REPERTORIO AMERICANO 25 Tres centenarios Escribe: Lorenzo VIVES (En el Rep. Amer. Va pasando el tiempo, y nosotros sentimos que nos alejamos de un punto inicial.
Las generaciones, en su avance, ocupan sitios desocupados. Los ideales de la vida y la cultura, cambian. Lo espiritual es arrumbado por lo material. Las delicadezas de la palabra, por las brusquedades de la técnica la economía. Vuelve, después, el movimiento pendular de la vida; lo del espíritu a recobrar su posición. Lo positivo sucede al idealismo, y luego lo de la mente pura recobra su puesto, y en estos vaivenes, en estos tránsitos, siempre resplandecen los valores humanos que fueron y son siempre el oro del mundo, y su recuerdo es pasado de los unos a los otros para honrarlo y venerarlo.
Hacer público el afecto para aquellos que la sangre o la amistad unió a nosotros, es acción noble, como lo es tributar homenaje de consideración y respeto a aquellos hombres que pasaron por esta vida dando un mensaje recibido por los dioses para tecordar que lo divino está cerca de nosotros.
Contribuir a divulgar el conocimiento de los super hombres es laborar para disminuir los efectos del sub hombre, que tan descorazonadores son y, para el que esto escribe, extender su acción instructiva, ideal estimado de su vida.
Escuelas y colegios deberían aprovechar estas ocasiones para dar a conocer a los alumnos la vida y la obra de los proceres de la cultura. Nadie se acuerda de los magnates del comercio y la banca: la humanidad sólo honra y venera a los que mantuvieron prendida la llama celeste en el arte, en la ciencia, en la filosofía y en la religión.
En el espacio de poco tiempo se han cumplido: el tricentenario de la muerte de la PBHIXENCE Tirso de Molina no fué un niño prodigio, como el Monstruo de la Naturaleza. Empezó a escribir entre los veinte los treinta años, siguiendo la escuela lopiana, pero superando al maestro en cuanto a pureza, perfección y creador de caracteres.
Su Don Juan, se hace universal con Hantet, con Don Quijote y, porteriormente, con Fausto. No va a buscar sus motivos en la leyenda nacional, como otros, en donde hay tantos asuntos de fácil desarrollo y agrado del vulgo.
Pensador elevado busca temas que puedan interesar al hombre de siempre. No es helénico en el sentido de un nacionalismo restringido y de un presente temporal: siente, como Shakespeare y el mismo Goethe, lo universal y lo eterno.
Luchó valientemente contra los culteranos, valiéndole, tal postura, serios disgustos y hasta tener que dejar Madrid. pesar de vestir hábito, no se arredra al tocar asuntos escabrosos y manifestarlos con desenfado, lo cual no quita valor ético a la vida del fraile, más bien se lo da, pues se hacía censor de las costumbres de la época, que tanto influyeron en Lope.
Estuvo en Santo Domingo, dos años, conociendo, pues, la vida de estas tierras en aquellas épocas.
Su inquietud le hace escribir variado: vidas, historias, genealogías, novelas cortas y cuentos, pero es en el drama donde sobresale.
Madrileño de pura cepa y buen conocedor del pueblo, sabe dar a ciertos pasajes la sal que el público recibía con aplausos. No le preocupaba lo moral, y sí lo estético.
El confesionario le dió ocasión de conocer piuy bien el alma de la mujer y, este conocimiento lo manifiesta cuando crea sus tipos: la astuta y desenvuelta, la calculadora, la virtuosa.
Tal vez siguiendo a Boccacio, escribe Cigarrales de Toledo, refiriéndose a ciertas huertas, lugares de recreo, a orillas del Tajo. El libro lo componen unos cuentos y novelas cortas que durante cinco días de festejos que siguen a una boda, refieren unos personajes. De tales cuentos son los más conocidos: Cómo han de ser los amigos. El celoso prudente y El vergonzoso en Palacio.
Trata en el teatro el tema que tanto ha preocupado a los pensadores de todos los tiempos: la aparente incompatibilidad entre la Omnisciencia Divina y el libre albedrío, valiénestrella del teatro castellano del siglo XVII, Tirso de Molina; el segundo centenario del nacimiento de Wolfgang Goethe, y el 17 de octubre los cien primeros años de la muerte de Federico Chopin. Con motivo de tales efemérides, veamos de recordar lo más saliente de su carácter y su obra.
TIRSO DE MOLINA Difícil era surgir con éxito en el mundo de las letras castellanas en aquel Siglo de Oro, por la influencia que ejercía, de un modo exclusivo Lope de Vega. La España de los siglos XVI y XVII iba en camino de la más completa decadencia. Al morir el último austria, no había en la Península ni un marino, ni un militar, ni un poeta. pesar del oro de Indias, la miseria material y moral era completa. Fué la época de los pícaros al estilo del Lazarillo y de Guzmán de Alfarache. La indole moral, una consecuencia de la general existente entonces, dió lugar a las celestinas y a las trotaconventos. En La Celestina, de Rojas, en El Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita y en Tirant Lo Blanc, del catalán Martorell se lee acerca de la vida licenciosa de entonces. Al realismo ibérico se le añadió el que llegó de Italia a través de Bocaccio.
Como en la Roma de los césares, el pueblo pedía pan y diversiones. Fácil es comprender cómo serían recibidas las representaciones dadas en el Corral de la Pacheca uno de los locales fijos más concurridos, en Madrid de aquel tiempo, sobre todo cuando el autor era Lope.
Tirso de Molina, el fraile mercedario, cuyo verdadero nombre era Fray Gabriel Téllez, del pobre hombre criollo tan digno como cualquier otro hombre de poseer realmente la tierra suya y de crear sobre ella la dicha.
Agradeceremos a los presentes los frutos sanos que salgan de esta reunión, la cual es, en todo caso, racional e importante. Yo tengo fe en la indole apolítica de vuestros trabajos.
Todo su éxito depende de que se obre con las par en par a fin de que los aruerdos del Congreso convenzan, como una cmpresa que busca esclarecer las vistas, ordenar la desorientación y salvarnos la paz.
Lo único que importa aquí es pensar con precisión y jugar limpio. Seamos unos buenos criollos que tienen piedad hacia la suerte de su propia carne, y no comprometen a la gederación que los sigue, y cuyos destinos están jugándose a estas horas, Nosotros debemos resolver, sobre un negocio tan grave como la guerra, en el cual se decidiría la suerte de nuestros cuerpos y nuestras almas, y para ello, henios de mantener en nuestras discusiones una conciencia liberada y lúcida. No nos cegaremos por el humo de la pasión ni por la flaqueza de los pueblos nuevos cuya voz se parece a la de los coros infantiles. Nuestra América ya no es un vagido en el aire del mundo; ella es una voz ancha que bien podría volverse podecosa en el conclave de la ONU, si quisiéramos, en bien del mundo, formar un bloque verdadero de nuestros veinte países, un anillo férreo de resistencias morales.
La paz que andamos buscando a tanteos y en menudas sociedades locales, en grupos generosos pero inválidos, debería salirnos entera y rápida de aquellas Naciones Unidas creadas para tal encargo y misión. Nuestras veinte delegaciones bien podrían obrar allí más y mejor, y hacerlo sin timideces y zigzagueos, volviéndose así un poder real dentro de la Casa de Lake, Success.
Pero tal vez allí seguimos siendo angostamente nacionales, y flacos, a causa de que la unidad de nuestros pueblos no llega a su sazón y apenas si parece pergeñada y es que no tomamos aún la posesión de nuestra potencia plural y nos falta la fe en nosotros mismos y la verificación de la propia potencia. En bien de nosotros y del mundo, la fusión de los pueblos latinoamericanos debería ser apresurada en este momento que es de soluciones vertiginosas y de decisiones drásticas de nuestros destinos.
puertas de Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica