Yolanda Oreamuno

REPERTORIO AMERICANO 185 Novelas fuera de lugar y tiempo determinados, en esqueleto, a modo de dramas íntimos.
Miguel de Unamuno.
Sin noviciado, Yolanda Oreamuno escribe libros psicoanalíticos (En Rep. Amer. Mi amigo Francisco Marín Cañas solicito mi opinión sobre los primeros escritos de Yolanda Oreamuno. Dije que los consideraba raros, pero que no veía nada especialmente bueno en ellos. El se limitó a hacer una apología de los artículos que logró inquietarme y que fué una admirable invitación a reflexionar. Releí entonces a la escritora y pude luego verificar. no hay corazón traidor a su dueño. que una envidia inconsciente había estado turbando mi juicio: Yolanda Oreamuno era una enemiga con la que yo no podía competir en el campo de las letras.
Tengo motivos especiales para escribir sobre esta autora: la inefable fruición de rendirle un cordial y pequeño homenaje y el de contribuir, aunque de manera exigua, a la historia de las letras costarricenses. Sé que muy pronto su obra será objeto de estudios muy cuidadosos y entonces faltarán documentos para hacerlo. Razones? La negligencia de la escritora con sus producciones y la frialdad espeluznante con que se la mira en su propia tierra. Habrá otro motivo recóndito incitándome a trazar estas líneas? No me sorprendería encontrarlo; quizás sea el deseo de buscar prestigio al amparo de su nombre, ya continental.
No pretendo hacer un análisis de la obra oreamunesca en esta ocasión. Ante mí un obstáculo invencible para realizar labor tan delicada como agradable y provechosa: la falta de sus trabajos (sólo disfruto de la amada presencia de La Ruta de su Evasión. Así, pues, el lector tan sólo tendrá unas líneas informativas en vez de una crítica seria, cabal, que ella merece con amplitud.
Ni un solo balbuceo en los primeros escritos publicados en 1937 en Repertorio Americano: cuando Yolanda Oreamuno se lanzó a escribir, ya sabía muy bien el oficio dilecto.
Solamente la ignorancia o la envidia podía impedir a sus lectores la formulación categódo publicados en revistas y periódicos de los diferentes países iberoamericanos.
Repertorio Americano (San José, Costa Rica. Estampa, Tiempo y Sábado (Bogotá, Colombia. El Nacional (México, Viento Nuevo y Revista El Maestro (Guatemala. Con uno de sus escritos, provocó en Colombia una vehemente polémica sobre la poesía piedracielista y en la que ella triunfó de manera rotunda. Con otros, ha suscitado inquietudes o ha despertado conciencias porque es virtud muy suya la de poner de relieve muchas de las cosas que los seres humanos llevamos dormidas o pretendemos ignorar por miedos oscuros. a veces fóbicos y con su acento de tragedia. Yolanda ha escrito sobre sus conterráneos autores con valentía y con autoridad inusitadas. Quién que es podrá olvidar sus magníficas páginas sobre Max Jiménez?
De sus cuentos que casi alcanzan longitud de novela, citaré cuatro publicados y dos inéditos: Vela Urbana La Llave Un Regalo Valle Alto La Tia tenía Trenzas Harry Campbell Pall.
Un aspecto nuevo en la obra oreamunesca, es el humorístico; estro que su pluma de maravilla sabrá explotar admirablemente. Harry Campbell Pall es un relato finísimo, lleno de una gracia exquisita en cada detalle y de agudezas que con toda probabilidad solo van a ser captadas en su plenitud por espíritus af: nes al suyo.
ZBRIXEN Yolanda Oreamuno rica de su grandeza literaria. es oportuno agregar que en los dos lustros y resto transcurridos desde entonces, Yolanda Oreamuno ha consolidado su anticuotidiano estilo, su exquisita cultura (sobre todo la de nuestra España cumbre) y su prodigiosa penetración psicológica.
Yolanda Oreamuno ha escrito numerosos artículos y una decena de cuentos que han siaqui sobra un dedal, sobra un rosario.
Señor, el tercer cuarto está vacío!
y levantas al cielo las semillas: comprende que la roca también sueña, que hay una luz dormida en cada rayo, que la yerba no quiso ser pequeña, ni la flor es culpable de su tallo. una hermosa corona de lágrimas. Se titula Elegía por Mercedes. y es el poema más discutido de esta muchacha indiferente a las opiniones ajenas. Oíd: Le sigue otra Elegía por el abuelo aquel. haz algo por el dia que atardece, por la muchacha ya sin primavera, por el enfermo joven que fallece, el que no te nombra, por cualquiera.
Lo que duele quizás en esta aurora, lo que sangra mi voz, lo que me aterra, es esto de sentir que a cada hora se está volviendo un poco más de tierra!
Abuelito de ayer.
El sudor de su frente daba al cielo.
Era de pan, de cruz, de atardecer.
Se sonreía con el suelo.
por No pido para mí. Yo estoy conforme queriendo paralíticos y ortigas.
Sólo me pesa aquí la prisa enorme de repartirme cuando tú lo digas.
La recuerdo dormida en su sillón el último verano; todavía tenía corazón, a veces suspiraba con la mano.
Cualquier cinta podía hacerle daño.
Usaba corazón como por juego. veces era un viejecito extraño.
Se parecía a Dios en lo de ciego.
Claro! Era tan débil, tan viejecito. Una cinta, que es cosa frágil, podía hacerle daño: estrangularlo, tirarlo al suelo. el verso último de la estrofa. Estimo prudente que este número del Repertorio Americano no sea enviado a Roma. El quinto es un soneto. Tiene menos importancia que los anteriores. Lo salva el final: Es necesario todo. hasta creer en Dios para asi parecernos terriblemente a un hombre.
He aquí como Carilda vuelve a darme la razón, como no podía dejar de ser. Fijaos en el tercer verso de la estrofa: todavía tenía corazón. Es decir, aún estaba en su cuerpo el soplo misterioso; el espíritu hacía que su mano suspirara, porque ya el otro corazón, el físico, estaba demasiado cansado para hacerlo. después la estrofa última, la desconsolada, la patética; ese dolor irresistible que sentimos cuando contemplamos objetos que fueron de uso cotidiano de las personas que amábamos y se nos fueron para siempre: Aquí está su reloj, está su armario, su vestido de lana para el frío; Se parecía a Dios en lo de ciego. No es esto una pertinacia culpable. Qué hace la Santa Inquisición? Torquemada: desde el infierno, donde moras, no oyes estas palabras terribles. Qué hubiera sido de la pobre Carilda si tú fueras todavía el Gran Inquisidor, el gran asesino que desnaturalizó sobre la tierra la dulce imagen de Jesús? sin embargo, Carilda Oliver cree en Dios, y es cristiana, y es religiosa. Pero no He glosado, muy a la ligera, la Elegia de mi presencia. En ella, repito, está lo mejor de Carilda Oliver, Ahora viene El encuentro con el dolor.
Muere la abuelita de Carilda, y ella le dedica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica