132 REPERTORIO AMERICANO gobierno, por el mismo hecho quede suspenso de sus funciones 23.
Las anotaciones al margen indican que Coll y Prat no perdió tiempo en cumplir con este requerimiento de Bolívar. Empe.
ro, la conducta del Arzobispo no acertaba a corresponder con el tino y prudencia que se esperaba. Juzgamos, porque el 19 del mismo mes de agosto, el ministro del Des pacho, Rafael Mérida, a instancias del Libertador, trasmitió a Coll y Pratt un oficio de carácter candente y terminativo que merece conocerse en su totalidad: lica y se burlasen los objetos del culto. Si gue la resolución: Los ciudadanos que blasfeman contra los augustos ministerios de nuestra religión, que ridiculizan el culto y que dicen que todo es invención humana de un legislador y no de un Dios eterno, son unos hijos bastardos que des.
truyen las leyes fundamentales de la so.
ciedad 30. Seguirá en la entrega próxima)
NOTAS. Mientras gobernó estas provincias el intruso capitán general Monteverde, Illma. no sólo contribuyó a la opre.
sión de los americanos, al aprobio y vi.
lipendio de los amantes de la libertad, al conflicto de tantas familias, que erran.
tes por todas partes lloraban sin consuelo la triste suerte de sus maridos, padres, hermanos y deudos; sino lo que es más, que en los últimos momentos de su mando, y con el designio expreso de perpetuar la tiranía, publicó una pastoral concebida en términos muy depre.
sivos y vilipendiosos del nombre americano. En ella insultó Illma. al virtuoso clero y habitantes de Venezuela. No dudó tampoco tratarlos de irreligiosos atribuyéndoles crímenes tan detestables que referirlos sería insultarlos de nuevo. Y, en fin, quiso convencerles de que sus miras a la independencia eran delirantes; que sólo un gobierno monárquico debía gobernarles; con otras proposiciones que vertidas por personas de menos representación, estarían ya escar.
mentadas con el último suplicio.
El general en jefe tiene a la vista es.
ta pastoral y también a los que altamente claman contra ella y piden la vindicación. Por lo que a toca, le son muy despreciables estos serviles recursos de los españoles; mas no puede ver con indiferencia las acusaciones que contra le hacen como enemigo público de nuestra causa. Haciendo justicia tomará, sin duda, provisiones las más serias, si Illma. no se propone satisfacerlas por otra pastoral concebida en términos que los haga desistir de su propósito, y esto muy brevemente. De otro modo ni el general mismo responderá de la persona de Illma. 24 absolutos de toda sumisión y dependencia de la corona o sus apoderados o represen.
tantes.
Una vez ocupada Caracas, serios problemas confrontaban a Bolívar, uno, entre los de consecuencias, concernía el ganarse la voluntad y la cooperación del clero, ne.
cesariamente vía la persuasión. El Libertador proponíase ahora, se nos asegura, crear una opinión pública que reflejase los altos y sublimes ideales de la Revolución ya que la máxima tarea que se impuso pa.
ra toda su vida fué, la de engendrar y moldear una conciencia americana 26.
En la serie de hechos que se siguen, pasa Monteverde de la escena y entra Boves, el singular carnicero, como se le estigmatizaba. en medio del estado tan gravitoso, alejóse hacia Valencia nuestro Arzobispo.
Desde el Cuartel General de San Mateo, Bolívar le excita volver a la capital; le pre cave a Illma. cuán sensible le sería se viese envuelto en alguna catástrofe, y ex: presa el ansia de ponerle a cubierto de todo insulto por los enemigos del sosiego y de la religión santa de Jesucristo. en fin, que sus cuidados no calmarían, ni el clamor de los habitantes de Caracas que tanto anhelaban su presencia cesaría hasta no, verlo de nuevo en su seno 27. Este ofi.
cio lo firma el Ministro Rafael Mérida quien, también a instancias de Bolívar, había redactado la admonitiva carta ya cita da. Empero, cabe notar, como ha sido se.
ñalado, que el lenguaje de esta vez no es tan amenazador ni tan irrespetuoso 28; todo lo cual demuestra en manera inconcusa, la poca animosidad hacia la persona del Illmo. Arzobispo; porque a todas luces, el espíritu de la Revolución, los pareceres, opiniones y dictámenes de sus dirigentes no iban contra los principios imperecede ros de la Iglesia, mas sí contra el sentir y pensar de cierto número de sus represen tantes, aquellos que decidida y manifiesta mente se mostraban antogónicos a las nue.
vas ideas. Recuérdese que el contrario, por su parte, no se eximia de perpetrar sus in sultos, vejámenes y crímenes como uno de los tantos cometidos por Morillo al expul.
sar de la Nueva Granada a imperterritos clérigos y sacerdotes que habían incurrido en el grave delito de ser patriotas 29. para comprobar que aún prevalecía una firme adherencia a los principios sagrados por parte de los de acá, con alguna que otra restringencia, desde luego, échese una ojeada al acuerdo que hubo de dictar el Gobierno de Cundinamarca el 30 de octu.
bre de 1813. Fué su definitivo propósito precaver que, abusando de la libertad, se atacasen los dogmas de la religión cató1. Lacroix, Perú de, Diario de Bucaramanga, edición acrisolada de Mons. Nicolás Navarro, Caracas, 1949, 89. Se indicará en adelante: de de pp. 159 163. Cartas del Libertador: 10 Vols. edición de Vicente Lecuna, Caracas, 1929; Vol.
IV. pp. 337 338. de 66. de 129. Blanco y Azpurúa, Documentos para la Historia de la Vida Pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia, XIV Vols. Caracas, 1875, Vol. XIV. 472. Se indicará en adelante: Documentos. Documentos: Vol. XIV. 463; Cartas: Vol. IX. 411. de 217. Díaz, José Domingo, Recuerdos sobre la rebelión de Caracas. Madrid, 1828, pp. 38 39.
10. Navarro, Nicolás La Política Reli.
giosa del Libertador, Caracas, 1933. Se indicará en adelante: La Política Religiosa. 11. La Política Religiosa: pp. 33 34.
12. Masur, Gerhart, Simón Bolívar, Albuquerque, Nuevo México, 1948, 157.
13. Cartas: Vol. pp. 31 57.
14. Véase Documentos: Vol. II. pp. 718 y siguientes.
15. La Política Religiosa: 16. Documentos: Vol. III. 714.
17. Documentos: Vol. III. 724.
18. Documentos: Vol. IV. pp. 90 98.
19. Documentos: Vol. IV. 117.
20. Documentos: Vol. IV. 687.
21. Cartas: Vol. pp. 55 57.
22. Cartas: Vol. 55.
23. Cartas: Vol. pp. 57 58.
24. Documentos: Vol. IV. pp. 703 704.
25. Documentos: Vol. IV. pp. 726 729.
26. Masur, Op. cit. 188.
27. Documentos: Vol. 69.
28. Documentos: Vol. 535.
29. Documentos: Vol. pp. 559 y siguientes.
30. Documentos: Vol. pp. 11 12.
El lector no puede menos de sonreír piadosamente ante la posición tan dificultosa y comprometodara en que llegó a encontrarse el muy digno Arzobispo. En una pastoral se favorecía decididamente a Monteverde y la monarquía; en otra a Bolívar y la causa republicana. La posición del prelado, de todos modos, se avenía en contemporizar ya que el Libertador mantenía en Caracas, para este tiempo, una supremacía que, si bien temporal, era sin embargo, la autoridad final e incuestionable. Coll y Prat accedió a las demandas de Bolívar dictando una pastoral el 18 de setiembre 25, esperándose fuese del agrado de Bolivar. lo fué. En ella se recomendaba la observancia de la Ley de la Independencia dictada por el Congreso de Venezuela, igual.
mente que la obediencia al gobierno republicano. El prelado proclamaba ahora a los cuatro vientos que las Provincias Unidas de Venezuela eran ya, de hecho y derecho, Estados libres, soberanos, independientes y CASIMIRES INGLESES FISCHER 100 lana Enorme surtido ALMACEN CASTRO QUESADA Teléfono 3275 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica