8 REPERTORIO AMERICANO La presento (En el Rep. Amer. Con fervor de belleza, sentido de probi espíritus afines, de metal dulce y noble aleadad intelectual y de que el trabajo del escri ción.
tor y del artista, por ser hecho para consumo Es la belleza con todos sus componentes de las conciencias, es el que más valor y res y como esencia de las cosas. Su misterio hedoponsabilidad supone, estudia en México Gra nístico que no pudo ver una ciega en el rayo ciela Moreno Ulloa, una bella y talentosa mu de luna, pudo oírlo en la sonata de Beethoven cbacha costarricense.
y por audición conocer lo inefable de la dicha.
Las tonalidades selectas y finas de su es Tratar de ver con los ojos del espíritu el copíritu, habían de hallar en la gran nación de lor, la forma, la proporción la armonía, la las tradiciones maya quiché y aztecas, el reso luz y la dulce suavidad de las cosas, nos pernar armonioso de las cosas que se buscan mu mite vislumbrar el cielo donde reina Xochituamente. lo uno adivinando lo otro en pilli, dios de la danza, la alegría y la contemfuerza eternizadora de superación.
piación Existe en todo México la presencia poten una muchacha sensitiva, compatriota cial de Xochipilli, el Dios Feliz, Príncipe de las que nos honra, es devota del gran Inmortal.
Flores, con los ojos llenos de infinito, sedan Graciela Moreno, una mística del Arte que se te, moviendo los brazos con ademán infantil inicia reverente en sus misterios, con la seguy el puño cerrado en suavidad de éxtasis. Graciela Moreno Ulloa ridad y la fe de un espíritu fuerte.
esta deidad de la expresión eufórica que lo aborigen grabó magistralmente en la piedra Emilia PRIETO.
del Palacio de Bellas Artes, es un poderoso fusiles del ochenta y seis, pero acorazados con imán que atrae irresistiblemente a todos los San José, 21 de octubre de 1949.
la esperanza de vencer. Se debía ir a los campos a reclutar gente, fué la orden: Salieron temprano camino de ellos. Su miLa misión sión, conforme se adentraban, se le antojaba más y más ridícula.
Es un cuento de Graciela MORENO ULLOA Hacía calor; los campos, lujuriantes de (En Rep. Amer. verdes y amarillos, se retorcían a su alrededor.
Hacía frío. Sus manos temblorosas habían toas otro y poco a poco fué amoldándose a Miró a su compañero y envidió su entusiasmo.
abierto la ventana y el viento le azotaba el su nueva existencia. Ana se obligaba a no penMás tarde sabría que se sintió tan angustiado rostro. Venciendo el miedo, Ana Escala se sar y creía que todos sus recuerdos estaban y tan ridículo como ella.
obligó a mirar hacia abajo; el monstruo de sepultados para siempre.
Era la época de la cosecha; las mazorcas mil ojos que semejaba la ciudad encendió sus Era una tarde gris y llena de viento; lude maíz abrían sus dedos hacia el infinito, anpupilas y se enroscó en su alma. Hipnotizada, chando contra él atravesaba la Alameda, cuansiosas de estrechar otras manos, para que al contempló lo que se extendía parpadeante a do a su espalda retumbó el para ella tan cohacerlo, arrojaran sus granos hacia el suelo y sus pies. Al fin estaba en México.
nocido ruido de la pólvora y una frase restaelios volvieran a sentir la angustia de nacer y Ana forzó sus pulmones a respirar ese ai lló en el aire para azotarla: la gloria de madurar. Se les recibió bien. Las te, y desde ellos subió el canto hondo hasta No es más que un perro.
caras anchas y expresivas revelaban sorpresa, sus labios: era puro, era libre.
Desesperada, sus ojos se volvieron horropero no odio.
Se dejó caer sobre la cama apretando en rizados. Pero sólo era un viejo borracho que Les dirigió, y más que a ellos a sí misma, tre los brazos esa dulce certeza y sus ojos se se resistía y que había obligado al guardia a todas las razones que les obligaban a lanzarse cerraron. Sabía que ese era el final de su ca disparar su pistola para hacerlo caminar.
los unos contra los otros.
mino.
Sus ojos le seguían contemplando, pero ya la hora de pedir voluntarios, nadie se Así empezó su vida en estas tierras, al prin no veía al borracho. Ahora era un hombre jo regó.
cipio tan extrañas. Los días se deslizaban uno ven, que se tambaleaba con una roja flor en Los ojos de las mujeres parecían perseguirel pecho, caía, y la misma frase estallaba en la y esquivó, tan amiga de ellos como era, a el aire: los chicos y a los perros del pueblo. Sabía que. No era más que un perro.
sus ojos clarividentes podían arrancarle las se reían, se reían. Sus carcajadas iban palabras y dejarla desnuda de ellas, cubierta enhebrándose en la noche como un rosario malde amargura.
dito, y sobre la negrura florecían unos pies Se sintió cansada y entró en uno de los descalzos, anchos, humildes.
ranchos a descansar. El marido le hablaba emoSintiendo que las piernas le flaqueaban, se cionado a la mujer y con entusiasmo infantil recostó contra un árbol y asistió impitente al le pedía sus ropas domingueras, su rifle vedesfilar de todos sus recuerdos. Empujados, nadero, su cobija.
libres, se desencadenaron saltando unos sobre Rosa, hay que estar presentable. Los otros. No quería faltar ninguno: los más amartabacos pa convidar al compañero, y mi cagos, los más celosamente guardados se desbor chita, que no faltan indinos.
daban en olas de dolor que al sumergirla pa La mujer recogió el machete su cachirecían ahogarla. Uno tras otro giraban y gi ta. y lo limpió contra el vientre al entregárraban.
selo. Luego escondió las manos bajo el delanEchó a correr, perseguida por los gritos tal y sus ojos no buscaron los de su maritantas veces oídos, y exhausta se refugió en la do, fueron a clavarse en los de Ana. Abrumacasa. Se dejó caer sobre la cama y vencida del da, agachó la cabeza, sus zapatos fueron hotodo comenzó a recordar.
llando el polvo y su huella profunda fué su Veia el sol que brillaba sobre las piedras plegaria y su despedida.
de la ciudad cuando se dirigía al local del Regresó. El trabajo agobiante de los priPartido. El Jefe quería hablarles y todos es meros das la mantenía en pie. Las noticias se peraban algo decisivo. El local estaba atesta hacían cada vez más confusas; la tempestad do, el aire se había vuelto opaco y el miedo que se cernía empezaba a avanzar su embajada de las mujeres se arrinconaba en todos los de traiciones y comenzaban a perfilarse entre pasillos, se veía en todas las paredes. Ana no la sangre, quizás comprados con ella, conlo veía, se sentía convencida.
tratos petroleros.
Estaban al borde de una revuelta. Una le Una noche estalló la tormenta. Presionados gislación social era la culpable y no les queAcuarela de Graciela Moreno Ulloa caba sino defenderla, armados con reumáticos (Concluye en la pág. 13. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica