32 REPERTORIO AMERICANO de pronto suena el cántico que estalla en alarido. En dónde está Rosa. Está en el jardín, cortando la rosa, sembrando el jazmín.
y al solo verle exclama la muchedumbre: Oh Padre, cuídanos con tu espada, que fué la espada insigne de la ley!
En tus rosas de bronce Morazán ha encendido su milagro perpetuo; pero el mármol de Reyes es blanco, blanco puro, tan puro como el blanco de la bandera en el tope del viento que baja de las nubes que viajan rumbo al mar, Entre jazmín y rosa aparece un machete, inesperadamente en el velorio.
El machete es la paz al revés; el cuchillo se esconde en el momento oportuno; hay fiestas de moros y cristianos, en que los indios danzan por el Señor Santiago; y hay algunas peleas sin sangre, en que los moros huyen, pero el Apóstol se queda con las ganas de batirse, los indios le escondieron machetes y cuchillos, la espada se ha quedado en el museo familiar junto a las ropas con fino aroma de raíz de violeta en los baúles que guardan abolidos encantos y los santos de bulto que hace tiempo labraron los santeros de Guatemala, solos están en un rincón de la sala con su aire sentimental, el mismo que tiene San Antonio, el hermoso patrón de las muchachas casaderas (Antonio es castigado de veras si las cosas no aparecen. La lluvia está cayendo trémulamente sobre los recuerdos azules de la abuela que tiene nostalgia inconsolable al abrir el baúl con espejos, memorias y prendas del ayer florecido, las sombras de los besos que un día, un milagroso día, cuando menos pensaba al salir de la misa vió al galán que, en la Pascua, la vió pasar crugiente, sonriente, toda llena de gracia en el Amor, y otro día juntaron con las manos los corazones, hubo un alborozo unánime en las campanas; era que el Padre Reyes bendecía a los novios debajo de la cúpula dorada por el tiempo. De pronto hemos llegado a la ciudad de Reyes y de Soto y de Rosa, la ciudad española que aun tiene callejones y ventanas discretas por donde las palomas intrusas bajan desde los cerros, convocadas por el paisaje que San Miguel vigila y limpia con su espada de fuego, que bien cabe en la rosa más fina que, en el muro dibuja su silencio encendido, y en el aire se queda por siempre proclamando lo eterno en lo efímero. La rosa es tu palabra. Tegucigalpa mía, ciudad entre las nubes, ara de mis amores, ciudad de piedra y flores, de piedras coloridas más bien piedras preciosascasa de primavera y casa de las rosas, cada vez que refulgen en mi intimo sagrario, ahí donde el clavel erige su purpúrea belleza con rocío, y ofrece la diadema de su aroma pretérito, su aroma que se asoma en los versos de Reyes, el civilizador, más grande que el guerrero que frenó su caballo en la Plaza Mayor, o que riza las aguas del Yojoa, el gran ojo demetérico de cristal, que ha caído sobre el paisaje ciego de la luz que ha palpado los robles centenarios, y luego se detiene muy más allá, en el fondo de las casitas blancas, blancas como la sombra de los días sin mancha, no los días del pasado que fueron negros, cuando en las cavernas rugían los coyotes que, con voz humana, eran la imagen viva de los dueños de las riquezas pecuarias y la hermosa alegría frutal y del dormido silencio de los campos que la sangre empapó inútilmente, sin dar vado al progreso. No mires al pasado, sumérgelo en la sombra del olvido; tus estatuas de sal se han derretido, y tus caudillos ya se han oxidado. Cortacabezas el bandido fiero, murió con el lucero chilatero sobre Olancho, y también el Cinchonero ya flota río abajo, en ese río que va al mar del oprobio, y, entre tanto bandido surgió un ángel con su canto: Reyes, el de la estatua de rocío!
Invocación a los abuelos Oh abuelos mayas, fuisteis los primeros hombres de cielo y de maíz, sois nuestra raíz.
visteis nacer innúmeros luceros desde las torres. Soy de vuestro barro y vuestro cielo. Sobre las espaldas condujisteis las piedras con decoro, y vuestras milpas fueron esmeraldas entreveradas de capullos de oro.
No vuestra sangre dió la enorme gente en que los hombres eran cristalinos, un pueblo delicado y transparente que supo amar la paz, y con ternura cinceló, en el basalto, su cultura sentándose a la sombra de los pinos.
Dadnos valor y amor, dadnos templanza, dadnos tan sólo el pensamiento puro para encontrar de nuevo la esperanza y poseer la clave del futuro.
Oh padres, la esperanza no está inerte, ni toda la esperanza está perdida; no ha de volver la imagen de la Muerte a empañar los espejos de la Vida!
Filadelfia. Washington, Septiembre de 1954. SELECTA Dr. GARCIA CARRILLO La Cerveza del Hogar Especialista en enfermedades Cardio Vasculares (Registro del Colegio de Médicos)
Metabolismo Basal Varices 175 varas al sur de Plaza de Artillería EXQUISITA SUPERIOR 11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica