280 REPERTORIO AMERICANO Reflejos en el agua El gallo Por RAFAEL SANCHEZ DE OCANA De El Nacional. México, Envio del autor Kan. De un grabado en el Apenas habia conciliado el sueño en la amplia y blanqueada alcoba de la casa de campo, fugoz. refugio en busca de silencio y de calma, cuando un gallo dio en desperlarme con su canto, que más tenia de marcial que de oportuno. Despertar al dormido, dista mucho de ser una obra de misericordia: lo contrario, quizás lo sea. Pues esto de dormir al despierto, si bien se mira es alivio piadoso. quien no sobran las horas. quien no pesan los dias? Bien haya que inventó el sueño dice el rustico Sancho.
ante la admiracion de Don Quijole. que despierlo sonaba. No obstante mi nalural inclinado a la tolerancia el inesperado iki ki rikil provocó un movimiento de cólera: y hasta una maldición castiza cayó sobre el volátil que desconocía mi presencia y necesidad de descanso Pero el gallo canta porque asi lo exige su condición y torpeza seria pretender que de ella cambiara por complacerme. Este hermoso y gallordo animal pense puede darnos muy sabios lecciones. Su orgullo. le veda bajeza: su arrojo, cobardía: y su impelu en lances de amor, levanta envidia y aconseja humildad. Me incorporé en la cama y el enlado a punto estuvo de convertirse en gratitud, pues recorde la orribada del Cid al Monasterio donde se hallaba su esposa: Apriessa cantan los gallos e quieran crebar albores, cuando llegó a San Pedro el buen Campeador. Aunque sin lizona que blandir.
Babieca que montar, ni Doña Ximena a quien decir de amores, me senti halagado por el cacareo. y derramando indulgencia, me dispuse a dormir.
De nuevo el gallo da señales de alborozo.
Para justificar su atrevimiento, hube en vo landas, de trasladarme a Atenas, y revivir con la imaginación los sublimes momentos en que Sócrates, con sencillo heroísmo, abandona su terrenal existencia. Luego de exponer sus consoladoras ideas sobre la muerte y lo que tras ella pueda haber, cuando se apresta a tomar la cicuta, hace un ruego a sus discipu.
los, que conmovidos, abren sus almas a las palabras del maestro. Qué ruego es este. Cuál su adiós a la vida. Acaso la reveloción de un secreto que arranque el velo al misterio e inunde las tinieblas de claridad?
No. El filósofo les recomienda sacrifiquen un gallo a Esculapio. Es la vida una enfermedad? Ante esta duda, que descubria horizontes de desesperanza, me entregue al sueño con fruición.
Ki ki ri kil El canto hirió con sana mis oidos. Para consolarme, traje a mi memoria un sucedido de discreta oportunidad, y que se refiere a Emmanuel Kant Este gran filosofome decia a mi mismo fue la más grandiosa y perfecta máquina de pensar de que puede enorgullecerse la industria humana Yton poderosa era su razón que en la Universidad de Koenigsberg explico sabios cursos de geo.
grafia sin haber conocido el mar, ni una monlana, y formuló teorias estéticas sin visitar jamás un museo, ni oir música. Tenia horror al ruido, y por ello procuraba sumergirse en el silencio, favorable sus reflexiones transcendentales.
Rodeado de silencio. atacó con brios el problema del conocimiento. Luego de profundas cavilaciones, cayo en la cuenta de que sólo podemos conocer la apariencia de las cosas, los fenómenos: pero el noúmeno, la cosa en si das dinge an sich dicho sea en ludesco, permanecerá eternamente ignorado de cuantos se afanan bajo el sol. Mientras trabajaba sin ruido, el rigorismo de su pensamiento alcanzó inescaladas cimas, demos.
trando entre otras importantes cosas, la imposibilidad de demostrar la existencia de Dios y la inmurtalidad del alma. He aquí que una causa banal, hizo cambiar el rumbo de su sistema metafisico: esta causa fue ur gallo, Kant vivío en casa del librero Kanster: un gallo de la vecindad turbaba sus meditaciones con su alegre canter. El filosofo quiso comprarlo a su dueño, el cual previendo la suerte que le aguardoba, por buen corazón se negó a venderlo. Parecia que el ave se complacia en molestar al sabio profesor: cuanlas más gestiones hacia este para que pasase a su poder, mas escandalizaba aquel en los hores del amanecer, propicias a los filosofos y ena.
morados. Kant se aprovechabo sólo de las primeras En medio de estas ondanzes, conlinuaba sus inmortales trabajos, pero el caca.
reo fue tan insistente que desvió la lógica del filosofo y en una caritativa pirueta metafísica, aduladora de la esperanza humana, rectifico sus anteriores doctrinas, regalándonos con la Critica de la Rozon Practica, la inmorlalidad del alma, y por añadidura, Dios. quien se debíon ton inestimables y preciosos bienes? un galio. Hube pues de dar por bien empleado mi despertar, y en espera de ganada revancha, se cerraron mis ojos Lo que sucedia era en verdad intolerable.
Otro iki ki ri ki! alevoso resono en el corral.
El recuerdo de los filósofos no bastaba para calmarme. Entonce vino en mi auxilio un apóstol, y con él, mi cristiana resignación Su canto, me dije no sólo hay que soportarlo sino agradecerlo. Si San Pedro en aquella noche dolorosa de la pasion no escucha por vez segunda el Ki ki ri kil hubiese seguido negando al Maestro en lugar de arrepentirse. Que habría acaecido entonces?
Me asuste al pensarlo. Cristo no hubiese podido fundar la Iglesia, y nuestras almas huerfanas de la protección divina, fatalmente se precipitarian al infierno. Frente a tan lemible posibilidad, cai en espanto. convencido de que debia mi salvación al conto de un gallo, perdone a mi vecino de cresta y espolones, y me dormi en un sueño que por lo profundo y tranquilo, era sin duda el de los justos.
Técnica sin emoción La técnica por si sola no podrá formar danzarinas, hará bailarinas y nada más.
Cuando se tiene el alma de artista se hace belleza hasta del deporte.
Los jugadores de tennis ejecutan frecuentemente verdaderas danzas llenas de gracia y de elegancia sin propósitos preconcebidos: sucede que al moverse durante el juego expresan su estado de áni.
mo y dan a su cuerpo giros que no están dentro de los cánones del juego, sino que tienen origen interno.
Pugilistas hay que al entrenarse, bai lan sin saberlo, una positiva danza querrera, llena de armonia.
Muchos deportistas hacen arte sin darse cuenta de ello y muchos danzarines ejecutan entrenamientos creyendo que dan emoción estética; sucede que en los primeros hay un impulso interno que no existe en los segundos.
Hay nadadores cuyos movimientos dentro del agua están llenos de ritmo y de significación estética.
La técnica independiente de la interpretación está subordinada a la higiene y a los resultados fisiologicos, La parte estética corresponde a la in terpretación Los pasos, o sean los movimientos de los pies, acompañan siempre una ac titud; en cambio, la actitud, no siempre va acompañada de pasos.
El movimiento en la danza lo cons.
tituyen el paso y la actitud: el primero es objeto de estudio de la técnica: la regunda pertenece tanto a la técnica conto a la interpretación. De Luz Vera, en su tesis La danza. México, 1929. El cabalgar hispano Es la última noche en que el desterrado se acuesta sobre la tierra de su señor. Sucede, entonces, que el durmienle sueña lo que lo previsión de la fontasia sugiere al onimo preocupado El subconsciente toma la forma del ángel Gabriel y le ordena. Cabalga. Compeador, que nadie cabalgo con más suerte que lü. En todo hos de triunfar mientras vivas.
Cuando despierta el Cid, se sentigua, monto su ceballo de guerra, y se dirige resuelto mente a la frontera El angel Gabriel tenia razón. La oscuro voluntad de lo roze no se equivocó al corporizarse en profelico sueño.
Cabalgo el Cid, y cabalgaron sus nicloa. Batieron el polvo de Europa saltaron sobre los mares y revolvieron los arenales de Africa y los selvas del Nuevo Mundo. Siglos y siglos! Millones y millones de leguas americanas galopan los centouros de la Conquisto de la Emancipción y la Montonera. Adelantodos, libertadores y gauchos cabalgan a lo largo o a lo ancho de Ins pampos y de los Andes.
Los jinetes, en marcha dibujan en el término de Casilla las iniciales de este incansable cabalgor his pano de este caudaloso vivir que crea y destruye como la libido de la carne y la combustión del espiritu.
De Leonidas Vidal Pera, en Meditaciones del Cad. Bu Aires. 1937)