Carmen Lyra

12 REPERTORIO AMERICANO SELECTA La Cerveza del Hogar ELECTA valo; y aquellos que ahora van contenidos y discretos para no enseñar su satisfacción por el asesinato de Arana, serían los hombres de la protesta en caso de que el Presidente Arévalo hubiese caído en la trampa criminal urdida por la ceguedad del odio partidista.
La verdad es que a los centroamericanos nos gusta matar al enemigo. Cuando la mano del asesino cae sobre nuestros adversarios; o el destierro los arranca de sus hogares o la arbitrariedad les persigue en sus personas y en sus bienes; cuando el periódico que no es nuestro ni nuestro esclavo es suprimido o encadenado por la censura: cuando son los otros y no los nuestros los que padecen la barbarie y el odio, en tales casos nuestro sentido moral se oscurece y nos conducimos como verdaderos salvajes. de igual modo, en el sentido opuesto pero complementario, la tiranía, el asesinato, el despotismo y el peculado no tienen nada de extraordinario ni condenable si son los nuestros quienes lo ejercitan, consuman o permíten. Vivimos así dentro del más perfecto salvajismo de la pasión y el deber moral no tiene fuerza bastante para contenernos.
Esta condición moral que debe descansar indudablemente en factores de sangre y condiciones de cultura echará a perder todo intento de ordenación al través de la Ley. Los políticos que participan en tales delincuencias y hablan de reformar las leyes para mejorar EXQUISITA SUPERIOR la vida de la Patria, mienten con la más fina discreción a sus pueblos. Será toda Guatemala la que condene el crimen contra Arana por el crimen mismo. Qué parte de Guatemala cambiaría su posición sentimental si se tratase de la muerte del adversario. En qué sección de Centro América no tendría cabida igual monstruosidad cívica?
Pueblos así tienen que vivir constantemente entre la carnicería y el despotismo. arraigado por siempre en el cerebronos hace sonreír cuando escuchamos la minúscula voz del carcelero; cuando ladran los perros inconscientes al grito de su dueño; cuando una cara nueva en nuestras filas aumenta nuestro esfuerzo; cuando nos da su risa el campesino, bullicioso venero, o su mano fatigada pero alerta nos presenta el obrero.
Elegía sin llanto a Carmen Lyra III (En el Rep. Amer. II Fué en la escuela sencilla de aquel barrio polvoriento, perdido allá en la infancia como un lento redoble de campanas, donde surgiste con tus mariposas fantásticas y azules, de alas largas y antenas poderosas.
Donde surgiste tú, la madrecita de voz maravillosa.
Con tus cuentos, hada de la varita misteriosa, hiciste florecer en nuestros sueños amapolas y rosas.
Salpicabas de risas nuestra infancia escasa de juguetes, Vergel amarillento del que sólo recuerdo la sencilla fragancia de tus cuentos.
Tu voz era pan bueno: cotidiano sustento para nuestra avidez insatisfecha de sendas y luceros.
De tu mano poblamos los caminos losados del ensueño. cuando al fin ya quietos la cuna columpiaba nuestro sueño, con su gracioso dejo, nos hacía reír la voz chillona de nuestro Tío Conejo. un día te hallamos de nuevo a nuestro lado la dulce voz constantejunto a los campesinos sudorosos, cristos bajo la cruz de la herramienta; junto al obrero pálido entregado al gran pulpo de la fábrica; junto al intelectual que no cantaba estúpidas endechas a la luna o al lejano fulgor de las estrellas.
Con tu voz familiar en la trinchera sentíamos más fuertes nuestros brazos, maternal compañera.
La cárcel, la fatiga, la constante persecución de la jauría ilenaban auestros ojos de orgullo y tu sonriente palabra fraternal nos orientaba, como un alegre farolito de amor y de esperanza.
Camarada Chabela: hermana, madre ingenua y pura como la luz Un día te arrancaron de la patria.
Da tu dulce rincón lleno de guarias te echaron temerosos. a tu eterna sonrisa respondieron coni plomo traicionero.
Absurda pretensión la de alejarte del corazón del pueblo!
Que te llevaban lejos creyeron los sargentos allá en la pequeñez de su cerebro de pólvora y de cieno.
Que te llevaban lejos lo creyeron los pobres instrumentos! seguías arraigada muy hondo en el inmenso corazón del obrero: en el leal corazón del campesino que te trajo las guarias a tu huerto y en la conciencia clara de los niños que aún escuchan tus cuentos.
No habremos de llorar.
No, camarada.
Te vemos sonreír aunque ya ausente. tu sonrisa es como llamarada que nos da nuevo ardor en la batalla.
Estás presente siempre con tu acento que no pidió jamás el odio destructor, ni a la serpiente de asqueroso reptar.
y el agua, tu mano bondadosa, que antes nos condujera por las sendas rosadas, infantiles del ensueño, nos enseñó también los escabrosos caminos de la lucha por el pueblo. qué alegres estamos, camarada, siguiendo tu sendero, con honrosas heridas en el cuerpo, con este verdadero contento de ser útiles, sinceros a la sed de justicia que se agita, torrente poderoso, en nuestro pecho.
Camarada Chabela, tu recuerdo No habremos de llorar sobre tus restos: que presente estarás, siempre presente, amorosa y sonriente en el primer lugar de la heroica legión de nuestros muertos.
Pedro ANDINO, Fué en la escuela sencilla de aquel barrio polvoriento, en días tan lejanos como los barriletes echados al tumulto de los vientos, donde bebí sediento cl agua cristalina de tu acento.
Centro América, setiembre del 49. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica