Joaquín García MongeVíctor Raúl Haya de la Torre

82 REPERTORIO AMERICANO Carta al Lector su Cuando don Joaquin nos dejó no hizo ninguna recomendación para la continuación de su Repertorio. Sin embargo, estamos seguros que todavía pensaba en obligación para los suscritores de dar remate al tomo Ello nos ha movido ha hacerlo en este último número.
Muchos han expresado su inquietud del porvenir del Repertorio y hemos recibido una propuesta del Consejo Universitario que publicamos y sobre la cual deseamos oír la opinión de los suscritores. La esperamos en el Apartado Letra En los meses del 1958 que él alcanzó a vivir continuó recibiendo los homenajes que siempre se le prodigaron. Tal como la Orden de Rubén Darío, el honor más elevado que la República de Nicaragua concede a los beneméritos servidores de la Patria y de la Humanidad. Mucho le debe la cultura de Centroamérica al infatigable esfuerzo de don Joaquín García Monge, costarricense preclaro, que podría reclamar con derecho el título de Patriarca de las Letras Hispanoamericanas.
Desde la cátedra iluminada por su palabra, hasta las prestigiosas columnas del «Repertorio Americano, su figura es faro orientador para la juventud y la intelectualidad de Iberoamérica. Por ello Nicaragua se honra, honrándolo. Palabras del Sr. Presidente Luis Somoza, Novedades de Febrero 1958. Don Luis Barrios Llona, Embajador del Perú, solicitó que se otorgara una condecoración a don Joaquín, recibiendo del Canciller del Perú, doctor Raúl Porras Barrenechea, el siguiente juicio. Coincidiendo plenamente con las consideraciones que Ud. hace sobre la señera personalidad y la labor docente cumplida en América por don Joaquín García Monge, en la misma línea de Andrés Bello en el Primer Repertorio Americano, de Juan Montalvo en El Cosmopolita o de Rubén Dario en la Revista de América, propuse, y fué aceptado con gran complacencia por el Presidente de la República, que se diera a don Joaquín García Monge, como expresión de admiración y reconocimiento, rompiendo los formulismos protocolarios, la más alta jerarquía de la Orden del Sol, como al más representativo embajador de la cultura americana. Publicamos la contestación de don Joaquín y también la adhesión de Haya de la Torre.
El costarricense culto no podía permanecer indiferente a tanto honor prodigado en el ocaso de sus días a tan sobresaliente ciudadano.
Del seno del Centro Médico Cultural animado por el Dr. Alvaro Montero Padilla al mismo tiempo actual Presidente de la Asamblea Legislativa, partió la iniciativa de conceder a don Joaquío el título de Benemérito de la Patria. Publicamos el correspondiente Decreto.
Escribió Joaquín Salazar Solórzano. En el caso concreto del humilde maestro y cultor de las letras hispanoamericanas, don Joaquín García Monge, creemos que se cometió una verdadera injusticia, al ser atacado su benemeritazgo con el arma plebeya, de que solamente debe otorgarse dicho honor, a los muertos. Pero García Monge, como un legítimo aristócrata del talento, supo ser generoso una vez más; y posiblemente, para complacer a los costarricenses, que desde tan mezquino ángulo lo adversaban, rogó a su Dios, que lo reintegrara al seno sin pasiones de los inmortales; y su deseo fué cumplido. Joaquín García Monge, trigésimo pri mer benemérito del país. Diario de Costa Rica 25 de noviembre 1958. Qué tiene que hacer un benemérito? fué el ca.
racterístico comentario de don Joaquín. Para él cualquier distinción representaba mayor esfuerzo. Ojalá corresponda en mis actividades editoriales a la benevolencia con que el Gobierno del Perú me juzga y trata. dice en su carta a don Luis Barrios Llona.
Mucho se ha escrito sobre la vida de don Joaquín.
Hay datos biográficos escritos por él mismo. Nada mejor para componer «la carrera de la vida que publicamos añadiendo una nota personal que concierne sobretodo a sus títulos y distinciones, desde luego incompleta, los cuales nunca ostentó.
El paso de don Joaquín por el Instituto Pedagójico de Santiago de Chile fué fundamental para su orientación futura. De su archivo publicamos la fotografía de esa venerable institución lo mismo que las certificaciones que en latín, castellano y pedagogía mereció de sus profesores.
El pensamiento anecdótico de García Monge en sus últimos días lo recogió Francisco María Núñez (García Monge, valor de las letras americanas, Diario de Costa Rica 26 de octubre 1958. y aquel sobre temas más serios Francisco Hernández Urbina, cuyo artículo reproducimos de Cultura (Enero. Marzo 1958. Los artículos necrológicos fueron muy numerosos.
Podemos citar los siguientes, siendo la lista incompleta: José Amador Guevara, Germán Arciniegas, Victor Manuel Arroyo, Alfonso Enrique Barrientos, Fresia Brenes de Hilarov, Abelardo Bonilla, Alvaro Bonilla Lara, Alfredo Cardona Peña, Quino Caso, Abel Romeo Castillo, José Castro, Rafael Cortés Chacón, José María Chacón y Calvo, Hilda Chen Apuy, Laura Da Vinci, Luis de las Cañas, Mireya Gurdián de Varona, Jesús González Scarpetta, Max Henríquez Ureña, de Octavio Jiménez Alpizar, Salvador Jiménez Canossa, José Angel Lagos Isberto Montenegro, Rogelio Monterrosa Sicilia, Francisco María Núñez, Mariano Padilla, Manuel Picado Chacón, Carlos Luis Sáenz, Joaquín Salazar Solórzano, Juan Manuel Sánchez, Luis Alberto Sánchez, José Enrique Silva, Orlando Sotela, Rafael Antonio Tercero, Gabriel Ureña Morales, Rafael Heliodoro Valle, Moisés Vincenzi; Columnas y Editoriales en Adelante, Brecha, Carteles, Combate, Crítica, El Imparcial, El tiempo, La Gaceta, La Nación (Bs.
Aires y San José. La Prensa, La República, Mujer y Hogar, Novedades (México. Petaquilla; Caricaturas de Tuno Alvarenga, Noé Solano. Reproducimos los importantes estudios de Abelardo Bonilla, Alvaro Bonilla Lara, Max Henríquez Ureña, Luis Alberto Sánchez, Rafael Heliodoro Valle, Moisés Vincenzi.
La crónica periodística del fallecimiento y entierro de García Monge fué publicada en La Prensa Libre, La Nacion y la República. En impresionante ceremonia, la Asamblea Legislativa honró al esclarecido Benemérito y allí mismo el señor Embajador del Perú colocó sobre el féretro las insignias de la Orden del Sol. En carta per Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica