REPERTORIO AMERICANO 195 JOHN KEITH, SAN JOSE, COSTA RICA Agentes y Representantes de Casas Extranjeras Cajas Registradoras NATIONAL (The National Cash Register Co. Máquinas de Escribir ROYAL (Royal Typewriter Co. Inc. Muebles de acero y equipos de oficina (Globe Wernicke Co. Implementos de Goma (United States Rubber Export Co. Máquinas de Calcular MONROE Refrigeradoras Eléctricas NORGE Refrigeradoras de Canfín SERVEL Balanzas TOLEDO (Toledo Scale Co. Frasquería en general (Owens Illinois Glass Co. Conservas DEL MONTE (California Packing Corp. Equipos KARDEX (Remington Rand Inc. Pinturas y Barnices (The Sherwin Williams Co. Duplicador GESTETNER (Gestetner Ltd. Londres)
amilias humanas. En general, yo no pienso que en los libros corrientes de historia encontréis la verdadera historia de este país o detalle alguno que valga pena de que conozcáis. Leeréis libros muy sinceros e ingeniosos escritos por hombres para quienes sería el colmo de la insolencia que yo me expresara acerca de ellos sin respeto. Pero su posición es esencial mente escéptica. Un hombre en esta condición dará explicaciones fragmentarias de las cosas y vosotros no lograréis entender, si sois parecidos a ellos, como esta isla llegó a ser lo que es. Este relato no está contenido en libros. Encontraréis anotados en libros confusiones de tumultos, desastrosas ineptitudes y cosas por el estilo. Mas para obtener lo que deseais es necesario penetrar en fuentes de información colaterales e inquirir en todas direcciones.
Un comentario más acerca de vuestra lectura. No sé si os han familiarizado bien con la idea de que hay dos clases de libros. Cuando alguien se dedica a leer acerca de determinada materia, en la mayoría de las secciones bibliográficas, entre todos los libros tomados en su sentido más amplio, encontrará que los libros pueden clasificarse en buenos y malos, que hay una clase de buen libro y hay otra de mal libro. No pretendo suponer que todos estáis mal enterados de este hecho, pero quiero recordaros que es de gran importancia para lo presente. Descarto por completo la idea que tienen las gentes de que si leen cualquier libro, de que si un ignorante lee cualquier libro, están haciendo algo mejor que si no leyeran del todo. Yo pongo eso en tela de juicio.
Me atrevo a negarlo. Por el contrario, sería más seguro y mejor que nada tuvieran que ver con libros antes que ver con unos pocos. Hay cierto número, un creciente número de libros, que son a todas luces inútiles. Pero si se aprendo también que hay cierto número de libros escritos por una preeminente y noble categoría de personas, no muy extensa, muchas gentes se aficionarían a esta clase de lecturas. En resumen, y como lo he escrito en alguna parte, yo concibo que los libros son como las almas de los hombres: que se dividen en cabros y corderos. Algunos de ellos han sido calculados para ser de muchísimo provecho en la enseñanza, para promover la enseñanza de todas las generaciones. Otros van hacia abajo, causando mayores y mayores, más bárbaros y más bárbaros estragos. en cuanto a lo demás, en relación con vuestros estudios aquí, en la línea de vuestra especialización, recordad que el objetivo no es la adquisición de un particular conocimiento, de una mayor perfección técnica y otras cosas de ese jaez. Hay un objetivo más alto detrás de todo eso, especialmente pa.
ra aquellos que quieran dedicarse a la literatura o a la oratoria, a la sagrada profesión. Tened siempre presente que por encima de todo está la adquisición de lo que se llama la sabiduría, es decir, una apreciación sana y una decisión justa con respecto a los objetos que os rodean, así como el hábito de comportaros con justicia y talento. En pocas palabras: grande es la sabiduría, grande es el valor de la sabiduría. Nunca puede ser bien ponderada. Es la mayor proeza del hombre. Bendito aquel que obtiene el entendimiento. esto, yo creo, que puede malograrse con gran facilidad en ciertas ocasiones, pero nunca con mayor facilidad que ahora. Si esto se malogra, todo se malogra. Sin embargo, no diré nada más sobre este asunto.
Cuando las siete Artes Liberales sobre las que se asentaban las antiguas universidades llegaron a modificarse un poco, con el fin de satisfacer y de promover las necesidades de la sociedad moderna, aunque algunas de las les sean quizás inútiles para algunos de nosotros, se despertó el sentimiento de que la mera vocalización, el mero cultivo del lenguaje, por ser esto lo que sale del hombre (a pesar de que si el hombre se convirtiese en un hablista perfecto y elocuente orador, no por eso habría mayor sustancia en su discurso. era todo cuanto requerían y deseaban tanto el hombre mismo como la comunidad que lo in ducía a convertirse en hombre docto. He oído que las gentes se quejan de que las criadas rciban instrucción sobre las logías (1) y otras zarandajas, en tanto que ignoran totalmente como elaborar la cerveza, los alimentos el pan; pero que, sobre todo, no se les enseña a conocer lo que es necesario, tanto para los de arriba como para los de abajo, a saber: la obediencia estricta, la humildad y la corrección moral de la conducta. Oh, qué capítulo más descorazonante sería este si uno penetrara en él. Qué estamos haciendo con este cultivo de la grandilocuencia? Yo he escrito muchas cosas duras acerca de esto, dándoles tal vez mayor énfasis del que les daría ahora, pero ellas brotan de mis convicciones íntimas. Hay una gran necesidad de ser un poco más silenciosos de lo que somos. Me parece que las naciones más nobles del mundo, la inglesa y la americana, se están diluyendo en aire y discursos.
Poco a poco aparecerá el lado trágico de totodo esto, mucho después de que yo me haya ido. El silencio es el deber eterno del hombre.
El no obtendrá una comprensión verdadera de lo que es complejo y de lo que es pertinente para sus intereses, si no mantiene silencio. Ten cuidado con lo que dices. es un viejo precepto y de una gran verdad. No es que yo quiera separaros de vuestro Demóstenes ni de vuestros estudios sobre los adornos del lenguaje. Creedme, yo aprecio todo eso tanto como vosotros.
Considero que es muy bello y apropiado que cada ser humano conozca el instrumento que usa para comunicar sus pensamientos y sepa sacar el mejor partido de él. Yo quiero que estudiéis a Demóstenes y conozcáis todas sus excelencias. Al mismo tiempo, debo deciros que la oratoria no me parece que haya servido, en general, para buenos fines. Por qué afirmar que un hombre es elocuente cuando no dice la verdad? Foción, que nunca habló, estuvo más cerca de dar en el blanco que Demóstenes. Solía decir a los atenienses: No podéis luchar contra Filipo. No tenéis la menor probabilidad de vencerlo. El es hombre que refrena su lengua; él mantiene grandes ejércitos bien disciplinados; él puede apalear a cualquiera de vuestros conciudadanos; él marcha recto y sin desviarse hacia su objeto; él abatirá indefectiblemente a hombres como vosotros que andais rabiando de un lado para otro con tan excesiva majadería. Demóstenes le dijo en una ocasión: Los atenienses se enloquecerán algún día y te matarán. Si dijo Foción cuando se enloquezcan y a ti en cuanto se pongan cuerdos.
Todas estas consideraciones y muchas otras relacionadas con ellas, innumerables consideraciones resultantes de la observación del mundo en este momento, han llevado a los hombres a dudar del efecto saludable de una educación totalmente verbalista. Yo no digo que se excluya del todo; pero estoy a la expectativa de algo por medio de lo cual se logre llegar más de cerca a la médula de un asunto y que lo sepa retener de modo que no se nos escape de entre los dedos, dejándonos peor de lo que estábamos. Habrá cosa más horrenda en creación que un buen orador, que un orador elocuente, hablando falsedades? semejante discurso lo he oído calificar de excelente por distintas personas; pero a mí poco me interesa cómo habla el orador, provisto que yo lo entienda y que diga la verdad. Podrá ser excelente, pero ¿cómo he de llamarlo si me está mintiendo, afirmando cosas que se apartan de los hechos, si hace juicios temerarios o si no tiene bases de juicio para llegar a conclusiones verdaderas sobre alguna cuestión? Un excelente orador de tal ralea, parece que nos estuviera diciendo: Ea, quien quiera ser persuadido a aceptar una mentira, que se acerque. Yo os recomiendo que seais recelosos de esa clase de excelentes discursos.
Bien, puesto que es ya concido el producto de nuestro método de educación verbalista: una boca que dirige la lengua del discípulo, el que aprende a menearla de un modo particua (1) Con esta expresión se indican las ciencias cuyos nombres, en su mayoría, terminan en logía. como sociología, zoo.
logía, etc. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica