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REPERTORIO AMERICANO 379.
Leonardo Ruiz Pineda, el de la fina valentía y gozosa audacia Por Rómulo GALLEGOS (Envío del autor, desde México)
Ya traíamos encogido el corazón en la expectativa del trágico fin que los desig.
nios del crimen, en ejercicio de autoridad en nuestro país, le tuviesen destinado a la gallarda vida de Leonardo Ruiz Pineda. Podríamos evitar ahora, ante el hecho consumado, que se nos distienda en las formas vehementes de la ira?
Prisiones, destierros y confinamientos en parajes mortíferos ha venido empleando la dictadura militar que oprime y es.
carnece a Venezuela para mantenerse, por los modos del terror, en el gobierno arre.
batado hace cuatro años a los derechos del pueblo por la insolencia de las armas y ahora, en las vísperas mismas de la farsa elec toral con que pretende revestirse de legitimidad, recurre a las eficacias monstruosas del asesinato y lo comete en plena calle pública, con ráfagas de ametralladoras, en un alarde de brutalidad sin precedente en nues.
tra historia. Recoja ésta la fecha aciaga dei criminal acontecimiento y véase el pueblo de Veenzuela el multitudinario rostro en el de Leonardo Ruiz Pineda destrozado por las balas, tal como aparece en los diarios de Caracas que dan la espeluznante noticia.
Valiente, audaz, sin lo bronco y lo des.
templado con que esas cualidades de la hombría se presentan en el ánimo bárbaro que en nuestro infortunado país ha hecho deplorable historia, sino con fina valentía y elegante forma gozosa de audacia acreditadoras de espíritu bien cultivado, Leonar.
do Ruiz Pineda venía cumpliendo, además de una obligación de partido, un deber de ciudadano cuidadoso de la dignidad nacional particularizada en él, en su posición de dirigente de la resistencia civil que la inmensa mayoría de los venezolanos responsables tenían que oponerle a un gobierno proveniente del atropello llevado a cabo contra un orden constitucional surgido de legítimo acto de soberanía popular y al cual él había prestado brillante cola.
boración, en la más ceñida consecuencia al compromiso de honestidad y rectitud contraído con la confianza del electorado. Dirigía resistencia clandestina porque a eso nos obligó el arrebato de la legalidad de nuestro partido por el gobierno usurpador, desasistido de todo fundamento de derecho en sus ejercicios de autoridad y durante cuarenta y dos meses de azarosos días y peligrosas noches de persecución tenaz en torno suyo, innumerables momentos de la libertad en riesgo y de la vida junto con ella, ni en uno de ellos le vacilo la voluntad de resistir, ni nadie vió nunca que a él se le asomara quebranto de la moral. Admirable caso que recogerán los anales de la persecución política en Venezuela y lo elevarán a la categoría de ejemplo edificante.
Porque no era una resistencia injusti.
ficable la que dirigía Ruiz Pineda, sino un ejercicio de derecho popular y de obligación personal indeclinable ante los usurpadores del derecho de gobernar. No era un hombre contra la ley, en aventura de apetencias bastardas y al cual pudiera considerársele fuera de la ley a la hora de la represión y quien no tenga comprometido su juicio con las parcialidades de la violencia imperante hoy en nuestro país, puede darLeonardo Ruiz Pineda se perfecta cuenta de la fina calidad humana que alentó a Leonardo Ruiz Pineda sólo con leer la hermosa carta de buen hijo que él le dirigió a su padre, seis meses antes de su trágico fin para sosegarlo y darle seguridades de orden moral para su atribulado espíritu. cuando a oídos de su padre llegó la infame invención gubernamental de que él estuviese dirigiendo actos de monstruoso terrorismo.
Sus compañeros de partido siempre nos complacimos en admirar en él, junto con la firmeza del luchador político atenido a una ideología, la rectitud de la conducta personal pública y privada y en armonía con la clara inteligencia, la bondad, la afabilidad cautivadora de simpatía, la fina, la óptima calidad humana, y estas condiciones se las reconocían también sus adversa rios políticos que dentro de sus respectivas organizaciones partidistas compartían con la nuestra el legítimo derecho a la contienda de las opiniones, como también se las admiraban los mejores hombres de la posición independiente. Era, en síntesis, lo que en sencillo y buen lenguaje de conviven.
cia humana se llama: un hombre bien que rido.
Huelga decir que este sentimiento no podían compartirlo los agentes del cuerpo armado que le dieron muerte y que tenían que cobrarle la valiente habilidad con que él se les escapó de las manos varias veces, poniendo en ridículo la eficacia de sabuesos en que ellos tenían cifrado su orgullo; pero sí hay que decir esto otro: a Leonardo Ruiz Pineda no podían perdonarle aquellos de sus conterráneos, otra vez preponderantes en el manejo de los destinos de la nación y que antipatrióticamente se empeñan en cultivarse discriminación regiona.
lista, el que hubiese puesto corazón tachi rense al servicio de la felicidad y de la dig.
nidad de todo el pueblo venezolano, sin aspirar a que sólo pudiesen gobernarlo honbres de su gentilicio, militando en las filas de un partido que no excluye a ninguna de las porciones de ese pueblo y por consiguiente a ninguna de ellas puede reconocerle privilegio.
Corazón tachirense, recio y de noble ca lidad, puso Ruiz Pineda en el amor grande y esforzado a la venezolano integral. Corazón de montaña criadora de fortaleza y abrigadora de apretado cariño al terrón del suelo natal, pero alentadora también de em pinamiento a cumbres para ancho y hondo respiro de generoso aire de inmensidad.
Corazón andino cuya palpitación vigorosa y cordial tenía que sentirse tanto en el cauteloso silencio del azariento paso del Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica