REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANA Vol. XLVIII San José, Costa Rica 1953 Lunes 15 de Junio NO Año 33. No. 1152 El Maestro definidor Vida totalmente gastada en servir fué Por Javier FERNANDEZ la de Pedro Henríquez Ureña, el maestro dominicano en quien se prolongó la he (Es un recorte de La Nación, Bs. Aires, rencia de los hombres apostólicos de nues marzo 29 de 1953. Envío del autor. tra América: Bello, Martí, Hostos, Montalvo, Sarmiento, Rodó. Hombres de saber y de virtud, tanto de virtud como de saber, almas activas que se echaron sobre los hom.
bros la tarea de muchos y empinaron el ideal de justicia y de cultura a deber irre.
nunciable. Fundadores de civilización en nuestro siglo xix, fueron a la vez creadores de vida espiritual: en tierra de ignorancia y de pobreza, sacudidas por las luchas internas, abrieron el primer surco y sembraron la primera semilla; en ocasiones, hicieron tanto como los propios libertadores, porque crearon en los hombres la conciencia de su libertad y de su decoro, la conciencia de que no existe libertad sin decoro. Para ellos pen.
sar, escribir y hacer fueron formas del bien público, del bien de todos, los de su patria y los de toda América. Porque ellos florecieron en los tiempos en que la unidad espiritual de la América española era cosa viva, efectiva, tiempos en que la idea de la magna patria circulaba como una es.
peranzada americanería andante. según la feliz expresión de Alfonso Reyes, en las conversaciones privadas como en las proclamas revolucionarias; en las gacetillas de eco local como en las ambiciosas teorías de los pensadores; en la voz de los liber.
Pedro Henriquez Ureña tadores San Martín, Bolívar, como, caso singular, en las exaltadas arengas de algunos caudillos. Uno de los capítulos más excitantes de la historia de la cultura en de su acción urgente, sino por su intacha.
Hispanoamérica sería aquel que reseñara ble cualidad de patriotas intachables.
el nacimiento, gloria y decadencia de la Pedro Henríquez Ureña recogió aquella idea de la magna patria, nacida como sen herencia apostólica e hizo virtud de su timiento confuso primero, fortalecida des ejemplo: sólo que los tiempos en que debió pués por la conciencia de la identidad de actuar eran distintos. La vocación apostóorigen y de aspiraciones, destrozada más lica lo encendió desde temprano y desde tarde por los recelos nacionalistas los retemprano tuvo conciencia de su tarea: puecelos del nacionalismo político estrecho. de afirmarse que en él no hubo etapa de que en muchos casos confundió el éxito aprendizaje, como no hubo etapa de maesparcial con el signo de alguna misión pri tro impasible: al entusiasmo nietzscheano vilegiada: llevada a sus extremos, esa con por el bien de sus años de juventud desfusión condujo al desastre aquella idea de bordado afán de servicio sucedió, con la unidad espiritual, como primer eslabón de variada experiencia de hombres, pueblos y la unidad política hacia la que debía ten problemas, la etapa definitiva en que aquel der nuestra América. Pero no todo es olvi entusiasmo por hacerlo todo y crear todo do: la llama arde en la obra de algunos de nuevo se convirtió en evangelio de sehombres de mirada larga, y arde especial renidad, de fortaleza: más que crear había mente en el influjo siempre incitante de que salvar; se convirtió entonces en el aquellos hombres apostólicos, cuya lección maestro definidor de nuestra América, de bien ha sobrevivido a la manía de en maestro definidor de cosas esenciales, defrentar en nuestras luchas por palabra de fensor de verdades y virtudes sencillas, el más o palabra de menos a quienes en vi que enseñaba a los hombres a no dejarse da no hicieron sino el bien, que lo hicieron deslumbrar por el símbolo extraño del ala su manera, con los medios de que dis fabeto recitado al revés. Nunca confesó despusieron en cada caso. Si el don de admi aliento, pero el matiz de distancia que tierar no se ha agotado en nuestra América, nen los escritos de su vida argentina los esperemos que crezca el anhelo de imita últimos veinte años de su vida descución de aquellos actos de fe: anhelo que bren, para el lector afectuoso, una urgencrecerá limpiamente y se hará norma de la cia de salvar los tesoros culturales de una vida pública, cuando nos decidamos a juz. época cuyo ocaso tal vez vislumbrara. Sólo gar a aquellos hombres no por los defec que este escepticismo, si en verdad existió tos de su vida privada o por los errores en él, se resolvió, como el de Varona, por el camino de la acción fecunda; su fe nunca dejó de ser contagiosa, porque era fiel versión de su limpidez ética que le impi.
dió caer en la ataraxia. El saber numeroso y preciso, la aptitud magistral y la devoción al deber hicieron en el mucho más que un gran maestro: hicieron de él una forma de la cultura. La verdad es que, después de ocho bien contados lustros de una amistad que fué, para ambos, la más cercana, todavía me agobia la sorpresa de haber encontrado en mi existencia a un hombre de esta fábrica y de una superioridad tan múltiple escribió su amigo más leal (1. Había nacido en hogar intelectual, hogar de patriotas que lucharon por la libertad de su patria, Santo Domingo; y en Santo Domingo conoció, en 1900, a Hostos, que influyó decisivamente en su devoción al deber, como influyó en su desconfianza de toda obra que estuviera o pareciera estar en conflicto con la virtud; por ello, des.
de temprano, más que las obras o las teorías, le interesaron los autores de esas obras y esas teorías; como no se agotó nunca en él el don de admirar, y de admirar espe.
cialmente actos individuales; sus libros de ensayos, sus normas y sus orientaciones se fundamentan en la acción de aquellos hombres ejemplares, ejemplares en la acción y en la palabra; y no sólo en la acción y en la palabra de los grandes muertos, sino en la de sus contemporáneos vivos: en la obra ejemplar de hombres como Va.
rona, como Sanín Cano, como García Monge, como el Vasconcelos de la etapa reformadora, como nuestro Alejandro Korn. Sobre la base de esos hombres construyó su fe en América como patria de la justicia y reclamó de todos conciencia de la responsabilidad de seguirlos. El reclamo nació, naturalmente, con sus primeros escri.
tos. En su primer libro, libro de juven.
tud sorprendentemente madura, Ensayos críticos (1905. junto a estudios sobre poesía y teatro, sobre música y sociología, que señalan una admirable información y una solidez mental y buen gusto admirables, empina el ejemplo de Hostos, apóstol de la acción antes que pensador contemplativo, cuya vida inmaculada y asombrosamente fecunda es un ejemplo verdaderamente superhumano. junto a la exaltación de la figura, la norma que dicta el maestro definidor de veinte años: Noria de nuestros pueblos debe ser buscar enseñanzas fecundas donde quiera que se en.
cuentren; y el afán de cosmopolitismo que suelen mostrar es indicio de que en ellos no prevalecerá ninguna tendencia exclusivista (2)
Este primer libro, que fué en definitiva, por la variedad de sus temas, el más universal de todos los suyos, da una idea precisa de la formación de aquel maestro ejemplar, pero advierte especialmente sobre la severa concepción de su americanismo de ventanas abiertas: junto a las Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica