REPERTORIO AMERICANO 349 ¡Qué feliz! Pero es suicida de su bueno, de su bello, de su real, de su oasis divino que la eleva sobre el orbe material.
y sus albores de lirio con la luna se confunden. ah su amador el voluble. la novia, toda ella leche y debilidad de tules, sus manos, nidos de amores, como dos palomas luce.
Siempre, siempre. Con centrifugas canciones de su vida de colores, de música y de cristal, para callar de su adentro las canciones.
La noche se ha desmayado sobre los montes azules y los montes se han quedado mirando, quietos, las nubes.
Barrio de La Soledad, mayo del 37.
La noche se recostaba sobre los montes azules: los montes querían subirse a la noche, por las nubes. el viento, por la arboleda, arremedaba inquietudes de corazones de rosa llorando penas azules.
Ay, la niña de una vida.
ay, su frívolo pasar.
ay, dolores no sentidos en el medio de su entraña espiritual.
Barrio de La Soledad, 37 POEMA DE LA PROSTITUTA ROMANCE DE LA NOVIA SOLA La noche se recostaba sobre los montes azules; los montes querían subirse a la noche, por las nubes.
Ya los sueños de la novia están cargados de cruces, y como inútiles cosas en un subterráneo se hunden.
Ya en quejas grises y tenues desde su adentro prorrumpe. Por qué no llegó hasta ella aquel que le enciende en luces su claro cuerpo de virgen todo de leche y virtudes?
La pobre vendedora de caricias.
Su carne de mercado.
Tienes los ojos con un cerco lila y el alma hecha pedazos.
La paradójica amante sin amor.
Su cuerpo descentrado.
Lo mejor que tienes tú. Tus ansias maternales, en vano.
Eres de todo el mundo que te compra. pasas por sus manos.
Pero no obstante eso, desgraciada, tu regazo está intacto.
Porque el regazo de todas las mujeres tiene algo que es sagrado: es su deber y su derecho eternos al goce delicado de unas manitas débiles y dulces.
Pero eso, tu regazo no lo ha sentido en sus desvelos frios, sino algo muy amargo. mirando por la reja, la novia, languida y dulce, aguardando al que la enciende en rojas y tibias luces.
Pasan las horas, las horas.
Los sueños bajan y suben.
La noche se recostaba sobre los montes azules; los montes querían subirse a la noche, por las nubes.
La noche se recostaba sobre los montes azules; los montes querían subirse a la noche, por las nubes. la luna iba regando claros montones de lumbre.
No vino el amante ingrato a beber sus labios dulces.
No quiso venir, no vino. ah su amador el voluble! La pobre vendedora de caricias, Su carne de mercado.
Tienes los ojos con un cerco lila y el alma hecha pedazos. mirando por la reja, Su existencia blanca y tierna por los frescos suelos huye LAS HORAS INTIMAS Son horas cargadas de belleza triste.
Horas de recuento, horas de recuento.
Horas que calculan el haber y el debe.
En las que se busca cuál es la medida y cuál es el peso de las experiencias que se han clavado y marcado en el alma, con un sello intenso.
Son horas cargadas de belleza triste.
Horas que palpitan de emoción tranquila y de sentimiento Todo se va estando callado en el hueco de las grandes sombras. Todo como quieto.
Un reloj suspira su eterna y monótona marcha que sigue y persigue la marcha del tiempo, y esa su incansable y cansada voz parece volverse más grave, más grave, cada otro momento Tinieblas en torno de la escena muda cada vez afirman más su imperio en negro, y abriéndose paso por los cortinajes que desde lo alto se precipitan hasta el suelo, unas luces pálidas y como en desmayo.
dán la sensación de un postrer lamento.
Sólo, allá, en el fondo de la sala grande donde se enmarañan los cariños viejos, que unen lo ido, lo huido, con cada presente, una clara lámpara inunda en reflejos la imagen de un Cristo que tiene en la cruz sus largos brazos blandamente abiertos. en cuanto la noche negra más se riega, y en cuanto el dia se siente más muerto, cada vez más muerto, la imagen tan buena y sencilla del hombre clavado en madera sobre los destinos humanos inicia un descenso. esas oraciones que amarran las almas. Tienen como música.
Tienen como flores. Tienen como besos.
Ah, Señor, Señor, tú que estás callado y viéndome siempre con ese silencio y con esa mirada que a veces te entiendo, tú que tienes los brazos largos blandamente abiertos, blandamente abiertos, a este pecador que se ha conocido y reconocido, dále de la luz de tu sentimiento de amor y perdones, de amor y perdones, que por siempre alumbra y calienta en tu pecho.
Barrio de La Soledad, abril 23 del 37.
PLATON SU DOCTRINA entonces, de súbito, los cuatro rincones de la sala grande rompen su aislamiento, y una cinta larga, hecha de oraciones, sujeta en fuerte nudo todos los pensamientos.
lo cierto es que Platón representa el más alto tipo de la civi.
lización griega. Estudiar su doctrina, equivale a una resurrección del alma helénica en su máxima expansión humana; y hasta la empresa del filósofo, llevada a cabo como una reacción intelectual de filosofia, de ética, de belleza, cuando la decadencia de Atenas comenzaba en el rebajamiento del mercantilismo y de la corrupción materialista, realza con un tono de heroica serenidad el encanto de sus páginas inmortales.
Los Diálogos crearon propiamente el estilo griego como cualidad de raza. del propio modo que los desconocidos arquitectos del primitivo templo dórico; y el Timeo formuló la más alta enseñanza de la mente griega, erigiendo al socrático de aquellos tratados, en un igual de los espiritus más altos que hayan honrado la especie. De Lugones, en su libro Prometeo (Un proscripto del Sol. Buenos Aires. 1910. todo es más grave, más grave, más grave, y como más lento. el poco de ideas y de sentimientos, raudos, se disparan hacia lo profundo, hacia lo de adentro, hacia el plano subterráneo de las almas donde viven encerrados los más intimos secretos.