Communism

136 REPERTORIO AMERICANO Explicación Por O BAROJA De Ahora, Madrid. Diciembre 15 de 1935.
Con respecto Pío Baroja (1984)
Voy a interrumpir hoy mi ocupación habitual, que consiste en contar historietas de otras personas, ocupación apacible, para hablar de mi mismo, cosa agridulce, que al mismo tiempo irrita y agrada a la vanidad.
Yo estoy llegando a esa época en la que se espera o no se espera nada, y en la cual se piensa con satisfacción en la soledad y en el silencio; pero hay algunos amigos y algunos simpatizantes, y para ellos escribo estas cuartillas Es el caso que el Ayuntamiento de San Sebastián, mi ciudad natal, quiere hacerme un homenaje, que yo agradezco en el aima; a mi, que no soy muy partidario de los homenajes y que no tengo en el pueblo ni en el país la adhesión de la mayoría. Tampoco la tengo en el resto de España ni en la América latina. Hace poco, en un periódico de lejanas tierras, donde se habla castellano, me llamaban cinico, protervo y aborto de iniquidad Claro que son motivos politicos y religiosos los que producen esa antipatia, que, sin duda, es respetable.
Tiempos pasados, un chico de Vera que había ido a vivir a Pamplona me decia que le preguntaban a él. tú ¿de dónde eres?
Yo, de Vera. De ese pueblo donde vive Pio Baroja. Sí Ese hombre es peor que un demonio.
Nos desacredita. Debian pegarle cuatro tiros.
Eso es natural. Es lógico no tener mpatia por el que se considera enemigo, y más en España, pais hasta ahora al menos. dogmático e intransigente. No se va a esperar la benevolencia del que se cree atacado en sus convicciones. Tampoco se puede el asenso del que tiene ideales literarios o sociales distintos y opuestos a los de uno.
Yo, como los demás escritores de cierta inndependencia, estoy acostumbrado a la invectiva y a la sátira.
Ello no me extraña; lo que sí me choca es ser blanco de acusaciones un tanto raras estrambóticas.
En estos últimos años me han dicho que tengo una obesidad monstruosa, que he enronquecido gritando en las tertulias de los cafés, que he sido comunista, que estoy vendido a los burgueses, que he claudicado al ser académico, y este verano pasado, un periódico nacionalista y clerical ha asegurado que soy un autor pornográfico y antivasco.
También dijeron en San Sebastián, en los últimos tiempos de la Dictadura, que yo formaba parte de la Unión Patriótica, sin duda por arribismo, como podían haber dicho que estaba afiliado a la I, a la Camorra Napolitana o al Ku Kux Klan Yo me rei de ello; pero no dejó de asombrarme que el que propalaba esta pequeña falsedad fuera de una familia arribista, cuyos miembros se han distinguido por no tener inconveniente en pertenecer a cualquier partido o fracción política con tal de prosperar y de medrar.
Recriminaciones de esta clase, a pesar de hallarme habituado al desdén y a la invectiva, me dejan un poco estupefacto, por lo inesperadas.
El escritor español corriente, por la intoxicación antigua del espíritu latino de treinta y cinco o cuarenta años que no Voy a ningún café.
Lo de venderse, me parece estúpido. quién. Para qué? Yo no he visto a nadie que haya querido comprar las conVicciones de otro. Yo, al menos, no he tenido nunca el honor de que se me haya acercado alguien haciendo de Mefistófeles, con esta idea de compraventa. No he ten:do que resistir seducciones de esta clase y he vivido modestamente de mi trabajo.
a la la claudicación de entrar en la Academia, es también una simpleza En Francia, dos escritores universales que llenaron el mundo con su fama. Victor Hugo Emilio Zola solicitaron ingresar en la Academia. Victor Hugo lo consiguió la segundo vez que se lo propuso. Zola, no.
Pues bien: lo que esos dos escritores de fama inmensa solicitaron, yo, escritor de onda corta que si ha tenido algún nombre ha sido más por lo que han hablado mal de él y de sus libros que por otra cosa no solicité. Eso si, acepté cargo y agradeci la benevolencia. Rechazarlo me hubiera parecido una prueba de modestia que no tengo o una extraña presunción de genio de café.
La acusación de pornografia y de antivasquismo, de un periódico nacionalista donostiarra, creo que es maniobra política más que otra cosa. Hoy todo es politica en España. No hay más que po itica, que cuando es honesta no parece constituída más que por unos torneos oratorios de escolares sobre temas conocidos manoseados.
Nadie que lea mis libros encontrará en sus páginas pornografia. Verá quizá incorrección, desorden, desaliento, obscuridad; pero pornografia, no. Puesto a buscar, hallará más ascetismo que pornografia pornografia se encuentra mejor en otros escritores que presumen de católicos que en mi.
Yo no puedo ser un pornógrafo. La pornografia es una tendencia a considerar el erotismo como algo trascendental, pecaminoso y demoniaco. Yo no puedo tener esa tendencia porque no creo ni en lo demoniaco ni en el pecado. La pornografia, para mí, es una cosa fea, baja y ridicula.
El padre Ladrón de a un libro Novelistas malos y bucro.
afirmaba que yo era impio, cérófobo y deshonesto. Lo de impio quizá sea lo único cierto; por eso un amigo alemán me decia en broma en una carta que mi lema debia de ser esta frase en latin: Solo impietate pius (sólo pío en la impiedad. Yo soy un curioso de la vida, y todo lo que sea falsearla en bien o en mal, por sentido pedagógico, ético o religioso, me desagrada El supuesto antivasquismo tampoco lo advertirá el lector en mis obras. Yo he escrito mucho del pais vasco y siempre con simpatia. Tal simpatia no se extiende a los ultramontanos. Estos, por su fanatismo, por su odio al libre examen y a la verdad impia y pura, me parecen productos exoticos, antirraciales, que han ahogado con sus férulas durante siglos la originalidad que podía haber en nuestro pueblo.
Dos novelas mias, las dos vascas, El mayorazgo de Labraz y Zalacain el aventurero. aunque no alcanzaron mucho éxito al publicarse, se han traducido al francés, al inglés, al alemán, al italiano, al bouitde esperar puras formas, ya no necesita ideas, ni conocimientos, ni noticias para juzgar a un hombre o a un libro: le basta y le sobra una fraseologia formada por los detritus de todos los lugares comunes viejos de la retórica. Al que usa estos procedimientos se le lama estilista.
Un escritor, según los cánones admiti.
dos por la rutina, tiene que ser un bohemio de café, un hombre de espiritu caustico, dispuesto a venderse al mejor postor Todo ello parece reminiscencia de la literatura románt. ca y de la novela por entregas.
Examinando las pequeñas inculpaciones que me han hecho, confieso que me han asombrado un poco, por lo extrañas y por lo absurdas.
Respecto a obesidad, no creo que parezca, por el volumen, ni un e efante ni una ballena. El critico del periódico Le Temps Paul Souday, a quien me presentaron París hace años en un banquete, donde estaba también Corpus Barga, me dijo. Le hubiera tomado a usted por un oficial de la Marina francesa.
No me consideraba, sin duda, tan monstruoso. No creo que los franceses confundan a sus oficiales de Marina con los cachalotes, con los tiburones o con los pulpos. Sin embargo, la idea de que yo tengo algo de monstruo debe de correr por ahi porque en un libro de Francisco Pina, de dicado a mí, se refuta esa afirmación.
Cuando era uno joven y flaco le decian que estaba en los huesos y que parecia un tuberculoso, y cuando quedó uno un poco como todo el mundo, le achacaron una obesidad tremenda. Sin duda, hay gente que no acierta nunca, ni aun siquiera en el volumen o en el peso.
En enronquecer en tertulias de cafés, el mi tiene que ser un poco raro, porque, en contra de todas las pragmáticas convencionales de la vida literaria, creo que hace en