejo continente, la Rusia, dueña de ámbito polar, retiene la industria dura y bien pagada de las pieles. En el Continente ame.
ricano, el Canadá y los Estados Unidos hacen otro tanto en el cardumen de islas que se abre al norte de la Bahia de Hudson y que hierve en torno de Alaska, El mar es almacén perlero. La gracia de la ostra perlifera corresponde a las aguas calientes, al Golfo Pérsico, al Mar Rojo, al Oceano Indico o al Pacifico acalenturado que abraza las Islas Hawai y las Filipinas, o nuestro Mar Caribe, agua de maravilla que apenas conocemos y que hacia las costas ve.
nezolana y panameña cría la almeja codiciada Otras presas más asequibles que cede el mar son las esponjas El Mediterráneo en el Archipiélago Griego y en las Esporadas italianas, mantiene desde hace siglos la industria de la esponja dorada, mercancia sin peso y de buenas cotizaciones.
Los tortugas marinas se erian en muchos lugares, pero como las algas del Sargasso se aglomeran en ciertos lugares críticos y éstos son la misma agua caliente amada de las perlas y de los corales. Cerca de Haiti la abundancia de tortugas ha dado su nombre a una islita. En la Baja California de nuestro Méjico pululan las tortugas, y en las Islas Corn, sobre el litoral de Nicaragua, vive una codiciada especie de la tortuga carey. En Madagascar, isla de cualquier portento, también la bestezuela de caparazón mantiene a la colonia de sus perseguidores. Buscan sin parar a la tortuga por dos apetitos: el de la concha, materia de durar y de lucir y el de su carne, que halaga los paladares más regodeones.
Las Islas de Guano son ciudades de pájalos que no escasean en la América. Las cos tas calvas del Sur del Perú y el norte de Chile, han tenido en ellas fama y buenos mercados y Haiti cuenta también su islita guanera, proveedora del mejor abono. Cerca de Honolulu era hace años cosa de asom bra la asamblea de albatroses eneariñados con las peñas haiwayanas, donde ellos dejaban una porción de huevos como para servir una glotoneria de titanes. Islas de pájaros llaman también al Sur de Africa, otra concentración fantástica de aves marinas, que se vuelven calamidad por su adueña miento total del espacio aéreo y terrestre, Destino de Islas. En cuanto a porción aparte, las Islas reciben curiosos menesteres que les impone el continente próximo. Anda en esto lo que llaman destino. insular. cosa que existe al igual del de las criaturas.
La tierra firme las toma por depósito de todo cuanto le resulta peligro o daño, y asi las hace lazaretog de leprosos que la costa aviento a grandes distancias. Esta destinación dio Chile a la mencionada isla pascuence, remitiendo a otro hemisferio los enfermos del mal sobrenatural. Más trecuentemente las destinan a presidios o galeras, encomendando al mar su seguridad.
Agricolas. Pero las más de las Islas no viven de azares del mar y constituyen simples asientos agrarios. Pesquería y oficios del mar los aceptan por añadidura de sus cultivos plenos: la poca área de tierra obli ga al isleño a no desperdiciarla y el clima bondadoso todo lo consiente y lo ayuda en ellas Madera llaman la flor del océano. la fertilisima produce desde la viña latina has Sus logros. Las Islas viven de las in dustrias más diversas, comenzando, natuTalmente, por ins que ofrece o impone el mar. Nuetras Antillas apenas pescan, a