86 REPERTORIO AMERICANO Suspiro, el perro que se murió de risa Por ROBERTO RIVAS Envio del autor. San José de Costa Rica, de julio de 1937 mi!
perro flaco bonita.
Era un perro sucio, flaco, rodador eterno todos los genios son anormales, aunde carnicerías pestilentes.
que sean flacos, y sucios, y feos.
Nadie lo quería en el barrio. Todas las vie Caballero, me dijo lentamente aquejas que iban a comprar carne, le tenían mie ila mujer (por lo visto, aquella carniceria do al pobre perro, que nunca, en su vida, tal era la carniceria de la lentitud. ese perro, vez feliz. había intentado morder a nadie.
así como lo vé usted, flaco y sucio, está eEra un perro flaco y sucio. Por eso nadie namorado de mí, y es capaz de enamorarse lo queria, porque los humanos son más pesin esperanzas, sin pedir nada, sin exigir nada.
rros que los perros, odian con odio canino, Ese perro, es más digno que muchos hombres!
desprecian con desprecio perrunc, son homYo me rei con una risa de diota (siembres, en fin!
pre me río así delante de una mujer bonita aquel perro estaba enamorado. Creerac o de una gata zalamera. Uds. que de una perra flaca y sucia como el. Tiene razón, señosita, ese perro está No! Ni lo piensen! Ese perro flaco y suenamorado de usted.
cio, estaba enamorado de una mujer. Pero no crea que yo aliento esos ¿No lo creen? Yo, a veces, también dudo.
mores. Sería injusto de mi parte darle es Por algo soy hombre.
peranzas a ese perro, aunque yo lo quiero mucho. Pues, sí, aquel perro estaba enamorado de no es por orgullo, no lo crea, es una linda mujer, que no era flaca ni sucia, porque ese perro, no merece que una jer lo haga sufrir, como no merece los pun.
a pesar de ser mujer.
Siempre llegaba ella al nacer el dia con su tapiés que le doy para demostrarle que lo vestido blanco, o azul, que dá lo mismo, muy quiero limpio siempre, eso sí, toda ella muy bonita. Sí, señorita, yo estaria orgulloso de que llegaba a comprar la carne a la carnicería del un perro como ese me quisiera, así, de la como habían dado en llamar a manera como éste la quiere a usted.
aquella carnicería.
Yo estoy orgullosa de que Suspiro me quiera asi. el perro, en su condición intrínseca de al decir esto. aquella mujer, con su perro, se acercaba lentamente a aquella muvoz de jer, tan lentamente, que parecía no acercarse.
arpegios no oídos, casi podría decir lentamente, también se echaba a arpegios luminosos, pues yo tenia la sensasus ción de ver la voz cortando el aire, llamó pies, y le lamía los lindos zapatitos de chaal perro, que la obedeció como sólo los hurol, unas veces, que otros días llevaba pues manos saben hacerlo delante de una mujer tos los zapatitos de gamuza, regalo de algún pulpero al por mayor. con sus movimientos, que más pareLa joven lo dejaba hacer. a veces, sólo a cían de perra de raza, caminó rápida y rítveces, le pasaba dulcemente la mano por el mlcamente. Ya lejos de mi, aquella mujer lomo sucio y mal oliente.
se inclinó, y tomando entre sus manos la Sin embargo, aquella mujer no se limpia flaca y sucia cabeza de Suspiro, le dió un ba la mano delante del perro, como hacen beso largo, sentido.
los hombres cuando le dan la mano a algún Suspiro no dijo nada. Como era perro.
diota, a algún genio o a algún loco. el pobrecito!
Algo tienen los humanos peor que los pe Cuando la mujer camino de nuevo, Susrros, y es la facultad dar la mano Por eso, cuando algún perro ha sido a.
piro no la siguió. Se quedó echado sobre la piedra ind Kerente y fría de la acera, miran.
maestrado para dar la mano, los humanos lo do como se alejaba su adorada, celebran, porque entonces se parece a ellos.
Pero aquel perro flaco sucio no había aprendido a dar la mano.
Aquel perro más parecía un niño inoCUENTOS ESPANOLES cente que un perro. Pero era demasiado fla.
co. y demasiado sucio para ser un niño, aunque Negaba un confesor la absolución a un pehaya niños más sucios que algunos perros.
nitente porque no dejaba la ocasión de una día, el perro enflaquecia más y muier con quien trataba, y viéndose apretado, le dijo: más, hasta parecer un enfermo del higado.
Suspiro, como lo llaman los chiquillos del Padre, pues vuesa paternidad gusta de barro por su languidez hambrienta y su esto y me lo manda, dejemos esta mujer y lo cia, no se podía curar ya nunca más. el memos otra.
lo sabía, porque miraba con una mirada que más parecia de Cristo que de perro.
Llevaban a ahorcar, por ladrón, a un mo.
En todas las especies de animales, hay zuelo. Salió su madre llorando, y abrazada con profetas y redentores. Yo me imagino que el dijole: aquel perro largo, flaco y sucio, fué el re Hijo mío, si de esta vez no escarmientas dentor inédito de los perros, pero que los de no dejarás en toda tu vida esta mala costummás perros no le hicieron caso. Tal vez el bre de hurtar.
no les prometía un mundo mejor!
Además, Suspiro era un perro flaco y su Don Diego del Alcázar. señor de Collera.
cio, y feo. y los perros, como los hombres. contaba que había cenado mucho. Dijole uno: sólo siguen a los redentores de presencia a Mal hace vuesa merced en cenar tanto, atrayente, de cuerpo limpio por el agua, pe. porque al día siguiente amanecerá sin ganas ro sucio por los placeres, y de cerebro anormal, pero sin genialidad. Suspiro, era un Respondió: perro genial.
Señor, por mucho que cene, es cosa cierMuy escasos redentores, y ha habido mu ta que al día siguiente he de amanecer en achos han sido genios.
yunas.
Pero sólo por breves segundos, porque después lanzó una carcajada, tan humana y tan sincera que me conmovió hondamente.
Seguro aquel perro se reía de sí mismo. tal vez de mí. aquella carcajada no terminaba, era algo así como una hipoteca a largo plazo, era tan larga aquella carcajada, que yo llegué a pensar que era la hipoteca de risa a largo plazo que le habían legado sus ascendien tes.
Suspiro ahora sí que lo parecía. Se retor.
cia sobre sí mismo, dando vueltas asombro.
sas, que de haberlas dado en el redondel de un circo, o en una cámara parlamentaria, se hublera ganado una ovación inmensa.
Afortunadamente para Suspiro, aquellas vueltas las daba sobre la piedra húmeda de una acera angosta.
La flacura sucia de Suspiro temblaba acor.
de toda con aquella carcajada interminable.
Nadie se fijaba en el perro.
Por un momento, llegué a pensar que a quella mujer, al darle el beso al perro, po.
seía una bella alma de perro. Pero me e.
quivoqué. Además, me he equivocado muchas veces en la vida.
Esa mujer no podría llegar a tener nunca un alma de perro Cuando oyó la carcajada de Suspiro, vol.
vió la cabeza y sonrió. Le envió un beso con la punta de los dedos, y se alejó. acentuando el balanceo de las caderas. Acababa de ver al hombre que le gustaba. delante de mí, y delante de las demás personas, se acercó al hombre que se acerca ba, y le ó un beso largo, sentido.
El hombre dijo muchas cosas. Como era hombre, el pobrecito! aquellos labios bellos, que habían besado al perro, tal vez con sinceridad, besaron al hombre, tal vez con maldad.
Las demás personas, si se fijaron en esescena. Siempre llama la atención de los humanos la acción que se puede criticar, que se acostumbra criticar con acritud, porque es la acción que más se desea hacer.
Suspiro, aún así, no dijo nada. Ya he dicho que era perro.
Pero su carcajada adquirió ndatices más violentos y su pobre cuerpo flaco y sucio, sonaba, sonaba. como si los huesos se fue.
ran desprendiendo lentamente, muy lentamen te, de la carne.
Suspiro duró diez minutos más riéndose.
Después, su boca adquirió una posición exy lanzando su última gran carcajada, carcajada de perro con alma de hombre.
quedó rígido, con la rigidez de los cadáve res humanos.
Suspiro estaba muerto. Yo lo puedo asegurar. Se había muerto de risa.
Si hubiera sido un hombre, el médico, con la ignorancia característica de la mavoría de los médicos, hubiera dicho, en tono solemne y muy despacio, como para oírse e!
mismo: Falleció de un ataque cardiaco o de apoplejia, o de cualquier otra estupidez de esas.
Pero Suspiro sólo era un pobre perro ge.
nial, y por desgracia mayor, flaco y sucio Por eso, Suspiro se había muerto de risa.
Después de esto, he pensado muchas ve cez si la Naturaleza, con un sentido irónico que no le conocía, deposito en el cuerpo de los perros el alma de los hombres!
ta traña cada de comer.
La noche, ese gran laboratorio de belleza en el cual se rizan permanente los árboles, se balanceaba lentamente!