Civil WarImperialismSpanish Civil War

REPERTORIO AMERICANO 147 dad presenta el cuadro anterior con sus ca racterísticas aguzadas al extremo. El arte oficial, el arte que se importa desde París o Nueva York, el arte, pues, propio de la era del imperialismo y de los pequeños grupos a su servicio, encuentra a las inmensas mayorías absolutamente sordas a su dictado. Arte dirigido a satisfacer a grupos reducidísimos, ha llegado a tales aberraciones que en realidad no lo comprende ni su propio creador.
Frente a ese cuadro de franca descomposición, las clases ascendentes buscan afanosas su propio arte, un arte necesariamente popular en su contenido y en su forma, esto es, un arte que refleje claramente sus luchas, sus anhelos, sus afanes y sus es.
peranzas.
El contenido de una obra de arte busca necesariamente la mejor forma para expresarse. Un arte de contenido popular buscará, por tanto, las formas más directas, más claras y, al mismo tiempo, más hermosas.
La relación que hay entre contenido y forma en una obra de arte no es en ningún caso una relación mecánica. La relación que hay entre contenido y forma, decía Flaubert, es la misma que hay entre el ca.
lor y la llama. Pero no siempre el artista consigue la mejor forma, la más adecuada, para expresar su contenido. Cuando lo consigue, ese contenido radiará y se comunicará sin ningún obstáculo y la obra de arte quedará plenamente lograda. Cuando no lo consigue, el divorcio entre forma y conte, nido puede ser más o menos profundo. Si hay un divorcio completo entonces el contenido se deformará hasta resultar irreconocible y la obra de arte necesariamente se malogrará.
En este problema el estudio de la obra de Neruda a lo largo de su trayectoria, resulta una lección viva de profunda impor.
tancia.
Neruda, en Residencia en la Tierra frincipalmente, desarrolló un contenido de angustia y de pesimismo, como él mismo lo ha declarado últimamente en público, propio de las clases sociales en decadencia, las cuales viven horrorizadas metafisicamente ante la catástrofe a que las conduce la historia. Para expresar ese contenido de un mundo en desintegración (o en integración para las clases revolucionarias, que todo depende del ángulo desde donde se mire. Neruda utilizó una forma hermética, de muy difícil comprensión. Tanto el contenido como la forma en esa etapa de su poesía, no eran, desde luego, populares.
Pero a partir de la guerra civil española Neruda comenzó a comprender, desde entonces a velocidad vertiginosa, los problemas del mundo contemporáneo y, en consecuencia, los verdaderos problemas de la humanidad actual. Su poesía comenzó a evolucionar y su contenido y su forna comenzaron a cambiar y a hacerse, cada vez, más populares.
Este proceso, conviene dejarlo en claro, no ha sido gradual sino que ha sido COmo todo proceso contradictorio. Durante el mismo, en la conciencia de Neruda libran sordas batallas subterráneas lo viejo con lo nuevo. En numerosos de sus uitimos poemas, en la gran mayoría para hablar con mayor precisión, triunfa plenamente lo nuevo, pero en otras de sus producciones, lo viejo, aferrado desesperadamente a su poesía, aún consigue dejar en ella las huellas de sus uñas.
Un análisis del Canto General prueba lo anterior. En su conjunto el Canto conquista una dimensión alcanzada por muy pocos poetas modernos. Es una Divina Comedia del continente. Pues bien, dentro del Canto el péndulo de las formas oscila desde la filigrana conceptual y estilística del Gran Océano hasta la forma coloquial, casi prosaica, de La Tierra se Llama Juan. En ambos el contenido buscó su forma, pero todo ello habla de la lucha que libran en el poeta dos concepciones de la poesía y de la vida.
Aún en poemas como los dos Cantos de Amor a Stalingrado vemos también con claridad las huellas de esta lucha: algunos pocos versos de ambos poemas son hermé.
ticos, sin que ello los haga perder su contenido y su forma eminentemente populares.
El problema de encontrar la forma adecuada para expresar un contenido popular es un problema relacionado íntimamente con la capacidad personal del creador, vale decir, que no existe ninguna receta! Sin embargo, en términos generales, sí se puede analizar el problema.
Sabemos que la realidad es compleja, tremendamente compleja. Pero al mismo tiempo sabemos que para una conciencia provista de un método justo de interpretación de la realidad, ese complejidad puede tornarse clara y diáfana. Por ejemplo, los problemas internacionales del mundo actual son terriblemente complejos, pero la capacidad creadora de Neruda y su conciencia política le permitieron descubrir dentro de su complejidad cuáles eran sus aspectos esenciales. Una vez descubiertos pudo escribir el poema Que Despierte el Leñador, en el cual genialmente se anticipó a la lucha de los partidarios de la paz.
Lo dicho anteriormente se refiere al contenido, en primer lugar, pero también afecta directamente a la forma. Para expresar un contenido complejo pero claro, la mejor forma será aquella que contenga al mismo tiempo una gran riqueza ideológica y una gran claridad. aquí ya podríamos comenzar a referirnos directamente al artículo de Ehrenburg. El análisis de la poesía de Guillén nos revela que el poeta cubano raramente utiliza más de una idea en cada uno de sus poemas. en muchas ocasiones lo que canta son sólo pequeños cuadros realistas de la vida popular cubana. Frente a esa poesía tenemos a Neruda, reflejando una realidad en toda su complejidad. Sería pues imposible suponer que un poema de Neruda resulte de más fácil y pronta compren.
sión que una de las canciones de Guillén.
Vemos entonces que Ehrenburg no pudo haber pensado al compararlos, en lo popular como sinónimo de facilidad de comprensión. Si así lo hubiera hecho tendría que haber agregado que Maiakowsky era también menos popular que Guillén.
No, no puede entenderse lo popular como sinónimo de lo simple. El sustantivo derivado de simple es la simpleza y lo popular y la simpleza no son hermanos siameses. No debe tampoco confundirse la simpleza con la claridad, que si un contenido complejo puede ser expresado con formas claras, en cambio un contenido simple lo puede ser con formas turbias.
Si un poeta tiene que expresar un contenido de gran riqueza ideológica, necesariamente utilizará un vocabulario preciso y adecuado, es decir, un vocabulario rico.
Renunciar a la riqueza del vocabulario por ir en busca de la simpleza, sería renunciar a poder expresar las ideas con precisión, con lo cual se perdería claridad. Cervantes es un escritor fundamentalmente popular, y en, al mismo tiempo, uno de los escritores de la lengua que utilizó un vocabulario más rico. Para mayor abundancia en los ejemplos, cuando Mao Tse Tung escribe su tratado sobre la Contradicción tiene que utilizar un vocabulario rico y preciso que lo pone necesariamente al margen de una fácil popularidad, por lo menos entre nosotros, aun cuando su contenido y su forma sean definitivamente populares. esto del vocabulario vale también para otros elementos de la forma, como, por ejemplo, las metáforas, imágenes y alegorías, formas literarias más complejas y elaboradas pero al mismo tiempo insustituibles en determinadas ocasiones.
Un arte popular debe saber serlo sin renunciar a ninguna cualidad formal que le permita expresar el contenido hermosamente, plenamente y con gran riqueza ideológica.
Si Guillén, gran poeta como es, ha conseguido expresarse con formas más asequi.
bles que Neruda, ello es, primordialmente, por cuanto su contenido es también más sencillo. Pero esto no hace que Guillén sea más o menos popular que Neruda, pues según esto un autor de letras de boleros podría a su vez resultar más popular que Guillén. Sencillamente lo que ocurre, como ya queda dicho, es que Neruda saborea y goza los contenidos complejos, intrincados, con numerosos procesos entrecruzados haciendo saltar las chispas de las contradicciones, mientras Guillén prefiere los contenidos límpidos, lineales, que llegan agudos hasta el corazón del lector como un punzón rojo.
En lo que un artista sí debe comportarse implacablemente es en saber destruir dentro de su creación todos los elementos formales que innecesariamente enturbien la idea, el contenido. Podar sin piedad toda exuberancia formalista, todo barroquismo.
Quitar todo el ramaje excesivo. Decía Or tega que el contenido es a la forma lo que la dirección es al camino. Pues entonces que el camino no tenga más vueltas que las necesarias y que no se haga nudos y más nudos que no nos dejen llegar a la meta propuesta Pero, eso sí, una advertencia últina: que al quitar la grasa no vaya a tocar la carne y los tendones; que por simplificarse no se empobrezca, que por aclararse no renuncie a expresar el contenido en su complejidad, con las formas más hermosas po.
sibles y con toda la riqueza ideológica inherente al tema.
Santiago de Chile, Agosto de 1953.
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