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REPERTORIO AMERICANO 131 44 SELECTA La Cerveza Bolívar en los 33 años.
En julio 20 de 1810, el Virrey de la Nue.
va Granada había sido derrocado en Bogotá. Las facciones federales y centralistas ponían en peligro el primer paso de triunfo, amenazando a la provincia con una gue.
rra civil. La de Cartagena rebelose contra las autoridades bogotanas estableciendo tras ello su propia autonomía. Aquí y para este tiempo, pues, se obra, a juicio de his toriadores competentes, el nacimiento político, la génesis del héroe de la Indepen.
dencia mericana 12. Apúntanse dos hechos de trascendental importancia que concurren a esta formación política: el 27 de no viembre se dirigía al Soberano Congreso de la Nueva Granada instalado en el tiempo de la destrucción de la República de Venezuela; el 15 del siguiente mes exhortaba directamente a los pueblos con su ya memorable Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada 13. En ambos do.
cumentos señalaba Bolívar lo que a su parecer fueron las causas del calamitoso fracaso de la primera República: SELECT del Hogar EXQUISITA SUPERIOR El terremoto de 26 de marzo trastornó ciertamente, tanto lo físico como lo moral; y puede llamarse la causa inme.
diata de la ruina de Venezuela. falta en Caracas, continúa aclarando, de una autoridad que obrase sin trabas y en manera expeditiva, la influencia católica logró sacar importante partido del fe nómeno que hizo perecer más de 20, 000 almas en la capital, ciudades y pueblos 14. esta preponderancia espiritual se impuso, afirma Bolívar, sobre la superstición y fanatismo de las comunidades, atribuyendo el cataclismo a designios divinos ya que el pueblo aceptaba los principios de un movimiento herético y condenable. Se particularizaba: plan irrevocable de independizar estos países 15.
La posición antagónica a la independencia por ciertos elementos de la Iglesia, ve.
nía reflejándose de algún tiempo a esta parte. Así lo atestiguan, por señas, la circular incontestable y reservada del Illmo.
Arzobispo y Metropolitano de Caracas y Venezuela, Narciso Coll y Prat, carta a los curas y vicarios de la diócesis, requiriéndoles información sobre las personas que tuviesen estampas, figuras, libros o papeles prohibidos, ya que se suponía que aquéllos lo sabrían por el acto de confesión de sus feligreses 16. Ahora, en la confusión, en el terror y el llanto, para la mayor turbación de la infortunada Venezuela, se levantaba arrogante y autoritaria, la voz de predicadores por el estilo del Presbítero Dr. Rojas Queipo, que en Valencia incitaba denodadamente contra el patriotismo, y que empleaba contra la causa ame.
ricana las armas del fanatismo, más terri.
bles que las del ejército de Monteverde 17.
La oposición sistemática de ciertos elementos eclesiásticos culmina, sin embargo, en la pastoral del 15 de octubre de 1812 promulgada por su Illmo. el señor Arzobispo cuya autoridad era suprema e inconfundible. En ella atribuíase el terremoto nada menos que a la manifiesta ira de Dios, el Ser Supremo que descargaba parte de los azotes terribles que tenía bien mereci.
do el pueblo venezolano por todos los vicios y el más escandaloso libertinaje en materias de costumbres y opiniones. 18 Aunque el edicto no va franca y directamente al asunto, conclúyese por inferencia que el caute prelado ataca los ideales re.
publicanos, los motivos de independencia, anatematizando de fraude, usura, monopolio, intrigas, partidos y facciones, concu.
binatos, prostituciones, infanticidios y vergonzosos desórdenes.
Fue muy natural y lógico que tamaño edicto fuese gustosa y extremadamente bien recibido y aplaudido por Monteverde quien, en calidad de supremo gobernante de Venezuela, sugirió intencionadamente al Arzobispo el prescribir que los curas y vicarios de la diócesis se subscribiesen a la Gaceta de Caracas para con ello contrarrestar las falsas y absurdas máximas del gobierno faccioso por cuanto a los feligreses les incumbía irrecusablemente, conocer la verdadera doctrina, la política y equitativas operaciones de su administración 19.
La reacción ineludible de Bolívar, por otra parte, fué la de tomar medidas termi.
nantes, andando el tiempo: la Junta de Cartagena habíale reconocido su innegable talento de competente visionario, y a la vez aceptaba sus ofrecimientos militares que culminaron en persistente campaña de liberación de Venezuela. Hizo su entrada triunfal en Caracas en los primeros días del mes de agosto de 1813, tercero de la independencia y primero de la guerra a muerte, según se decía 20. Este acontecimiento hubo de suceder positivamente el del mes en cuestión ya que en carta a la comisión político militar del Supremo Congreso de la Nueva Granada, fechada el 8, dice. Dos días hace que he tenido la dulce satisfacción de estar en medio de las ruinas de esta ciudad. Todo fué jubileo en ex tremo, agasajos y atenciones; Bolívar se hallaba en un estado de agitación inefable.
Tanto fué así que, a tiempo de cerrar esta carta, hubo de mancharse el pliego, pero con todo, se trasmitió ya que la premura del tiempo no le permitía dilaciones 21.
Que el futuro Libertador no había olvi.
dado ajustar cuentas con el célebre Arzobispo, revélando las demandas que se le hicieron. El de agosto se le pide razón circunstanciada del número de los curas párrocos propietarios que hay en los pueblos. tiempo de su ingreso al que actual.
mente sirven; del de los coadjutores o economos; a quiénes substituyen y desde cuán.
do, y el de los interinos con razón de sus propietarios, y el tiempo que ha están separados. 22 Tres días después, el 10, se le advertía al Arzobispo. La influencia eclesiástica tuvo, después del terremoto, una parte muy considerable en la sublevación de los lugares y ciudades subalternas y en la introducción de los enemigos en el país, abusando sacrílegamente de la santidad de su ministerio en favor de los promotores de la guerra civil. Sin embargo, debemos confesar ingenuamente que estos traidores sacerdotes, se animaban a cometer los execrables crímenes de que justamente se les acusa, porque la impunidad de los delitos era absoluta.
Luego se expresan ciertos temores. Es muy probable que al expirar la Península, haya una prodigiosa emigra.
ción de hombres de todas clases; y particularmente de cardenales, arzobispos, obispos, canónigos y clérigos revolucionarios, capaces de subvertir, no sólo nuestros tiernos y lánguidos estados, sino de envolver al Nuevo Mundo entero, en una espantosa anarquía.
Todos estos recelos del Libertador aclá.
ralos Mons. Navarro, asegurándonos que. No es ya el tiempo de burlar las disposiciones gubernativas, y todo el peso de la ley caerá sobre los infractores. En consecuencia animando a las órdenes de Illma. el mismo espíritu, intime a todos los párrocos, predicadores y confesores de la arquidiócesis expliquen semanalmente los justos principios de la emancipación americana, persuadan la obligación de abrazarla y defenderla al precio de los intereses y de la vida, precavan a los sencillos contra la seducción y los conatos de los perturbadores, y que sobre todo presten cuantos existen bajo la protección del gobierno, la correspondiente cooperación a sus miras que aquel que en semejante acto (de la confesión) tratase de extraviar la opinión política que sostiene al presente tales apreciaciones no significan en Bolívar una expresión de anticlericalismo sino la expresión muy justificada del temor que entonces le embargaba de que todo elemento español, y particularmente el eclesiástico, que se trasladase a América, vendría a obstaculizarle en su Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica