Violence

134 REPERTORIO AMERICANO entre seres humanos, y que nos hace ver en el vecino, no al individuo que lleva en su ser la marca del Creador, sino solamente una manifestación del concepto abstrac.
to humanidad o masa.
He dado aquí un resumen corto de lo que constituye el idealismo básico del Catholic Worker Movement. Tal vez en mi infinita ignorancia he omitido algunos aspectos de importancia. Pero aún consciente de estas limitaciones, siento que es un de ber dar a conocer la existencia de tal gru po, en esa Centro América nuestra en don de hemos perdido el hábito de vivir nues tros propios ideales. En donde se tiende a ver con menosprecio a esos seres que vi.
ven sinceramente una vida del espíritu, cuando no están vestidos con sotanas o há bitos de cualquier género, o cuando les falta la aureola de los bienes materiales. Es por esta razón que he dicho en un princi pio que en Nueva York se operan milagros.
Los pobres voluntarios del Catholic Work er son respetados por su integridad moral e intelectual. Hace algunos meses The New yorker, la revista sofisticada que describe más acertadamente la cultura neoyorkina, publicó un completo y respetuoso profile de Dorothy Day.
Así, pues, en Nueva York, el milagro de producir personas que no se avergüenzan de tener una vida espiritual no desligada de la vida diaria, en que cada peque.
ño acto lleva la marca de su idealismo, aún ocurre. La esperanza de algún día ver tal milagro en tierras de Centro América me ha revivido, y sueño con ver surgir entre nosotros personas capaces de poner en la solución de nuestros problemas, amor, integridad, verdadero sentido religioso. esta esperanza me ha dado el valor de escrl.
bir estas líneas en que trato de dar una idea sobre este grupo que se ha impuesto la tarea inmensa de acercar el día en que la humanidad pueda vivir en paz, liberada de sus miserias.
Carmen MORAN.
Tassajara Springs.
Agosto de 1953.
La cita con la Patria (Por el Prof. Baltasar ISAZA CALDERON (Es un recorte de La Estrella de Panamá, del 26 de agosto de 1953. nas más distinguidas en el campo político, científico y religioso, tuve la dicha inmensa de conocer personalmente a Dorothy Day. Inmediatamente una dulce amistad entre la maestra que conoce el camino, y la discípula todavía perdida en el laberinto de conocimientos aún no digeridos ni incorporados a la fuente interna de la vida, se desarrolló. al terminar mis estudios en Haverford, me fué dado compartir en la vida de servicio y de amor con que este grupo expresa sus ideales y principios.
Las personas que constituyen la fibra vital del movimiento, son intelectuales familiarizados con las más avanzadas ideas de nuestros tiempos. Sin embargo, han logrado mantener sus dogmas y experiencias religiosas en una forma pristina y sincera. de esta verdadera vida espiritual han sacado las fuerzas necesarias y la alegría intensa con que persiguen esa idea sublime de realizar en este mundo, aun en Nueva York, el reino de los cielos.
En el periódico que mes a mes circula por los Estados Unidos, The Catholic Worker. y que es leído por un público lec tor de más o menos 60, 000 personas, cn su mayoría intelectuales de todo tinte re.
ligioso, además de popularizar sus principios, llevan la lucha de ideas a todos los rincones del país. Recientemente, después de recorrerse todos los Estados Unidos, en su peregrinaje anual, viistando los campos de trabajadores agrícolas mexicanos, Dorothy publicó una serie de artículos denun.
ciando la forma en que no solamente los wet backs. o esos que entran ilegalmente en tierra estadounidense, sino aun esos trabajadores traídos bajo contrato, son explotados. Sus descripciones de los campamentos en que son alojados, tienen un sabor similar a esas que Charles Freer Andrews, el misionero inglés amigo de India, de Gandhi, y de Tagore, dió al principio de este siglo sobre los campamentos de trabajadores indios en las plantaciones de azúcar de la isla de Fiji.
Injusticias cometidas de toda forma son condenadas en las páginas de este pequeño periódico, y lo que es más importante, pla.
nes y medios para conbatirlas aparecen en el Catholic Worker. llamando a toda persona de conciencia a enlistarse en la lucha.
Como Gandhi, este grupo cree en el principio de ahimsa. es decir, en la conquista del mal a través del amor y la no violencia. como el ejército de satyagrahas gan.
dhiano, ellos también viven una vida de pobreza y de purificación espiritual que asombra y deja su marca permanente en todas aquellas personas que tienen la oportuni.
dad de ponerse en contacto con ellos aunque sea por un corto tiempo.
Durante mi estancia en 223 Chrystie Street pude ver el enorme grupo de perso.
nas de todas clases y religiones, que pasan por la humilde casa en donde el milagro de encontrar personas que en medio de una sociedad en que las riquezas materiales parecen ser las únicas que valen, ellos viven en pobreza voluntaria, rehusando comprometer sus principios, y creyendo con un gran optimismo, que es posible es tablecer el reino de los cielos entre nos.
Predican asimismo el regreso a la tie.
rra. Ellos toman esta idea en su forma lite.
ral. Pero al mismo tiempo la usan como un símbolo en que se encarna todo el contenido del regreso a una vida simple, de verdadera comunidad, sin la animosidad total que impide el contacto personal e intimo El gobierno de la República, a la altu.
ra de nuestros primeros cincuenta años de vida independiente, ha planteado en buena hora, con patriótico afán, la necesidad de obtener una revisión integral de las relaciones contractuales que, en virtud de la construcción y funcionamiento del canal interoceánico, nos mantiene en estre.
cha vinculación con la gran potencia del norte. Al proceder así, se hace intérprete de las aspiraciones nacionales, que claman por una mayor equidad entre las vastas concesiones otorgadas y las compensaciones a que tiene muy justo derecho el pue.
blo panameño.
Tales demandas se presentan en un momento histórico a mi modo de ver de suma oportunidad. Disiento de quienes sostienen que habría podido escogerse otro mejor, procurando avizorar el clima favorable que ellas pudieran encontrar en las esferas ofi ciales de Washington. Aparte de que no está probado, ni mucho menos, que tras la cortesía diplomática haya indicios de sig.
nos adversos, no creo que los panameños debamos, en ninguna circunstancia, dar por inoportuna la hora de nuestros reclamos.
Si ellos nacen de una conciencia nacional profundamente lacerada, que desde el advenimiento mismo de la República viene acicateándonos ante la comprobación de que fuimos objeto de una burda traición por parte de un imprudente negociador extraño, no es justo ni razonable que nos iinpongamos un desistimiento en el obrar, dando por descontado de antemano que las gestiones pueden no resultar satisfactorias para nuestro patriotismo adolorido.
Los panameños, ahora y en todo momento, mientras no cambien radicalmente las circunstancias sobremanera lesivas para nuestra dignidad e interés nacionales, envueltas en el Tratado de 1903, necesitamos elevar nuestra voz, sin estridencias pero con firmeza, irguiéndonos sobre la condición de pueblo débil y a pesar de ella, con el convencimiento pleno de que se nos de be una reparación cuyo otorgamiento de berá venir inexorablemente, si no ha de ser mentira para halagar incautos, la especie circulante hoy en el mundo de que se impone, si queremos aliviar las desgracias de la humanidad, un sistema de trato entre naciones que coloque a un lado la pequeñez física para hacer triunfar sobre la fuer za el imperio del derecho.
Adviértase, por otra parte, que no puede haber ocasión más oportuna que la del cincuentenario de la República para hacer valer nuestras demandas. La personalidad panameña ha cobrado a estas horas unas características que la colocan a considerable distancia de la humilde resignación con que nuestros proceres hubieron de enfrentarse ante el convenio firmado alevosamen.
te por el negociador foráneo. Han desaparecido también las complicidades de los políticos afanosos de llegar al poder, olvi.
dándose de la dignidad nacional, que mandaban a Washington un humillante requerimiento de intervención para ganar elecciones. Condenados están definitivamente sus procederes reprobables e indignos. Borramos para siempre, duramente aleccionados, de nuestro código institucional, la cláusula que hacía posible la consumación de tales desafueros.
Es lo probable, por cierto, que la nación haya dado un vuelco radicalísimo, desde las resignadas actitudes de un principio, seguidas de la claudicante complicidad de los políticos intervencionistas, hasta las afirmaciones de rotundo nacionalismo, con sus puntas de agresividad, que hemos presenciado en los años últimos. Pero todo ello es muy explicable: en el movimiento pendular que se produce con bastante frecuencia en la vida de los pueblos, una posición inicial de condescendencia puede llevar fácilmente al extremo contrario: la más violenta represión condenatoria.
La política de los Estados Unidos del Norte con respecto a Panamá no ha tomado en cuenta, como debió hacerlo con alguna dosis de sagacidad en la comprensión de nuestro desenvolvimiento histórico des Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica