REPERTORIO AMERICANO 121 Cartagena de Indias a la vista Por Alberto REMBAO (En Rep. Amer. EVOCACION de la peña de cal y canto atalaya de la Mar Antilla de mediados del siglo dieciséis, con sus fuertes murallas y callejas y su ambiente sideral de brujería, con su plaga de leyendas y las sombras vivas de los bucaneros de Anglia y el galeón de Senegambia que se desliza entre los islotes de la Bahía camino del fuerte de Pla ya Grande con su armazón de negrería encadenada y enferma y el señor cónsu!
don Francisco Caballero dueño de la nao apestado también. Evocación que le sirve de fondo a otra mejor todavía que cual perfume suave de santidad franciscana se levanta de las páginas Zumosas de un volumen de biografía novelada recién apareci.
do. Evocación de Pedro Claver, catalán conquistador de las Indias eternas y adelantado de los Perús del oro, allá por las altas Castillas colgadas sobre la espalda de los Andes. por rumbo de lo que hoy es Tunja de la antigua Nueva Granada: Pedro Claver evangelizador de los esclavos.
Watert Jamalament do fede Vera effigies Ven. Petrus Claver Aethiopum Semper Servus lina del Zaque el ambiente vuelve por sus fueros y el autor hace historia de la iniquidad castellana con la estirpe vencida. Qué cosas trágicas debieron ver en poco más de sesenta años dos generaciones de indios! Los soldados de Suárez de Rendon entraron a saco por las viviendas de la vieja nobleza indígena, se ahitaron de robo, incendios y violaciones. No le valió al último príncipe, Aquiminzaque, hacerse bautizar por los frailes y ponerse al servi cio de los invasores. El cruel Hernando Pérez le procesa y en mula enlutada. conduce al patíbulo.
quien le cede el brillo del primero al ainbiente histórico y social que de teatro le sirve a sus hazañas redentoras. En otias, el milieu se desvanece cual si aniquilado por golpe de magia, cuando el milagro del taumaturgo nos transporta a dimensión ajena. Así al comienzo de la aventura y en el convento de los jesuítas de Mallorca, cuando el Alfonso Rodríguez hipnotiza a Pedro Claver y a Juan de Humaraes con la visión de las Indias, que es donde más se necesita el Evangelio y los conmina a saltar sobre las naves como legítimos conquistadores del Reino de Cristo. Los dos novicios escriben esa misma noche pidiendo quehacer en América; y, se detienen largos minutos pensando en las frases, has.
ta frenando la mano, para que no la convulsione el borbotón del espíritu. Antes de mucho ya está Pedro en Sevilla, pues la flota zarpa en primavera camino de la Tierra Firme.
La vida y la obra del santo de carne y hueso se animan de esplendor nuevo por gracia de la pluma procera que bruñe la una y burila la otra, en tesitura de auto superación, como que en este Pedro Claver, el santo de los esclavos. Fondo de Cultura Económica. México. 1950. Mariano Picón Salas se le revela al lector en matiz nuevo de su ya consagrada persona.
lidad continental de literato y humanista escrutador de los pretéritos gloriosos del solar americano. Al sacar a luz del público medio la figura del noble jesuita, émulo preclaro de Las Casas y Motolinía, el autor hace gala de una virtud poética que se traslada en lugares tan pulcros como acen.
drados. Cumple el venezolano con su obje.
tivo de que sea su libro una aproximación emocional y poética, más que estrictamente objetiva. y además, le hace bien a la historia cotidiana en cuanto pone al al.
cance del común del pueblo lector un acervo de detalles que de otra suerte seguirían escondidos en los profundos de los libros de texto o soterrados en la somnolencia insípida de las bibliografías.
En Cartagena, nuestro Claver es ungido sacerdote el 19 de marzo de 1616 y en Cartagena se queda para siempre, de sier vo perpetuo de los etíopes esclavos. hasta 1654, año de su traslación a las Indias de las nubes. Pedro Claver vivo que deambula por entre la inmundicia del barrio de Getsemaní, camino de la podredumbre de las bodegas de los transatlánticos negreros que periódicamente llegan a Cartagena con sus cargamentos de carne escla.
va alma en boca, costal de huesos. pues que por ahí se requieren sacerdotes que le pongan buena cara al mal olor, que dominen el asco y anden valientemente en tre la putrefacción, la ignorancia y la miLas primeras armas las hace el santo en cierne en la región de las cordilleras inac.
cesibles, en el Colegio de San Bartolomé que la Compañía mantiene en Tunja, y a campo traviesa, pues Mientras el champán sube el río escucha Pedro Claver el canturreo triste de los esclavos en las fincas ribereñas. Aquí rumbos de la coEn veces, se dijera que el personaje animado se retira a segundo plano en estas páginas, como si en humildoso ademán de Le encantaba embromar y lo sabía hacer con burla, sutileza, mordaz, saetas ful.
gurantes! Manejaba con destreza la espada de la palabra, con ironía se defendía y ata.
caba con maestría.
Orador sin par, cuando conversaba iba tramando una red en donde a todos iba pescando. Su risa era espontánea, rica, contagiosa, sonora, rodaba alegre en la estancia y su eco corría por toda la casa. Gozaba con las caricaturas que de él hacía Hei.
ne. Papá generalmente de chino, el pelillo parado en la coronilla, una gran trenza en la espalda. veces de mono. Papá de mo no con anteojos y rabo! Mono en una pal.
mera al mejor mono se le cae el coco. Cómo se reía! Tiene sutileza y genio, me hace ridículo donde pica.
Desde niño se dedicó al estudio casi nunca le vi sin un libro en la mano. Toda ciencia humana, espiritual, toda filosofía, lógica, historia, le atraía. las lenguas les tenía especial amor. Conocía bien el latin.
Hablaba y traducía el griego, el francés, el italiano, el inglés, desde luego el portugues.
Estudió el ruso, japonés, chino, las lenguas arábicas, conocía bien el alemán y el esperanto, el sánscrito y el hebreo. En toda su vida no durmió más de cuatro a seis horas, en épocas de intenso estudio, tres le bastaban. Su memoria era estupenda y su entusiasmo inagotable. Tenía cuenta corri.
da en librerías de Europa y de los Estados Unidos y todos los meses le llegaban paquetes de libros. Al tomar cada libro en sus manos se sentía su ansia, su goce, su intenso cariño. En todos sus libros hay subrayados, en muchos anotacione. Repe.
tía en voz alta trozos que le gustaran, com partía con mamá hallazgos para él maravi.
llosos de nuevas ideas y teorías, de pensa mientos o prosa o poesía. En la Universidad de Northwestern en Evanston, una clase de sus estudiantes asombrados de sus vastos conocimientos le pusieron una prueba. Por semanas todos los días le ha cían una nueva pregunta de matemáticas, medicina, zoología, botánica, historia, de li teratura mundial él a todas contestaba; por fin vinieron a él a contarle y él lo creyó una buena broma. En rededor suyo siempre se reunió la juventud. En Costa Rica, durante mi niñez vi grupos de jóve.
nes que semanalmente venían a nuestra casa a hacer estudios en su compañía. Symposiums semejantes a aquellos banquetes platónicos, en donde se discutían las filosofías más altas, abarcadoras, comprensivas e inspiradoras del pensar humano. No ha habido en Costa Rica persona alguna que tuviese tan vasta cultura, tan honda devoción de alma, de corazón, de espíritu, hacia la educación para un porvenir amplio en su tierra. no ser Joaquín García Mor ge y Repertorio Americano.
Humanista y humanitario, todo ser que a él se acercó encontró un padre o un her.
mano. Después de su partida para Costa Rica al retirarse él de Northwestern, personas desconocidas venían a mí. Su padre pagó mis estudios hasta graduarme, obligada por la muerte de mi padre a salir de Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica