REPERTORIO AMERICANO 281 Miradas sobre el Hombre Por Francisco ROMERO (En La Nación. Buenos Aires, 21 de mayo de 1950. En Rep. Amer. Ernst Caseirer Merun Suher BRXENCE Ludwik Klages Constantin Brander Nadie ignora ya que la preocupación por morales. Para muchos otros asuntos se mantieel hombre ocupa un lugar de preferencia en la ne la fría actitud del investigador que persigue filosofía de nuestro tiempo. El hombre se ha imparcialmente la solución del problema. Cuanproblematizado a sí mismo como nunca lo ha do se trata del hombre, el indagador es al misbía hecho, ha convertido su propio ser en un mo tiempo el asunto de la indagación, y tamtema de reflexión persistente. La denominación bién juez y parte, y no busca solamente una antropologia filosófica se aplica en la actua respuesta sobre la realidad o la existencia, sino lidad a una sección de la bibliografía que au también sobre validez y destino. De aquí un menta cada día y suscita creciente atención. Se tono con frecuencia militante y apasionado, y tía ingenuidad de grueso calibre suponer que la ingerencia, según los casos y las propensiones el asunto es nuevo; el tema del hombre nunca individuales, de una voluntad de afirmar de ha estado, nunca hubiera podido estar, ausen negar que suele pasar por encima de cualquier te de la filosofía: en muchas ocasiones la filo recaudo teórico. Uno de los motivos que comsofía no ha sido sino una meditación sobre el plican el complicadísimo problema humano es hombre. Pero, según he indicado otras veces, la precisamente éste. Porque aquí el querer ser es aparición de una designación nueva, cuando se una dimensión del ser, y no sería lícito ni juidifunde y tiende a generalizarse e imponerse, cioso excluir el peso de esos movimientos afirdenuncia un nuevo cariz en el planteo o una mativos o negativos, expresiones de experienproyección distinta del interés. Lo que la si cias íntimas que son partes acaso esenciales tuación presente parece exigir a la filosofía es de la realidad humana. Afirmar, por ejemuna definición precisa y concreta del hombre, plo, que el hombre posee un sentido, que es una especificación neta de su puesto en el con dueño de un destino, es manifestar una volunjunto y del sentido de su vida, de acuerdo con tad de sentido y de destino. veces la correlalos resultados más firmes del pensamiento y tiva negación suena a la queja porque esa aspide la experiencia psicológica e histórica; en ración al sentido o al destino fracasa o no se suma, una noción del hombre más recortada, cumple en los términos anhelados, con lo cual, exhaustiva y terminante que las proporcionasi bien de modo indirecto, viene a quedar regisdas hasta ahora. Antes, el material antropoló trada una experiencia intima semejante. En gico se diluía en amplias averiguaciones sobre toda teorización sobre el hombre hay mucho el conocimiento, la eticidad, etc. Ahora, pola de testimonio y aun de autoconfesión. La difirizado el interés, menudean las dilucidaciones cultad más grave proviene de que el balance de en las que todo eso no concurre sino en la me los diversos puntos de vista no puede establedida indispensable para responder a la pregun. cerse por sumas y restas de cantidades consigta. qué es el hombre? No sólo la teorización nadas explícitamente, mediante el cómputo y de lo humano ha sido ocupación constante de justiprecio de un activo y un pasivo anotados los filósofos, sino que la misma palabra an en cifras inequívocas. Por el contrario, muchas tropología. aparece en ellos, aquí y allá, des constancias son confusas y equívocas, y no es de el siglo XVI; pero la urgencia de una deter raro que la significación profunda de una aseminación rigurosa y compacta del ser del hom veración sea todo lo contrario de lo que prebre es rasgo diferencial de nuestra época, y es tende significar. La interpretación de todo lo eso lo que destaca con un poderoso subrayado que se ha venido sosteniendo sobre el hombre lo que se ha dado en llamar antropología fi en los últimos tiempos sería sobremanera aclalosófica.
ratoria e instructiva, pero no es tarea sencilla; Todo conocer es juzgar, pero si el juzgar requerirá esfuerzos, luces no comunes y ecuase limita, para muchos asuntos del conocimien nimidad, y ha de tardar porque quienes pudieto, al mero juzgar que algo es o no es, que es ran afrontarla se encuentran comprometidos. de este modo o del otro, la averiguación sobre enrolados en una dirección determinada.
el hombre no se puede contentar con estos jui Para mostrar las dificultades de una comcios, porque la existencia humana es insepara prensión comparativa y de conjunto de los punble de las cuestiones de dignidad y de sentido, tos de vista sobre el hombre, recordemos las siy el juzgar sobre el ser del hombre pasa a ser nuosidades y diversificaciones de una de las líde inmediato una discusión de fines y valores neas antropológicas, la que pretende naturalizar al hombre. Ya Hobbes llevó muy adelante esta naturalización, con la reducción de odo deber ser al mero ser, del derecho al hecho, del orden jurídico a una serie de recursos mediante los cuales el lobo humano se precave contra sí mismo para no perecer. El triunfo del transformismo darwiniano permite, durante toda la segunda mitad del siglo pasado, el desarrollo de una antropología biológica que se prolonga en una teoría completa de la cultura.
El impulso del transformismo lo traslada Nietzsche al campo de la especulación, poniendo en el centro de su antropología las nociones de vida y de devenir; exacerbación vital contra todo lo que en el hombre se le imagina contrapuesto a la vida, y proyección desaforada del presente hacia el futuro. La descendencia de Nietzsche es varia y a veces la filiación no es muy pura, porque interfieren otras motivaciones; pero con él queda formalizada la oposición entre vida y espíritu. La polémica contra el espíritu se dilata en las cuantiosas teorizaciones de Klages, en su oposición entre alma y espíritu, y se aguza en las terminantes afirmaciones de Spengler: el hombre es un animal de rapiña. Para Teodoro Lessing, el animal de rapiña es el occidental. La herencia de Nietzsche se administra en este autor en forma muy peculiar: el espíritu y todo el nefasto afán activista son cosas del Occidente, mientras que la feliz naturalidad, la entrega leal a la vida, ocurren en el Oriente. Lo que para el Oriente, para su más eminente cultura sobre todo, se interpreta de ordinario como renuncia a lo vital y aspiración a la nada, es para Lessing una dichosa conformidad con la vida, un sano naturalismo vital del cual se ha apartado perversamente el Occidente. Un naturalismo de otro tipo representa Bergmann: nuestra civilización no es sino un proceso de errores y calamidades, y la causa es una sola: el principio femenino, el espíritu maternal ha sido excluído de las funciones sociales de organización y gobierno, que a él únicamente conciernen por mandato de la naturaleza, vencido y suplantado desde fechas remotas por el principio masculino, por el espíritu de conocimiento, de búsqueda y de inquietud propio del varón, incapaz de fundar y dirigir la sociedad en manera sólida y pacífica. En tanto que, según las conocidas opiniones de Weininger, la femineidad es un ingrediente que ha de ser superado y ne Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica