REPERTORIO AMERICANO 29 enfrentarse con el problema costarricen.
se con acomodaticia lentitud, demostatica que sabía sentir con un alto espíritu su misión y prestaba a la causa del paname.
ricanismo un servicio insigne. Porque 15 ha de ser siempre toda afirmación de la justicia. a la postre no ha de ser sólo Costa Rica la que se beneficie de la misma. La hermandad profunda de los pueblos de América ha de recibir un impulso decisi.
vo. Se sentirá ya muy cerca ese gran ideal que Manuel Sanguily definía y exaltaba en una de sus mejores páginas. Costa Rica, el bello país de la perpetua primavera, habrá sido el centro impulsor de este rescate de la verdadera americanidad.
Los tiempos cambian, la dignidad debería persistir Aventura autobiográfica (En Rep. Amer. Francisco Lluch Mora.
voluntad poética. Yo buscaba un camino donde se acumularan presencias de nubes sobre una manzana de soledad.
Yo buscaba un camino de nieve convertida en ágil llamarada.
Heme por el camino inventado.
Qué orgullo de palomas y tiernas mariposas estalla! El día en plenitud halla su rosa. Este camino encarna una estrella en la aurora sorprendida: una tan claro decir que no comprende ninguna voz de pétalos tronchados.
Un camino habitado de espigas avanza vertical hacia el futuro.
Por esta misma ruta de claridad oculta se revela sér ante sí mismo como la campana del mar ardiendo de can. ciones.
Si mañana se detuviera una luz fracasada reviviría de emoción en mi camino.
Por SANIN CANO (En El Tiempo de Bogotá, 20 111 54. Fuego de mí; vereda dilatada en ntl conciencia. Nieve enardecida.
Por ti contemplo la distancia herida; contemplo por tu sér mi sangre dada a dulce infinitud eternizada.
La sal de otra corriente contenida no en mi permaneció, que conocida anterior huella no hubo de pisada.
Primo y último en tí me he descubierto, redonde vuelo al horizonte abierto temblando ante su forma conseguida.
Si ya infancia al rocío restaurada, a qué mirar la sombra condenada a la muerte que en sí lleva prendida? En artículo tan bien pensado como donosamente desenvuelto, señaló Caballero Calderón, con frases duraderas, el papel de la falta de carácter en una sección considerable de la fauna política de nuestro país, dicho sea sin ánimo de ofender a los animales. Sus palabras conducían fácilmente de la indignación a la risa. Pero tal vez es demasiado severo su pensamiento cuando afirma que tal inconsistencia de espíritu es el distintivo, y pudiéramos decir la mancha original, del prójimo colombiano en sus relaciones con la política. No se trata aqui de inventar una defensa de nuestros políticos según los describe el avisado crítico social a quien nos hemos referido, pero tal vez esa flaqueza del carácter colombiano no sea una excepción en la historia de las sociedades humanas, sino una triste condi.
ción de la vida política universal como lo enseña la historia de todos los tiempos. No había manera de fijar en discos a la ma.
nera de hoy todas las arengas y conversa ciones de políticos en los tiempos de Cice.
rón y Demóstenes, por ejemplo, pero de lo poco y cuidadosamente entresacado por los amanuenses de entonces, resulta cada día menos consecuente consigo misma la figura de esos abundantes oradores de la antigüedad.
En épocas menos lejanas y con elementos más indiscretos a disposición de los his.
toriadores para juzgar a los hombres públi.
cos, los directores de la opinión no hacen mejor figura ante la desprevenida posteri.
dad. Es cierto, como la dijeron a algún li.
terato poco favorecido por el público de su época y exageradamente confiado en el juicio de la posteridad, que ésta en fin de fines no es más que un público póstumo; pero a lo menos ese público dispone en su favor de más copiosos elementos de juicio.
La historia es a veces demasiado indiscreta en la calidad de los elementos que suele descubrir y poner a disposición de los relatores. Pongamos un ejemplo.
En París, en 1815, cuando Napoleon Bonaparte se escapó de la Isla de Elba, uno de los diarios mejor informados de París dió cuenta del suceso en estos o semejantes términos: El bandido Bonaparte se ha fugado de la Isla de Elba. Pocos días después, cuando se supo la manera cordial como el genio político, militar y administrativo más firme y aguerrido de su tiempo era recibido por los pueblos que iba recorriendo, el mismo diario parisiense apuntó seria y correctamente: Bonaparte ha desembarcado en el sur. del clamoroso y cordial recibimiento de las multitudes en Tolón, dice: El general Bonaparte ha llegado a Tolón. De su marcha hacia París ya con tropas organizadas dió noticia el diario con estas palabras: El general Napoleon Bonaparte se acerca a la capital. la información definitiva decía: Napoleón, Emperador de los franceses, llegará mañana a la capital. Cada una de las noticias correspondía a un estado de espíritu cambiante según las apariencias del firmamento político.
El hombre extraño a las combinaciones de intereses políticos y el moralista inde.
pendiente y estricto no dejan de experimentar sorpresa viendo salir del brazo y en cordial y risueña compañía a dos miem.
bros de la cámara de los comunes después de agitadas discusiones en que los dos políticos han usado uno en contra de otro ca.
lificativos de tono injurioso que parecen inaceptables entre gentes de estricta moralidad. Pero es evidente que en la generalidad de los países regidos por instituciones democráticas genuinamente aplicadas no son esta clase de hombres los que de ordinario dirigen la política y la administración.
Gladstone cambió una vez de partido obedeciendo a convicciones, no a intereses del momento y en el curso de su carrera como jefe de partido y de gobierno fué siempre fiel a sus principios. Asquith en su patria, Clemenceau, Poincaré en la suya pridieron dirigir ia opinión y figurar como jefes de gobierno con dignidad y con éxito por la fidelidad a las ideas que los habían conducido a los puestos de mando. En lo que el señor Caballero Calderón tiene el apoyo de la razón y del sentido común es en su actitud ante la facilidad con que las multitudes y los dirigentes de cierto partido en Colombia cambian de rumbo en seguimiento de intereses que nada tienen de común con las íntimas necesidades de la patria ni con los principios en cuyo nombre han asumido el cargo de dirigentes.
En pocas partes nos da la historia un espectáculo de tan vigorosos contrastes políticos como el de una nación en donde la caída y principios de disolución de un partido político tiene por consecuencia su continuación en los más visibles y más apreciados puestos de la administración en todas sus ramas como si en efecto aquí no hubiera pasado nada.
En política, en todas las formas de la vida social el progreso supone un estado de continua evolución en favor de la especie y del individuo pero ese movimiento de transformación deja intactas en su des.
arrollo las nociones de moral, de honradez y muy especialmente los conceptos que se relacionan con la dignidad personal.
Sí. Todo lo he superado.
No existe ley más fiel que la conciencia.
Cuando se levantó la espuma, ola sin cuerpo me escapé del tiempo.
árbole vi deshacerse en la orilla!
Cuántas frutas perder fragarcia y colorido!
Qué triunfo de la arena en una eternidad (ilegitima!
Todo corría, menos yo, al olvido!
Yo fuí el único ser en que cuajó la gracia de sorprender la noche en agua cristalina! Sin embargo, yo fui tan sólo una voluntad que soñaba abordar la playa donde se satisfacen los vuelos de las aves.
Nada tenía.
Jorge Luis MORALES Nueva York, 18 de enero de 1954.
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