374 REPERTORIO AMERICAN Niños del mundo (En el libro Sonetos y otros poemas, de Diana NAVAS.
Caracas, Venezuela. 1950. Al. Dr. Rafael Angarita Arvelo.
Niños del mundo, niños negros, verdes, rojos, sombríos, niños bellos, rubios, feos, sin palabras, sin luz, o de torcida huella, traigo para vosotros un salmo ardiente: el mensaje de la Tierra, la del tostado fruto, la del paso bruno y verdes alas: madre, hija, amiga, hermana.
Niños, por vosotros, con vosotros, sueña la madre de las verdes alas, con el trigo, grano de savia, madurado por vuestras manos, porque, sabed: la palabra. semlila agua tallohuyó de los hijos, hoy mozos, que perdieron el nombre de la madre: Tierra.
La pólvora, el metal, el fuego, la borró de sus frentes; el campo quedó solo, melancólico, sin flautas de agua.
sin pájaros, sin juncos, sin brumas, sin ángeles: se muere.
La voz del aire fresca. Música de pájaros.
Derramadas bellezas en la canción telúrica. Maíz, arroz, caña, lirios, juncos tiernos, yerbajos, rocio, plantas todas, pájaros, frutos, corolas, aromas, guijarros ríos, aluviones, elementos todos de mi savia, creced de mi planta a la imagen de Dios.
El maíz agitaba alegres espadas agudas y curvadas como el arco de agua de la fuente.
El cañaveral la almibarada alegría menta tierno y plumas y lanzas.
Los arrozales de ronda, la sedienta canción: agua, agua.
El campo, libro de bondad, de paz, se desbordaba fecundo, frutal, alegre, ancho, bello.
Eolo, el de los cierzos negros, husmeaba. Untó las fauces sediento.
La tierra era bella. Se alejó.
En cada latido. magnolia sangrante se acerca más a la calavera, a la sombra, al regreso, a la piedra.
Niños del mundo: nombre futuro, no puede morir, no debe morir, en vuestras manos, la fuerte madre del tostado fruto.
No quiere morir: la calavera la espanta.
Vuestro tiempo tras voces claras.
Vuestras manos. lámparas vigilantes traen agua limpia, agua fresca, libradle las férulas. vino el hombre, el hijo, sombría la faz, extraviada.
Macerada la fe, negado el corazón; madurada la sabiduría, madurada la sed de odios, de cráneos, de sangre, de muerte.
Devastó el árbol, el manso hermano.
Asolo el mundo. Aizotó los pechos.
La voz del reencuentro suelta sus campanas, oídlas: llegan, se acercan. Por vosotros, por su santa huella, por la paz del mundo, volved a ella, reencontradla.
II Alegre, rrutal, malva, ocre, rosa, blanca, roja, azul, fuego, por sobre las estepas, por el monte, la tierra derramaba su aleluya: lluvias, verde, verde.
Multiplicadas soledades, campo madurado, pasto, bueyes, flores, suavidades, frutos.
Vida mansa: la choza, el huerto, el grano, el cántaro rojo, mancebos, doncellas, niños, Agua, luz, árboles.
Hoy, del regreso del tiempo, del regreso del daño, enarbola las mismas banderías. Sangre. Niños del mundo, la luz de bondad, izada, las voces limpias, la mirada y manos altas, salid, encontradle; vuelve extraviado, lavadle las lágrimas.
Dadle a beber del agua de vuestras voces limpias.
Por vosotros, con vosotros, están las madres del mundo, libradles el llanto. Por sus santas huellas, sed mansos!
Diana NAVAS. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica