REPERTORIO AMERICANO Dr. García Carrillo CARDIOLOGIA (Radioscopía y Electrocardiografía. METABOLISMO, VENAS VARICOSAS.
Sus teléfonos: 1254 y 3754 Lic. Aníbal Arias Abogado y Notario ble, me ocupó aquella primera noche de mis extraños huéspedes mucho más tiempo que el necesario. Qué lustrosos quedaron mis zapatos! Les ponía y volvía a ponerles betún, y una y otra vez les daba bri.
llo. Todo antes de irme a la cama. Pero la voz de mi tía llegó inexorable: Son las ocho, vaya a hacer pipí y a acostarse.
No he dicho todavía que en el pueblo no había luz eléctrica. Para la sala, los corredores y el comedor teníamos lámparas de carburo, que daban una bella luz azulada; en los dormitorios usábamos canfín.
Mi tía se encargaba de preparar mi lámpara. Le ponía dos o tres gotas de canfín cada noche, las suficientes para alumbrarme mientras me desvestía y rezaba mis oraciones. Después la lámpara empezaba a parpadear, a semiapagarse, llenando la habitación de extrañas sombras, cambiando el perfil de las cosas, fabricando mo:istruos. esa primera noche de Voltaire y la Virgen era particularmente amenazadora.
El viejo sonreía burlonamente. La Virgen me miraba desde su gran tristeza. En vano trataba de no pensar en ellos. Una y otra vez mis ojos se volvían hacia sus ros.
tros. la luz tambaleante de la lámpara el de ella adquiría un tono mortecino. No era cosa de dormir con ellos. a quién decirle mi angustia? mi tía, imposible; se hubiera reído o me hubiera impuesto uno de sus castigos. las criadas se oían lejos, atareadas en la cocina. Como siempre que tenía miedo, los cabellos empezaron a humedecérseme de sudor y las manos se me pusieron frías. Por fin la lámpara dió un último parpadeo y todo quedó a oscuras. Tal vez así era mejor. Aguanté la respiración durante unos segundos. No distinguía nada. De pronto ambos comenzaron a surgir de entre las sombras. Débilmente primero, más claramente a medida que mis ojos se acostumbraban a la luz de la calle que entraba por la ventana. Tal vez rezando un Padrenuestro se me quitaba aquel miedo. No. Ya había rezado tres.
Tal vez invocando a mamá, muerta hacía pocos años. Tampoco. Además mi oración a mamá terminaba siempre con estas palabras: Sabes, mamá, yo te quería mucho, pero no te me vayas a aparecer nunca, nunca, porque me moriría del susto. pensaba: tal vez esté resentida y por eso no me ayuda.
De pronto se me ocurrió una idea, pero para llevarla a cabo era necesario que mi tía estuviera dormida. Habría que esperar, pues, por lo menos, una hora. Por fin la casa quedó en silencio. Me levanté de pun.
tillas, abracé al viejo y lo bajé de la me silla en que estaba colocado. El terror me daba fuerzas. Logré meterlo debajo de la cama. Ahora faltaba la Virgen. Meterla a ella también debajo de la cama, además de parecerme una terrible falta de respeto que podía acarrearme algún castigo del cie.
lo era imposible, porque era muchísimo más alta que yo. Entonces cogí mi vestido y lo tiré a lo alto, en dirección a su cara.
Ahora sí que todo estaba arreglado. Me acosté de nuevo. Pero no podía dejar de mirarla, y ¡Dios mío. de quién era aquel nuevo rostro aún más espantoso? Subida en una silla alisé la tela de mi vestido y me bajé a observar. Un rostro diferente y tan amenazador como el primero surgió de entre los pliegues. una y otra vez repetí la operación de alisar la tela y una y otra vez apareció un rostro nuevo. La luz del amanecer disipó mi angustia. Rescaté a Voltaire de debajo de la cama, lo puse en su mesilla, le saqué la lengua y descubrí el rostro de la Virgen. Hasta tuve tiempo pa.
ra dormir dos horas.
Esto se repitió, con ligeras variantes, noche tras noche, durante todo el tiempo que permanecieron los obreros en la casa arreglando la sala y el Padre Hilario en el pueblo desarreglando las cosas santas.
Apartado 2352 San José. Costa Rica Ninfa SANTOS.
Washington, abril de 1953.
QUÉ HORA ES. Lecturas para maestros: Nuevos he.
chos, nuevas ideas, sugestiones, incita.
ciones, perspectivas y rumbos, noticias, revisiones, antipedagogía.
práctica. Formar ciudadanos fuertes, con una ilustración que sirva de fianza a la honradez. Formar ciudadanos libres. La libertad como derecho que tiene todo hombre a ser honrado. Derecho a pensar y hablar sin hipocresía.
La libertad en razón directa de la cultura. Martí se esforzaba en lograr un estado de ilustración que sirviera a cada niño en la formación del sentimiento de su pro.
pia libertad. La escuela es el vehículo de la libertad ciudadana. Dar los medios suficientes para que el hombre pueda satisfacer sus necesidades materiales y espirituales fué cuanto en resumen pidió a la educación. El primer deber de un hombre es pensar por sí mismo. La escuela es el trasunto de la sociedad. Mas también ha de servir a la transformación de esa sociedad al capacitar a los hombres para la propia defensa de sus intereses físicos y morales.
La obra escrita de Martí, como su mis.
ma acción, está cruzada de preocupación por la infancia. Así distribuyó, algunas veces organizadamente y en ocasiones en forma inorgánica, un pensamiento pedagógi.
co de esencia y contenido americanos. Dis.
cursos, artículos, editoriales, conferencias, revistas y aun su misma poesía estuvieron impregnados de ese afán educativo. Buena fuente para el estudio de lo que creyó acerca de las escuelas rurales y el sistema de pedagogos misioneros fué su trabajo sobre Maestros Ambulantes. En su revista La América, ya por los años de 1884, insistió empeñosamente en cuanta prédica fecunda logró dejarnos como concepción filosófica de la educación infantil. Pero donde Martí se entregó por entero, ya no como ideólogo de la educación, sino como reali.
zador de una didáctica clara, precisa y sencilla, fué en su revista La Edad de Oro, fundada con dinero suministrado por un señor brasilero, Acosta Gómez, empresa en la cual ninguno de los dos buscó enrique.
cerse. Más bien Acosta perdió unos cuantos cientos de dólares. La Edad de Oro fué fundada en New York en 1889. Definió esta revista por su orientación práctica. Aspiraba llegar directamente al corazón de la infancia. En las páginas de La Edad de Oro hizo desfilar ejemplos como le de San Martín, Bolívar e Hidalgo, ejemplos de hé. 013 Martí de los niños Por REYES BAENA (En El Nacional de Caracas, 28 enero, 53)
Si nos fuera dado elegir el lugar que ha luchador. Se acercó a los niños con el ejem bríamos de ocupar después del tránsito de plo vivo de su propia existencia. No jugó.
finitivo, José Martí andaría entre los ni. nunca. Pero este vacío lo llenó con libros.
ños. En este centenario de su nacimiento Una deslumbrante riqueza de imágenes ha estaría vivo en la ternura infinita de los bía de nutrir u fantasía. Apartado del pe niños del mundo. Murió como deben morir ligroso camino antipedagógico de la mora los niños, quien hubo de vivir como un leja huyó de una educación fundamentada niño, en plástico y amable ensueño per exclusivamente en el único recurso literamanente. Como un poeta, este poeta de los rio de la máxima muerta, fría, estéril y niños. Dejad que José Marti se acerque a contraproducente. Atacó el humanismo for.
nosotros, están diciéndonos los niños de mulista como tóxico del alma infantil. Pi.
América en ese su brumoso lenguaje azul dió escuelas industriales; reclamó la apli de la ternura.
cación de una educación para la agricultu.
Martí amo a la infancia. Formidable pe ra, basada en los rasgos característicos de dagogo instintivo, lo llamó Juana de Ibar la composición social y humana. Artes y bourou. así fué. Volcó su luminosa intui oficios como fórmula precisa de capacitación creadora en la tarea de sembrar la ción popular.
mente infantil de cuantas ideas y de cuan Los niños son la esperanza del mun tos sentimientos pudiesen contribuir a la do. afirmó con inquebrantable fervor peformación del ciudadano útil, honesto y dagógico. Asignó a la pedagogía una misión Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica