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REPERTORIO AMERICANO 73 Estimado don Joaquín García Monge: En recuerdo de Don Anastasio Alfaro Con motivo de la muerte de don Anasta.
sio Alfaro hemos vuelto a releer, en parte. En Rep. Amer. los libros que teníamos a mano, entre ellos El Delfín del Corubici, con dedicatoria que nos honra. y a evocar al excelente profesor que en la Escuela Normal nos reveló el encanto y el valor del estudio de nuestra historia y de nuestra naturaleza ambiente. Qué armoniosamente se fundieron en don Anastasio el científico y el artista! En su producción, la verdad adquiere un semblante jovial y atrayente y la ficción prolonga hondas raíces en la realidad, haciéndola más fructífera.
Meditando en el naturalista desaparecido se nos ha venido a la memoria, con insistencia, el nombre de aquel Audobon: como don Anastasio, hombre de ciencia y Anastasio hombre de arte: exacto observador de la Alfaro avifauna estadounidense y excelente pintor de encantadores paisajes y de pájaros. Con qué frecuencia el observador de la naturaleza dotado de sensibilidad (como Audobon, como don Anastasio. sin menoscabo de la exactitud y la objetividad, se convierte en amante contemplador y poeta de su belleza!
Como Hudson, como Pi Margall, como Francisco José de Caldas, don Anastasio, el científico, no desdeña en la descripción o en la narración cederle el puesto al poeta y crear, en el mismo meollo de la verdad, el aura temblorosa de la emoción artística.
Para nosotros, más que en sus versos, don Anastasio realizó poesía valiosa en sus pá.
ginas de exposición científica.
Su conocimiento de la historia lo lleva figurillas de oro sus mitos y leyendas; coEl rigor científico ha de haberlo educado a la comprensión clara del significado del mo el güetar adoraba ante altares de pie.
en ese su estilo sencillo, pulcro, organiza choque de pueblos y de culturas en nuestro dra tallados en monolito, al padre Sol, y do, lógico; preciso en el uso de los vocablos. suelo; le da al español descubridor, con. hacía el pacto de la sangre, entre las triLa creación en el campo de las ciencias quistador, y luego, al colonizador, como al bus, comulgando con los granos del maíz.
naturales lo llevó también a fijar su terre indio conquistado, aquella simpatía justa Leyendo a don Anastasio en sus cuadros no de acción en la tierra materna. La estu que emana de la tasación de las virtudes de costumbres y en sus exposiciones de dió en su cuerpo y en su espíritu; la amo, y atributos humanos valiosos que ambos indagación histórica se siente el orgullo de encantado de su entraña ubérrima y de sus exhibieron en la hora del conflicto histó ser costarricense, el buen orgullo de descenvirtudes étnicas. Por ello la lectura de su rico.
der de abuelos honrados, sanos de cuerpo obra contribuye a crear conciencia de la ¡Con cuán certera intuición contribuyó y alma, trabajadores tenaces de la tierra: realidad substancial e ideal de la Patria. don Anastasio a darnos una segura ima amantes, hasta el heroísmo, de la libertad Su larga y fértil experiencia de observa gen de nuestras culturas aborígenes. Con y de la dignidad humana.
dor de la vida en plena naturaleza le dió qué primor, y amor, nos ha contado como La gloria del soldado Juan halló en don una visión filosófica de lucha y de opti. el chorotega fabricaba su alfarería, famosa Anastario devoción firme y puntal seguro mismo, de esfuerzo, de paciencia y de es ya desde las Crónicas de Oviedo; cómo el que la amparase definitivamente de la coperanza.
boruca orfebre se ingeniaba para cuajar en rrosión de la incredulidad y la incorporara los macia como en Inglaterra para suscitar un movimiento de opinión en favor de la causa que defiende. Para este fin, se sirve de los jesuitas expulsados de España que sostienen el movimiento de independencia. En sus diversas man siones en París, en medio de suntuosas colecciones de cuadros y estatuas, acoge a toda una sociedad de artistas y de bellezas parisienses, en que se encuentran la bella marquesa Custi ne de Sabran, Barras, Sieyes, Petion, Brissot, Chenier, y el mismo Bonaparte, quien excla.
mó un día. Este es un don Quijote que no está loco. Este hombre tiene el fuego sagrado en el alma!
Continúa Naville, al rememorar la gran figura del caraqueño Miranda, fijando su pro yecto expuesto a Pitt, de crear conforme al modelo británico una vasta monarquía comprendiendo todas las provincias hispanoameri canas desde el Mississipi hasta la Tierra del Fuego, que sería gobernada por un Inca here.
ditario, un senado de caciques, designado por aquél, y una cámara de diputados elegida por el pueblo, en alianza perpetua con Inglaterra.
La apertura del Canal de Panamá por los hispanoamericanos, constituiría el medio de establecer un gran comercio con China res del Sur.
Reconoce el escritor suizo a Miranda como gran patriota venezolano y espíritu universal, que transportó a la América la filosofía liberal de su siglo, buscando constituir un continente según las concepciones europeas. Se engañan, dice, los que lo señalan como un romántico, un aventurero o lo acusan de agente inglés o raso. Fué europeo por su cultura y relaciones, pero se sirvió simplemente de unos y otros para cumplir la misión a que había consagrado su existencia. El carácter y personalidad de Miranda quedan definidos, al saber que mientras organizaba su expedición libertadora en Estados Unidos, algunos como Adams, desconfiaron de él; pero el padre de la Democracia, Jefferson, le dió toda su estimación y apoyo. Con este título, Miranda pertenece ya a a este Nuevo Mundo en vías de formación, a esta América Latina, que continúa hoy la his.
toria de que él escribió la primera página, y de la que es uno de los primeros y más ilustres representantes. Hace mención el escritor sui.
zo, de que emisarios chilenos, peruanos y mexicanos, se daban cita en la casa de Miranda, donde iban a informarlo sobre la evolución de los acontecimientos en América. Se recuerdan sus consejos a Higgins, uno de los jóvenes chilenos que lo visitaban, y entre sus máximas, la de desconfiar para la empresa de la libertad de todas las gentes mayores de cua.
renta años, con excepción de los de cualquier edad que leen libros prohibidos por la Inquisición.
En nuestro tiempo, en que la América Latina es apenas un conjunto amorfo de naciones débiles, inhábiles hasta para relacionarse entre sí; presa, todas, del más desenfrenado imperialismo, los ideales de hombres como Mi.
randa se proyectan como visiones más bien de porvenir, sobre el sombrío horizonte de la humanidad que ha de sufrir aún enormes catástrofes antes de llegar a la liberación definitiva de los pueblos. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica