REPERTORIO AMERICANO 299 Mas al notar que en la humareda veo.
en la punta infernal de mi cigarro.
que la vida se va con el deseo, ra. Lo que hace Eliot con el teatro, lo hace Toynbee con la historia. Eliot, no obstante su nacimiento en los Estados Unidos, es el más inglés de los ingleses. en la isla donde encontró Shakespeare inspiración para esos tremendos personajes de su teatro; donde se han perpetrado los crímenes más sutiles de la historia; donde la guerra hizo saltar en pedazos hasta el último vidrio, hoy, por la ventana rota, sin vitral de colores, el ojo azorado mira al cielo.
Me preparo a la muerte con el verso y en cenizas mis lágrimas desgarro mientras se fuma Dios al Universo.
Pero el sondeo de la cueva humana es algo en que un inglés de talento no falla. Llevan en la tradición, en la sangre, en el am biente, esta clase de paseos espirituales. Los mejores autores de teatro, los mejores actores, los mejores detectives han de buscarse en la isla. Siguirndo las palabras de Eliot, he recordado aquel drama de los venenos en que Charles Laughton hace el papel principal. No recuerdo ni el tema de la película, ni su nom.
bre. Sí sé que Laughton mataba a algunas persona, la enterraba en su propia casa, hacía las cosas de mayor perfidia y crueldad, y luego aparecía con una cara de inocencia infantil, con una sonrisa virginal, con unas miradas angé.
licas que estremecían con su candor.
CON UNA LAGRIMA Te ruego que no sufras, corazón, ta dije suspirando, dulce amada. contestaste a mi sentido amor, con una lágrima.
Por estas circunstancias no hay nada más natural dentro del drama de Eliot, sino la solución de que Celia Coplestone, la amiga de Lavinia Chamberlayne, la querida de Edward Chamberlayne, se retire a una tierra de misioneras, entre a una vida activa de lucha heroica. Al cabo de dos años los salvajes la dejan flechada como una San Sebastián. Esta parte, bellísima en la obra, no ha convencido del todo a los newyorquinos. en seguida te dije con pasión, que no olvidases tus promesas, mi alma. contestaste a mi cordial fervor, con una lágrima.
Aunque la obra de Eliot se presente apenas como un experimento nuevo en el teatro, todo hace pensar en que el gran poeta ha clavado otra vez su pica en tierra firme. al naufragar mi angustia en tu emoción doblegóse mi ruego hasta tu falda. contestaste a mi humillado amor, con una lágrima.
Algunas poesías inéditas Mas al pedir de nuevo tu perdón, me miraste dulcísima la cara. respondi turbado a tu dolor, con una lágrima.
de Moisés VINCENZI (En Rep. Amer. UN MILAGRO EL PIRATA ¡Ay, que te niegan los buenos. Ay, que te niegan los malos. Ay, que te niegan los tontos. Ay, que te niegan los sabios! las fuentes te amenazan con sus pérfidos remansos.
Te amenazan los abismos y en las ramas, lindos pájaros.
Para Rodrigo Faba.
Talló con sus puñales el escudo de popa, en anchuroso tronco de un árbol milenario; y del Oriente trajo la piel de un dromedario que por alfombra puso tendido ante su tropa.
Pellejos de leones él escogió por ropa. en el sonoro bronce de un viejo campanario, sorbía añejo vino con sorbo temerario alzando la campana para beber en copa. Cruzó los anchos mares el rudo bucanero con el cañón al lado; bajo el puño el acero! siendo ante los hombres un bárbaro asesino, un pérfido pirata terriblemente cruel, frente a las bellas damas no fué más que un doncel que avivó sus ensueños con campanas de vino.
UNA TARDE DE ENERO.
Las sombras te echan cadenas cuando se acaba el ocaso. cuando el alba clarea te amenaza con sus pájaros.
La montaña te persigue con sus grandes ojos pardos; con sus ramajes sombríos y sus larguísimos brazos; con sus serpientes horribles, con sus aromas de nardos; con sus tigres iracundos y sus monstruosos letargos. Ay, que te niegan los hombres por cobardes y por malos. Ay, que te niegan los necios. Ay, que te niegan los sabios. por fuerte te persiguen sembrando en tu huerto, cardos!
Te malquiere la arboleda y te amenazan sus pájaros!
Una tarde de enero nos pusimos de fiesta: irrumpieron de pronto los sonoros violines y un aroma venía de tus lindos jardines y embrujaba las notas de la mágica orquesta.
Mi amor, tú me dijiste, vale más que una gesta y una caza en el campo con robustos mastines; y en tus brazos opreso me sentí en los confines de un idilio sin nombre, sin dolor ni protesta.
Al girar de la danza de la bella floresta que hace encajes sonoros en los rubios festines, yo te dije al oído mis ansias y mis fines con el alma anhelante de tu dulce respuesta. al decirme temblando que estabas va dispuesta en un vivo entusiasmo de ilusiones afinesun revuelo escuchamos de astrales serafines que embrujaba las notas de la mágica orquesta. en esa ruda asechanza se hacen tus nervios elásticos como flechas puntiagudas, como finísimos dardos. Ay, que te niegan los buenos. Ay, que te niegan los malos. Ay, que te niegan los montes. Ay, que te niegan los pájaros!
EL CIGARRO en la cumbre desolada donde la nieve hace estragos, tu figura se levanta, se levanta por milagro.
Si se acaba el cigarro por el humo mientras mi sueño en las penumbras siento.
yo sé que se disgregan en el viento las rosas frescas que en amor perfumo.
Ya se acaba el cigarro: lo presumo.
al igual que esas rosas del momento, sorprendidas por rachas de tormento y sin embargo, sin parar lo fumo.
San José, Costa Rica.
Setiembre de 1950. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica