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280 REPERTORIO AMERICANO Emma Pérez, poesía y revolución Por NICOLAS GUILLEN De Mediodia. La Haban abril de 1917 tensa.
de nuestro rotas, al Emma Pérez Apreciaciones La poesia revolucionaria, es decir, la poecia al servicio de la revolución social, está a rribando a su mayoría de edad. Desemboca.
al fin, la voz de los poetas, al campo de su más directa eficacia, pero ello no se ha logrado sino después de un doloroso proceso de aprendizaje y depuración.
Es interesante observar cómo con esta poe.
sia se ha producido un fenómeno de las mismas proporciones que el que se produjo con la llamada poesia vanguardista, reciente to.
al menos en nuestra lenta historia literaria. El magisterio inicial de la Revista de Avance, y del Suplemento Fernández de Castro, ocasiono, como debe recordarse, una vasta conmoción en medio parecer, las trabas clásicas, desbordado el mar de falsas vocasiones, surgió de cada lugar de la Isla un haz de poetas y poetoides ansiosos de gloria, y lo que es más seguros de conse.
guirla. Qué ocurrió, al cabo? Fué sencillisimo. Sobrevivieron los que tenían un men.
saje personal que trasmitir: y si el acento les quedó enriquecido después de la aventura, fue porque supieron hallar, entre toda aquella ganga, lo que era legitimo mineral lirico.
De allies de donde parte cuanto hay de nuevo en la poesía cubana, removida hasta sus raices por la nueva inquietud.
La poesía social ha tenido una peripecia semejante: versos, y a veces ni versos siquiera, llenos de sectarismos de partidos de invo.
a Lenin. a Marx: de apóstrofes los capitalistas de mala oratoria, altisonante y hueca. Surgió en seguida el cliché. y el cli che trajo el poema standard.
la producción la superproducción: nos vimos ahogados, sepultados en un oleaje espeso de cantes revolucionarios. hechos simplemente de de gritos, de gestos enloquecidos. Qué ocurre al cabo? Tam bién sencillisimo. Que perduran sólo quienes además de revolucionarios son poetas, y lle.
van a su arte, deputándolo, haciéndolo sustancia de belleza, el conflicto entre un mun.
do que desaparece y uno nace. Es asi como la poesia revolucionaria deja de ser con signa de partido, en el fondo para transformarse en ansiedad humana sin contradecir la consigna: y en cuanto a la forma, arriba por fin a la ya sabida y veces olvidada!
dificultad horaciana de la sencillez. Al hom bre de la calle es preciso hablarle en el lenguaje directo, con la palabra monda y enér.
gica que él sabe emplear, y ello es evidente cuando tenemos un mensaje humano, imperioso, que trasmititle. Hemos estado construyendo una poesía retórica inintelegible para el ser descarnado a quien va dirigida. Por qué no acercárnosle y.
y. abandonando el tono apocaliptico que lo asusta y confunde hablarle en su misma lengua simple con su mismo acen.
to ingenuo?
nuevos cielos.
caciones bien pronto la hondura emocional: en ese sentido, Em.
ma Pérez realiza el equilibrio entre la inteli gencia y el sentimiento, tan grato a los clá.
Sicos. Desde la poesía fuerte sin caer en lo cartelesco, en la proclama, como los versos de Primer Canto, de Tempestad sobre la Isla del Canto del Mundo sin Relojes, hasta romancillos como Bodas, Juego, Cartón, y tan.
tos más, cuajados de poesia intima, todo el libro es una cuerda de la que saca extraordinarias vibraciones el espíritu de la poe.
poe.
tisa. Esa cuerda el amor de su hija, y, en su hija el amor todos los hijos que hay en el mundo, de padres explotados, bambrientos y miserables. Así, el poemario aparece atra vesado por una espina dolorosa que, lejos de hacerlo monótono, le comunica, gracias a la movilidad lirica de la autora, una variedad llena de armonía.
Sobre el presente de su hija, Emma Pérez instala un porvenir luminado: y aún en ese mismo presente le escoge tierras de Rusia y esperanza: Adiós la niña va a Rusia, jugar con los pioneros.
Adiós la niña va a Asturias, a besar a los mineros Adiós la niña ou a China, no va va por los misioneros, va a ver a la juventud instalando Por otra parte, lo revolucionario figura co este libro tan unido al hecho lírico, que no es fácil desintegrar ambos elementos. ello se realiza mediante un ajustado mecanismo, de modo que nunca la intención aparece en primer plano, sino que bulle internada en la be lleza subyugadora del poema: cuando surge al cabo no es en el poeta, sino en el lector transformada en emoción de rebeldia, deposi.
tada en hermosos sedimentos de protesta a los que sólo falta la mano del líder que los agite, para enturbiar el agua en cuyo fondo reposa. De esta suerte, el poeta tiene algo del pionero whitmaniano y va desbastando con su voz el bloque donde la revolución grabará mañana las firmes líneas definitivas. Re cobra tambén su antiguo papel de vate, anunciando el futuro a quienes apenas pueden des cubrir las burdas formas de lo que ahora nos rodea: Viene la tempestad incontenible desde lo alto de los Urales!
viento entrega látigos: Seguidne.
Las muchedumbres incendiadas queman el viejo rostro de las cosas.
EL yanqui tapia sus ventanas, Gritos: Ya! El viento Ya ha llegado el viento!
Mi voz asciende igual que pájaros. Viento! Aquí. Toma. Sálvala.
ES mi hija. Abrele, como alas, los brazor!
Nunca. en Emma Pérez, el vuelo liceo desciende a la vulgaridad de expresión, sin dejar por ello de ser diáfano, sin que no podamos seguirle la curva amplia, poderosa. ex.
Tensísima unas veces y otras como de ala que está remando en el aire democrático que circula a nuestro lado. Gracia ésta de poca legitimo, de poeta de raza, que aclara cuanto toca y siente y expresa en su instrumento el mismo son que duerme en el instumento de los demás.
México. marzo de 1937 Una de las muchas cosas buenas que me quedaban por decir de la poesia de Emma Pérez en sus Poemas de la mujer del preso es que, siendo su forma de una novedad auténtica y depuradísima, hay un ligamen tan manifesto entre sus recursos y sus intenciones que el senti do emocional se hace siempre patente.
Toda esta poesia está cuajada de imá.
genes a primera vista extrañas, pero cuya licitud se nos impone por la misma emoción que nos infunden. La enérgica o riginalidad del tropo es una de las calidades egregias que nos ha traido Em.
ma Pérez.
Jorge Manach (En El País, 1932)
Realidad: hemos dicho la primera palabra de los Poemas de la mujer del preso. Quisiéramos despojar este libro de su peso enorme de realidad y no podria mos. Pero en seguida vamos a consta tar que la realidad no gravita sobre el lirismo del poema sino que es sólo la base en que asienta su planta. Es ésto lo que hace de los Poemas de la mujer del preso algo distinto entre nues.
tros poquisimos libros de poesía nueva: ensayan prestarle a una gran realidad las posibilidades nitidas e inéditas de la poesia.
Félix Lizano (En la Revista Cervantes, 1932. La desnudez y la sobriedad carac.
terizan la poesia de Emma Pérez. Cada poema es algo mondo de adherencia sentimentales, concebido con su poesia precisa excesos ni carencias, co.
mo para facilitar el juego de contrastes más o menos bruscos que perfilan su verso dándole una expresiva severidad (Pass la pagina 287)
tantas Al grupo de poetas que hacen eso, es decir.
que hablan con escueto lirismo, pertenece na gran poctisa cubana: Emma Pérez, cuyo libro Niña y el Viento de Mañana, que acaba de aparecer, la ubica como una revolucio.
naria de la poesia revolucionaria para decirlo con esa aparente redundancia. Poemas dedi cados a su niña y a todos los niños, y en los que la gracia tecnica marcha pareja con