REPERTORIO AMERICANO 19 Pérez Triana contra la autocracia Pero la guerra (la de 1914) se desencadenó con viola ciones del honor, con el sacrificio de Belgica con el horror de las matanzas innecesarias, invocando el nombre de Dios blasfemamente, sembrando por doquiera el terror, el dolor, la sangre, el exterminio, resucitando hombre primitivo y armándolo para la destrucción con elementos que no sonó el mismo Júpiter. Ante semejante cuadro, Pérez Triana se alzó como un profeta. Llevala a Alemania, a su Alemania, la de las reminiscencias inagota bles, crucificada sobre corazón. Pero en los labios tenia la palabra de fuego no contra el pueblo, primera victima del militarismo, sino contra los amos irrespon sables, contra la autocracia. contra la autocracia previno, en palabras de clarividencia y de indignación. a los pueblos de América. Nuestras simpatías debían seguir a las naciones atacadas, a las mismas que nos enseñaron a ser libres y que ahora se alzaban, pujantes de entusiasmo, a defender, palmo a palmo. junto con el tesoro de civilización que representan el territorio in nar, ciñe al objeto poético sin desleir su húmeda pulpa, como un lloroso melocotonero.
La divinidad asiria que simbolizaba la potencia creadora tenía que descender anualmente a los infiernos. los dioses olímpicos, por lo que pudiera pasar, se les prohibía el suicidio. Cambiante Orco de la subconciencia y suicidio en la ausencia absoluta Ya no estamos en los placeres de la soledad, estamos ahora en los placeres prohibidos. De la negación atómica de la laminación plateresca a una mística inversa, en la que se intenta amar destruyendo, quedando la autodestrucción poblando el paraíso de los paraicos. Mascarones babilónicos, toros con ojos de húmedo infante, nieblas ecuestres en caballos enloquecidos. una mística que no busca sumergirse para reaparecer diluida o incorporada sino que se hunde para salvarse en la gracia del encuentro Misticismo que necesita la recepción sensible o de esperada adivinación, opuesto a los anegares teresianos, buscando el cuerpo enemigo donde animar el espacio seco entre dos paréntesis. La percepción al dilatarse se rodea de las algas de sus impresiones. En esa zona hirviente y cambiante la que un árbol forma la idea de un árbol y un río la imagen poética de la teoría desenvuelta, el cuerpo adolescente nos entrega la rotundidad de lo existencial y de lo limitado, algo frente al cual la mirada tiene que penetrar o romperse en mil flechas.
Cernuda crea los valores de ese misticismo corporal, en que más que la comunicación expresiva, se necesita de un ardor cuya legitimidad viene entregada por sus valores de proyección sobre el cuerpo adolescente, convertido en forma formadora. En el misticismo teresiano se era poseído por la auto destrucción, como la única resolución aventurera, en este de Cernuda se justifica la llamada sensual en la oportunidad de la presencia enemiga, enlazada por el tiempo cuidado que la favorece y por lo ardido de la proyección. Si no te conozco, no he vivido. Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido. Es esa angustia sensual la que engendra esos paraísos poéticos, construidos con ausencias y exclusiones terrenales, o es por el contrario ese desligado són poético el que engendra esa mistica proyección chirriante, como la única aventura posible después que la palabra se ha abandonado a su desfile vertigino so en el tiempo? En la nada, recuerda Heide sger, preguntas y respuestas son un contrasentido. Esa nada verbal engendra la angustia intraspasable de una sensibilidad dividida, pinchada constantemente por las sugerencias que no se transforman en espacial posesión. Donde buir. se regunta de nuevo Cernuda. un olvido rencoroso donde se van a domesticar las futuras gracias. las antiguas arenas y flechas se van a depositar ante la calma de los dioses. Los fantasmas gris y plata y las palabras engendradas por la cópula de una diosa de un ave de roto perfil. van ahora a hincarse en las dóricas columnas. como marcada flecha y abejas aprendices. Sin embargo recordemos la gentileza con que Proust se acusó al valorar su obra y situar citar alli su esencial falla, reparo generalizable a casi todo el arte contemporáneo, el desfile vertiginoso de sus impresiones sensibles no nos entrega el mito de una verdad poética paralela, cuyo dichoso acoplamiento pudiéramos llamar momentáneamente metafisica sensible o tal vez carnal geometria.
vadido en En esa labor puso Pérez Triana lo mejor de su espí ritu: su fe en la bondad de los ideales y su confianza en el triunfo de quienes de manera lenta pero continua iban haciéndose a la superioridad aun en el régimen terrible de la fuerza. Mas no alcanzó a verlo. Antes de cumplir cincuenta y ocho años había nacido en Bogotá el 28 de agosto de 1858 empezó a sentir cansancio Como la vela. con su luz, el mismo se había ido con sumiendo. Se apagó en Riverdale, en su casa de campo.
Era la estación florida, cuando había mucha luz en el cielo y mucho verdor en los árboles. En los últimos dias, según refiere Ramiro de Maeztu, tuvo una frase sublime. En su lecho de muerte se hacía leer un libro. Qué libro es. le preguntó un amigo Entrance como el mío, respondió el moribundo, no se puede leer sino el Quijote. Ahí está retratado, ligero y profundo, enamorado de la vida, pero sin temor del más alla, lleno hasta el último instante, de novedad y de gracia (L. Nieto Caballero, en la Introducción a las Reminiscencias fudescas de Santiago Pérez Triana. Bogotá. 1936. La niñera de los pobres n?
Madera de Emilia Prieto.
590 niños han muerto en el primer semestre del año por cada mil habitantes. Según el estudio que está haciendo la Oficina de Estadistica, en ese lapso se registraron 3450 defunciones todo el país. Diario de Costa Rica del 23 de Setiembre de 1936.