122 REPERTORIO AMERICANO Se ha producido un desconcertante fenómeno de cerebración, de razonamiento crudamente real en la extraordinaria mujer. Confinada de por vida a la sombría cárcel de su cruel destino, es a través de un nuevo afecto que habrá de ser definitivo, como inicia el andar por el amplio y luminoso camino de su liberación. Pero ese inalienable derecho a la libertad y a la dignificación ha de pagarlo con el precio carísimo de sus tres hijos. Es la convicción firme y profunda de que no es posible una vida eterna de desprecio y escarnio, es la reacción compleja de que sólo es capaz un psiquismo libérrimo, lo que induce a esta mujer a pagar con la más preciosa moneda que existe el valor de su inefable rebeldía. En tanto que una sociedad injusta, ptolomeica, reaccionaria y aristotélica es el oscuro telón de fondo de este que parece un drama de Neil. porque, basado en la antigüedad de esos principios algún Concilio discutió si las mujeres tienen o no alma, esta mujer en ademán rectilíneo y elegante, asumiendo proporciones clásicas, cierra cautelosamente la puerta de su firmamento interior ante la ingenuidad de quien descubre los satélites de Júpiter y para quien aquel psíquico espacio sideral será definitivamente inescrutable.
Marina Gamba se reivindicó a sí misma en plenas tinieblas medioevales. Pero aún esperan cientos de millones de mujeres como ella. Qué puede redimirlas, a todas, a las humilladas y prostituídas, a las ofendidas, a las miserables y escarnecidas hasta el vicio, el crimen y el oprobio?
Sólo una cosa. El nuevo concepto del mundo que, con base en las teorías copernicanas, Galileo formulara en el siglo XVI y que hoy, en pleno siglo XX, se abre camino entre tinieblas de reacción, heroicamente!
Calabozos de la Segunda República.
Costa Rica, agosto 10 de 1948.
TESTIMONIO México, 14 de Enero de 1950.
rina Gamba y Bianca Capello. Pero un día, su hasta entonces desventurada amante lo llama y con amable naturalidad le confiesa que va a contraer matrimonio con Giovanni Bartoluzzi. Galileo parece turbarse. Ella le suplica no fingir una preocupación que no siente. Ella misma renuncia a los hijos con absoluta indiferencia y al entregarlos para que el padre los conduzca en un coche a Florencia, no espera ni que el carruaje arranque, para mantener con la mano emocionada en alto el último adiós a los seres queridos que para siempre se desdibujarán en el horizonte y en su destino, sino que con espartano estoicismo cierra la puerta sobre ellos que aún no han terminado de instalarse dentro del carro para partir. jamás los hijos recibieron ni cartas ni recuerdos de la madre ni Galileo otra noticia de aquella mujer que la de su muerte acaecida después de haber transcurrido muchos años y de haber hecho completamente feliz al hombre que la eligió por esposa. Sólo Sor Celeste agonizante tuvo como última visión la de su tierna madre, ya difunta, que sobre ella se inclinaba como siempre, cariñosa solícita. Aquella mujer! Asombrado el lector con la biografía del grande hombre que presenta Harsanyi, tropieza, como tropezó el mismo Galileo, con esta extraordinaria mujer.
Víctima de una desgraciada seducción sin amor, la hace dichosa aquel verdadero y tierno afecto de que se le ha llenado por primera vez el corazón. No será compañera intelectual ni espiritual del matemático porque es sencilla e ignorante, pero eso sí, lo suficientemente discreta para comprender que está al lado de un titán de las Ciencias y el conocimiento al que respeta, admira y obedece como el niño a sus mayores, con el buen grado del creyente devoto, fervoros y de hinojos ante rituales cuya liturgia no comprende. Es alegre, bondadosa, diligente. Trata con cierta piadosa ternura al grande hombre que tiene mucho de niño. Nada le altera el ánimo ni perturba su natural bondadoso. Sabe que su vergüenza lo es a perpetuidad por razones de orden social y religioso que tampoco comprende, pero que comienzan a taladrarle el alma hasta tocar con las vetas auríferas de una subjetiva protesta, de una intima e inexorable sublevación. Pero esas corrienets que se vuelven después tempestuosas son demasiado profundas. La superficie se mantendrá hasta el final imperturbablemente serena y apacible. Rugen en lo arcano de su espíritu los vendavales de la indiferencia, la infidelidad, la amarga decepción. El puro sentimiento de su amor no correspondido, es ya algo mustio y marchito. El hombre a quien ciegamente se entregara se lo negó todo. Sus obligaciones de familia no le permitieron casarse con ella cuando la conoció. Su creciente fama, su mundano vivir en las cortes se lo impidieron luego. La mantiene siempre oculta, avergonzado de ella cuando es profesor en Padua.
Le manifiesta sin ambajes el grave problema que una mujer como ella es para el sabio protegido del Gran Duque, que va a instalarse en breve, con la aprobación entusiasta de palaciegos y nobles, en la corte de Florencia. la compleja amalgama de su alma acerada que ha oído infinito número de veces las mismas razones deprimentes, los mismos ofensivos argumentos, reacciona en frío. Ni un enojo jamás, ni una lágrima. Soporta con beatífica paciencia las feroces injurias de la madre del sabio y termina por plantar su enorme dignidad de mujer mil veces ultrajada por encima del sentimiento más grande de que es capaz el alma humana: el amor maternal.
Muy querido Don Joaquin: Le envío estas cortas líneas de saludo con Carlos Luis Fallas.
Estos días en México me han hecho conocer valores de Costa Rica que pertenecen a nuestro total continente y lo ahondan y extienden.
Así me ha tocado conocer al poeta Cardona Peña y su poesía desbordante y solar.
Mi gran sorpresa ha sido la Mamita Yunai de Fallas. Es el libro más hermoso que he leído por años. a este joven Gorki que nos ha salido en América, con ese mismo alto sentido de la realidad y de la ternura, le encomiendo ahora saludarlo, Don Joaquin, esto es, llevarle una vez más mi devoción y cariño.
Abrazos para todo 1950, año de la liberación de nuestra América.
Pablo NERUDA.
Otros versos de Arturo MONTERO, en San José de Costa Rica. En el Rep. Amer. FLORACION y se quebró una rama: no miro más la mejilla que sonroja ni escucho más la cascada que emociona.
Mayo de 1945. San José, METAMORFOSIS Mira su dulce rostro en clara fuente, clava sus bellos ojos en el cielo, le arrebata a la luz su sello ardiente y se tiende, llameante, sobre el suelo.
Acaricia amorosa y casi oprime la temblorosa hierba entre sus manos, y voluptuosa, y fácil, y sublime, lanza a los aires su cantar profano.
Su sonrisa magnífica y callada anuncia el esplendor de la mañana: con divino rubor de bienamada florece blanca, roja, azul y grana. La rosa se entreabrió en una alborada, el rocío cubrió su piel hermosa, la calandria cantó su fiel tonada, y el sol le dió su luz a cada cosa. México, junio de 1948.
Tienes que acudir al llamado de la espiga, de la raiz, de la esencia.
Tienes que hurgar en el origen mismo de las cosas para poder asir direcciones y caminos.
Tienes que acudir al llamado de la rosa, del gorrión, de lo puro.
Tienes. en primer lugarque aprender a hablar simple y llanamente, y morar en una casa sin libros viejos y sin cristales falsos.
SUCESO Sc trunco una vida, y pareciera, como si un ala de un pájaro estuviera malherida.
Se deslizó una hoja Tienes que acudir al llamado ininterrumpido de la ola, del tiempo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica