REPERTORIO AMERICANO 331 SELECTA con sus mejillas de mantequilla con su nariz como marfil.
En sus rondas y canciones vibra el verso octosilábico, basamento común de los versos de Mulita Mayor: Huele a cedro el Carpintero, a cedro y a serranía; a su lado está María como lirio en un otero. así van floreciendo sus palabras en Mulita Mayor, libro de rondas, cuentos y canciones de su fantasía Niña y de su Ciudad Vieja.
En su estada en Veraguas, esta vieja Provincia, el poeta ha escrito algunos poemas que lamentamos no poder tener a mano.
Escribió una elegía sobre la muerte de un estudiante. Poema que leyó en nuestro camposanto, con enérgica voz, una elegía nueva invitando no al llanto, sino a la lucha; aquí hay un fragmento: La Cerveza del Hogar SELECT EXQUISITA SUPERIOR Este silencio es duro.
Preguntas angustiadas vuelven sin eco de (su roca tenaz.
Todos nos preguntamos sin respuesta in(útilmente.
Sea con el corazón buena esta tierra madre, Volvamos en silencio a nuestra casa entristecida, a ser mejores todos los hermanos, porque uno es ido, cuando íbamos con él a la cosecha en cantos ceñidos de alegría, que otra cosa no podemos hacer con su (memoria.
Pero lo más importante de lo qe aquí dió Carlos Luis Sáenz, fué su Canto a Vera guas. través del filtro de poeta centroamericano, de templado clima, coló el rit.
mo tropical de nuestra llanura extendida de norte a sur. El poema canta al hombre, a la naturaleza, a las tradiciones. Algún día tendremos el placer de delectar dicha composición, porque hoy no le tenemos a mano.
Carlos Luis Sáenz, de esta manera prue.
ba su amor a los pueblos. Vivió en estas pobres regiones y se supo adaptar. De seguro apreció lo malo y captó lo bueno. Pe.
ro no se amargó por nuestras soledades, como el extranjero errabundo, que mien.
tras usufructa de las grandes posibilidades de nuestro país, allí encerrado en su cuarto maldice nuestro atraso y nuestro clima.
Carlos Luis Sáenz elevó nuestro clima y nuestro dolor; lo elevó sobre el dolor del exilio. Orgullo es para nosotros, veragüenses, que tan alto exponente de la cu!
tura americana haya pisado nuestras ver bas y recogido en su oído nuestro ritmo interior. No podemos nosotros profundizar en la poesía de Sáenz. Nos hacen falta muchas ventajas, porque no conocimos toda su producción, y aunqe la hubiéramos re pasado, aún nos faltarían los miles de ca.
minos para llegar a ella. Sólo decimos, finalmente que la poesía de Carlos Luis Sáenz nos gusta, porque sí. que tenemos la conciencia de que un gran poeta estuvo en Panamá.
cación forjada en el trabajo. Para él lo importante no es el saco, la corbata ni el diploma. Es lo menos. Tampoco, el table.
ro o el aula. Carlos Luis Sáenz enseñaba aquí por cualquier parte: en la sala, en el pasillo, en la plaza. Su método era la rela.
ción entre las personas, la discusión la comprensión, el amor. Porque los alum.
nos de Carlos Luis Sáenz lo amaban. Su carácter apacible, su tacto social, su expe.
riencia, todo, contribuía efectivamente a ganar el corazón del estudiante. Aquí en la Normal Arosemena. Carlos Luis ha dejado sólo cariño. Como maestro no escatimó esfuerzo por el mejoramiento de la educación. No es el profesor intelectualizante, egoísta, o tradicional, que desde el pupitre, con el dedo en alto, indica la enseñanza, sale del aula y se encierra en su caracol. Carlos Luis conoció la Normal y entendió el pueblo. Estuvo con el hombre de la calle, con el hombre del campo y con el cholo de la serranía. Todas las noches, lluviosa o no, Carlos Luis pasaba con su paraguas, acompañado de normalistas a dirigir las clases nocturnas para obreros analfabetos. Quién le retribuía a Carlos Luis Sáenz, con dinero o con privilegios, aquella grande labor? Nadie. Pero tampoco él lo hacía para que se le retribuyese.
Enseñaba, porque encontraba placer en ha.
cerlo. Porque el motivo de su existencia es enseñar; enseñar en todas partes, darse por entero, porque su angustia de hombre, que comprende los problemas de la sociedad, no puede quedarse en su alma. Es lo que sus versos dicen: Yo tengo un corazón con tres alas abiertas. qué plurales raíces extendidas por toda la tierra.
Carlos Luis Sáenz, maestro, concretó una labor en Panamá. Fué corto el tiempo, pero suficiente para comprenderla. Nosotros hemos conocido dos buenos profesores irreemplazables, en la Normal de Santiago: Otilia Peña, chilena. e. y Carlos Luis Sáenz, costarricense, quien acaba de salir para su patria. Nos deja Carlos Luis Sáenz, por razones ajenas a su voluntad.
Nosotros siempre hemos considerado que es necesaria la permanencia de profesores extranjeros, sobre todo latinoamericanos, en nuestras escuelas secundarias. Ello consulta lo que se ha aprobado en tantos congresos americanos. Pero nuestras disposiciones actuales han echado ese principio de hermandad por el suelo. por eso hemos perdido al buen profesor que es Carlos Luis Sáenz. Nosotros, los veragüenses, en especial, estamos agradecidos de su obra. Carlos Luis nos vino a pagar un peón. Porque fué aquí, en una casa colonial de Santiago de Veraguas, donde nació Justo Facio, poeta y maestro, que sirvió de buena fe en Costa Rica, de la misma manera que ha servido Carlos Luis Sáere, en el solar nativo de Justo Facio.
Santiago de Veraguas, mayo de 1950.
Cuadernos Americanos.
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Mariano Picón Salas: Europanos (México, o a Rep.
América 00 Americano (San José, Costa RiPedro de Alba: De Bolívar a ca. Roosevelt 00 Giro Bancario sobre Nueva York.
EL MAESTRO Pero, sobre todo, Carlos Luis Sáenz es un gran maestro de juventudes. esto vino a la Normal de Santiago.
Pertenece Sáenz a ese tipo de Maestro humanista, de una cultura plural, de una vo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica