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REPERTORIO AMERICANO El pájare de fuego y mi Escuela Normal España Escribe Pilar BOLAÑOS para Rep. Amer.
Como la novia sentada en el banco de un órgano y atravesaban el espacio como con la ilusión del primer madrigal, un rayo luminoso, agregando sonido a la aryo te veo vestida de blanco, monía celeste. Por fin llegué a sus jardines.
todos los dias, mi Escuela Normal. Era la tierra seca sin césped, sedienta, sus arriaRaf. Heliodoro Valle. tes de piedra ponían un ribete grisáceo al café sediento de la tierra. Cuando entré en el jarNo sé si fué sueño o realidad. Pero tengo din ya mis piernas no respondían a la emoaún entre las manos la ardiente sensación del ción contemplativa que me envolvió al entrar: pájaro de fuego que aprisioné un instante en rápidamente, apresuradamente, con una sed mi Escuela Normal. Golpeaban mis sienes el enorme igual a la de aquella tierra atravesé y calor y el bullicio de San Salvador, atravesé corri entre los crotones. Esos árboles raros sus calles y llegué al edificio de mi Escuela de tallo café con hojas matizadas de amarillo, Normal España. Mi vestido era negro, no rojo y verde. Esos árboles que parecen siempre el uniforme blanco que recuerdo haber usado envueltos en el aliento del otoño y cuyas hodurante toda mi niñez y mi adolescencia; pe jas caidas, ofrecen la más alegre alfombra a la to si mi ves do era negro, mi espíritu era el tierra reseca, después de la lluvia. allí estaba mismo espíritu de colegiala alegre con que to el crotón preferido por mí. aquel que siempre Ilustración de Guier.
das las mañanas se vestía mi alma para ella. amé en mi Escuela Normal, el del segundo Entré por sus amplios corredores de mosaicos urriate, partiendo del pilar de la campana. EsNo sé si fué sueño o realidad, pero tengo negro y blanco relucientes, donde se reflejaba taba enorme y alto, frondoso, más rojo y más aún entre las manos, la sensación del pájaro siempre aquella fila de pilares que una y otra atractivo que nunca, más fuerte su tallo, más de fuego que aprisioné un instante en mi Esy otra vez yo contara en mi vida. Sus aulas Taro y más extraño. En su rama más alta una cuela Normal.
abiertas y sus pupitres para mí tan familiares hermosísima flor roja se movía. MisteriosamenNo sé si fué sueño o realidad, pero desde proyectaban ángulos de sombras que se exten te ante el deseo de cortarla se alargó mi cuer ese momento comprendi que mi corazón se dían para recibirme. La sombra y la paz de po, mis brazos se alargaron, mis manos y mis formó allí, en sus aulas, en su jardín y se lansus aulas limpias me envolvieron. En esas au dedos. Ya la alcanzaba. Ya. Por fin la zó a la vida como el vibrante pájaro de fuelas hice mis primeras prácticas de maestra. alcancé. La más rara flor, roja, roja, como la go, con el deseo íntimo de comprender el doLlegué al salón de actos, y el coro de mil llama del bosque, y una vez entre mis manos lor y la alegría humanas.
voces abria brecha en el cielo entonando el tomó la forma de un pájaro de fuego. La aprehimno de mi escuela normal. Pero ni el pro té suavemente, quedamente: en mi pecho, otro San José de Costa Rica.
fesor. ni la inspectora. ni las caras de mis pajaro de fuego sacudió sus alas. No sé qué Noviembre de 1949.
compañeras que llevo tan adentro del recuer rara coincidencia hizo que el viento llegara al Arriate: pretil.
do; solamente las voces, como raíces invisibles jardin, y la flor, como una flecha ardiente se Croton. Krotón, griego) planta euforde la tierra, llenaban el salón con la potencia escapó de mis manos.
biácea medicinal.
Energía tuya (En el Rep. Amer. con su joven comandante, quien se ordenó colocar una cápsula explosiva.
No era pólvora. No era dinamita.
Hay ahora en tu patria Material mucho más potente.
No te diré su nombre.
Duérmete, nena.
Te estremeciste.
Un retumbo distante y cavernoso Como un vendaval se oyó.
Duérmete, nena.
Tu muñeco, tu osito y tu diablillo negro duermen tranquilos como niños.
Estos versos del poeta soviético Eugenio Dolmstovsky, conmemorando la ex De dónde vino ese sacudimiento súbito?
plosión atómica de que hoy tanto se ha. Qué significa?
bla, fueron publicados en la Gaceta Literaria de Moscú, en su edición de julio. En la Taiga, muy lejos de aquí, Traducidos por Fernando Villalobos. En otro rincón de la patria de la versión que publica The New York Donde el color de amarillas hojas Times del 25 de setiembre, 1949. No resplandece hasta la primavera, Es notable que esa explosión no ins Una montaña de granito se eleva pire un canto guerrero, sino una canción Impidiéndonos el paso.
de cuna al poeta soviético. Ojalá todos Ya hace tiempo los pueblos se empeñen en que la ener Debimos derribarla.
gia atómica se use exclusivamente para Muchisimo tiempo ha, debería habérsela el adelanto de la civilización, y no pa obligado a entregar su mineral.
ra fines bélicos.
Duérmete, mi niña, la noche está oscura.
Duérmete, nena.
En el minuto predeterminado, ocurrió la explosión.
Voló el granito convertido en polvo.
Alrededor de la montaña se iluminó la Taiga con radiaciones de oro.
La vieja montaña desapareció y el rugir de la explosión. a las cinco de la mañana, rompió El sueño de los niños Como bocanada de viento De lejos, muy lejos.
Duérmeta, mi niña, Tu mano en mi mano. que llegue a las costas extrañas la onda sonora prevenga a nuestros enemigos que la oigan alla.
Como una llama se desvaneció la montaña y entregó su oculta riqueza.
Lo que hasta hace poco era sólo cuento de hadas, Ha ocurrido ya.
Duérmete, nena.
Vivian en aquel sitio un grupo de geólogos Er. dias helados y en días de calor, Doce largos meses Serpenteron dando vuelta a la montaña.
Entonces, a aquel sitio llegó un aeroplano y luego un pelotón de zapadores cargado de profesores y luego un pelotón de zapadores, Muchachos de primera ADVERTENCIA En el número anterior, página 8, columna 1a, renglón 16. Emilia Prieto quiso decir sedente (sentado) y no sedante. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica