REPERTORIO AMERICANO 313 Jean Aristeguieta en sus dos últimas obras. Poesía. Amor de Europa y Las Puertas del Secreto Por Mercedes BERMUDEZ DE BELLOSO (En Rep. Amer. Jean es menuda como una diamela guayanesa y como esa flor, hermana mayor del jazmín, esparce un caudal de fragancia que vaga y se dispersa semejante un gran río de aroma. Ya el hecho de haber nacido en el corazón fabuloso de Guayana, al amor de un pueblo tierno y manso cuyos patios de flores aposentan de día a los pájaros y las mariposas, dando albergue en las noches a los cocuyos errantes, inmensos como pájaros de fuego, justifican la intuición poética sobre la cual se levanta e! claro verbo que afirma en su entonación un di licioso acento inconfundible. Pero no es su poesía imagen directa de impresiones in tuitivas captadas de la naturaleza que rodeó su infancia. la poesía de Jean, profundamente lírica, es también una poesía de inteligencia. Queda un rezago de ambiente que dió significado a sus primeras grandes palabras.
Todo en Guayana sobrepasa la medida. piedras, árboles, trepadoras; ríos, raudales. aparecen en su absoluta magnificencia natural, afirmando la particular riqueza de la tierra y la potencia arrolladora del agua que se empuja a sí misma a través de todos los misterios de aquel territorio que fué senda del Dorado. cuando Guayana canta en sus poetas, algo de la inmensidad de su voz se deja oír hasta en el más leve suspiro. Esas frases leves, alzadas sobre la fuerza maravillosa que trae Jean de muy atrás, desde la tierra, los ríos y el cielo, constituyen el milagro de su poesía. Es como un terrible viento alzándose desde la sombra de una selva en cuyo sueño nocturno despiertan las criaturas de Dios. Todos sus versos participan a media voz de esa calidad que la hace penetrar al reino del silencio, y como el agua en el canto de Rodenbach, desciende a su profunda morada de cristal.
Sus primeros libros hablaban casi en se creto. Eran ramilletes de jazmines y diamelas atados con cintas azules para ser entregados al corazón en horas indolentes.
Tan pequeños que cabían en la palma de la mano, daban ganas de esconderlos en el corpiño de encaje, entre sedas susurrantes.
Aquellos versos de Jean había que leerlos muchas veces, porque se escapaban de la memoria, como la esencia de un vaso de óleos perfumados, pero una vez leídos invitaban a mil regresos líricos, como en la infancia aquellos fascinantes libros de estampas con gnomos y flores sonreídas. Puede darse comienzo más diáfano y deslumbrador?
Pero todavía Jean no había revelado su secreto. Pasó el tiempo y en el culto de cada día entregado al ejercicio de la poesía. pasión como ninguna otra, vibradora fué afirmando su vocación extraordinaria. Su imaginación que había cedido al antiguo embrujo que ejerce en los enamorados de la Belleza el sólo nombre de Europa, despertó su deseo de recorrer el Continente que habiéndose nutrido con el alma de Grecia, mantiene vivo un poco de Jean Aristeguieta aquel fuego robado al padre Zeus. Sobre toda la Europa se proyecta todavía la sombra grácil de las columnas del Erecteión y la bella desnudez de los antiguos mármoles fulgura y ciega a la luz del sol mediterráneo, como si todavía Herodoto estuviese leyendo en los Juegos Olímpicos, sus Nueve Libros de Historia dedicados a las Nueve Musas.
Cuando Jean se acerca a las Panateneas del Louvre, llega como una musa de IndoAmérica a participar de las fiestas de Mi.
nerva. Unida el alma a la procesión escultórica que se encamina hacia nosotros desde el siglo de Pericles, da rienda suelta a Ernesto Montenegro, crítico chileno Colaboración de TORRES RIOSECO Ernesto Montenegro es hoy por hoy el mejor crítico de Chile. Empiezo con esta afirmación dogmática porque la crítica chilena está en manos de tres o cuatro críticos oficiales cuyos nombres son bien conocidos. Existe entonces el peligro de que un escritor como Montenegro, que ha vivido muchos años fuera de Chile, que ha hecho trabajos de traductor y de folclorista, sea postergado o colocado al margen de la historia literaria.
Los años que Montenegro ha estado fue.
ra de su patria le han servido para adquirir una cultura literaria superior, para enfocar los problemas artísticos con un cri.
terio universal, para no dejarse influenciar por los pequeños intereses y ambiciones de grupo, para no caer en el pantano de la política literaria. Este hecho ha quedado claramente demostrado en las decisiones de los certámenes literarios en que ha tomado parte y en la distribución de premios nacionales y municipales que ya empeza.
ban a constituir una vergüenza nacional.
Su actitud independiente y justiciera, ma.
nifestada en forma especial en el premio adjudicado a González Vera, coloca a este escritor en un plano moral envidiable y ofrece a los escritores jóvenes una garantía de honradez sin la cual no es posible que una literatura florezca como resultado de la vida de un país. En países como el nuestro en que el único aliciente que tiene un escritor es el aplauso de sus pocos lectores o la posibilidad de un premio literario es un crimen jugarse esta recompensa a la ruleta o a la chuña. Con Montenegro entra en la constitución de los ju.
rados el criterio libre, el conocimiento del tema en discusión, una fuerte dosis de patriotismo, la indiferencia por el aspecto financiero de los premios, la sensibilidad de un verdadero artista, la cultura definidora de los valores.
La obra de Ernesto Montenegro es pequeña pero bien nutrida y jugosa. Su primer libro, Cuentos de mi tío Ventura (1932)
es una de las colecciones de cuentos populares más amenos en la literatura de su patria. Estos cuentos tienen el picante sa bor de las cosas de la tierra, la inocente picardía de los habitantes de nuestros campos, el tono moral con que los huasos desnudan sus almas de pecado. Encajan además dentro de una tradición castiza que se remonta a los lejanos días del Infante don Juan Manuel, continúa a través del siglo de oro y viene a hacerse rústica en la mente primitiva de los hombres de América, desde la colonia hasta hoy.
El Tío Ventura domina la lengua verErnesto Montenegro (Visto por Romera. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica