182 REPERTORIO AMERICANO Sonetos (En Rep. Amer. EL HALLAZGO INCORRUPTA ¿En qué recodo de mi errar sin tino haré el hallazgo primordial? Lo ignoro, pero me acerco al intimo tesoro al salvar cada palmo del camino.
En no existente cabezal reclino la sien, y sueño el ritmo seda y orocon que dotar al apolíneo coro de otra voz y otro numen diamantino.
Lo he de exhalar cuando en tu seno pose mi cabeza rendida, de tu mano de amiga del silencio al leve roce.
En tanto (quizá próximo. lejano. para mi goce y el dolor del goce sé que abre un lirio en el jardín humano.
Salto, Uruguay.
Acaso es nada el tiempo y sin acaso pues corre destructor, y no se lleva ni la movilidad que te renueva, ni el vivo amor que es nervio de tu paso.
Borra, sí, borra el impreciso trazo: la efigie vaga extinguese a su prueba; mas el dolor acerbo sobrelleva de no abatir lo que no tiene ocaso.
No, no es el tiempo todopoderoso.
Hay lo que no ha de arder nunca en su llama.
Existe lo que escapa a su fiereza.
Inmune a su zarpazo silencioso porque la Eternidad la escoge y ama, resplandece incorrupta la belleza.
Julio GARET MAS. Celos de todo. Si se peinaba, porque.
porque él la quería lo mismo sin peinar y seguro era que esperaba que otro la viniera a ver.
Si se iba al río a lavar, no era por necesidad de hacerlo, sino para verse con alguien. Le escondió los zapatos para que no pudiera andar por la maleza y la martirizaba continuamente con palabras duras y a voces destempladas. ella se dejaba. Ella no hacía más que llorar y asegurarle que sólo a él quería. En realidad lo amaba, pero le estaba cogiendo miedo. Por qué me decía por qué será, mamita, que sólo ve traición y engaño? Fijese que anoche me despertó tres veces para preguntarme que quién había venido a verme mientras él no estaba. Por más que le aseguré que nadie, no logré convencerlo, y me dijo que lo iba a atisbar para matarlo. a mí me da mucho miedo, mama. veces quisiera como salir corriendo y no saber más de él. Callate, hijita! Vení, recemos. nos arrodillábamos a pedirle a Dios que le quitara esas ideas de la mente, que lo hiciera ver claro.
Allá un día lo vi cuando volvía del monte. Parecía cansado. Caminaba despacio, la cutacha colgada a la cintura, la alforja con los restos del almuerzo y la botella vacía del cafá al hombro. Miraba al suelo con fijeza como buscando algo. ratos se detenía, y como enfurecido empuñaba el cuchillo y hacía saltar piedrecillas y yerbas del camino. Mi pobre hija se me arrimo temblando. Mama: ahora le ha dado por ver huellas de hombres que vienen a verme. Ya no puede más, mamá. mi hijito, mi pobre hijito, se me va a morir. corrió a esconderse, para que no la viera llorosa al entrar. Pero cosa rara, no alzó a ver a nadie. Entró callado, con los ojos bajos. Se sentó en un rincón de la cocina. Yo, haciendo que hacía, lo miraba de reojo, pidiéndole a Dios que no fuera a hacer una tontería. Vi que a escondidas sacó un envoltorio de la alforja y se fué para el cuarto.
Esa noche no dormí, rezando y rezando, llena de presentimientos y muerta de miedo. Al día siguiente, se fue muy temprano, sin tomar café y sin almuerzo. No llevas almuerzo. Vas a venir, entences. No. No necesito su almuerzo. Déselo a su. Así le dijo. Imagínese usted. la mártir de mi hija. Qué horror! Pero ese hombre no estaba en sus cabales. qué pasó. Ay, por Dios. No se puede usted imaginar el susto tan grande que pasamos cuando abrimos el paquete aquel que trajo en la alforja, y que dejó escondido debajo de la almohada. Todavía me pongo helada cuando me acuerdo. Viera qué puñal más enorme y más puntiagudo. iJesús. dijo la otra persignándose. Huyamos, mama.
nerviosa ya de sólo oír el cuento. Corra, corra. Manuela me miró con ojos de espanto, Sólo eso atinábamos a decir, entre jadeo y sin decir palabra lo tomó en sus manos, con y jadeo, cruzando el bosque. El rancho se todo y el pañuelo que lo cubría, corrió hasta quedó perdido entre los últimos destellos de el río, y lo tiró en la poza.
aquel sol tan rojo que todo lo pintaba de Hijita. y si se enoja?
sangre. si me mata. Corramos, corramos. Ya se ve el pueEl terror me paralizó. Era la idea que blo. Ya.
me atormentaba desde unos días atrás: si la Manuela le dió el anillo de matrimonio a mataba. Si la mataba.
un chofer, y esa misma noche llegamos a San En silencio regresamos al rancho. Las ho José. Mi nieto nació en el Hospital.
ras transcurrieron lentas, torturantes. Era un. él?
atardecer de verano. El sol tenía los campos. El? Ab. después supimos el por qué de rojo y cantaban las chicharras. Yo estaba se volvió loco. sabe? La mamá hizo todo lo en la puerta escogiendo unos frijoles y rezan que él creía que Manuela era capaz de hacer.
do. De pronto vi a mis pies una sombra, y ¿Ah, sí. Cómo sufriría el pobre!
lancé un grito. Era él. Cómo sufrimos todos por esa mala mu ¡Callese. me dijo en voz baja, sibi jer.
lante Si usted se mete en algo la mato. Pa. se curó?
recía enfermo. Estaba pálido, perfilado. Gran. Después de aquella tarde, nadie volvió des ojeras moradas le sombreaban los ojos, que a saber de él. Unos peones se encontraron un le brillaban hasta dar miedo.
día su machete, muy lejos, muy lejos del ran Pero hijo, usted está enfermo. Por eso cho, y unas huellas de sangre, y unas huellas vino temprano, verdad? Venga, para que tome de tigre.
algo caliente. Sea por Dios. mí no me da usted nada, vieja bru. Sea por Dios. Ay, mire, si ya es de noja. no se meta conmigo, porque la mato. che! Oyéndola hablar a usted me olvidé del De un empujón me hizo a un lado, y entró tiempo. Ya me voy. En casa deben estar penfurioso al rancho. Como un torbellino entró sando. Mire, doñita: está parpadeando mucho al cuarto, a buscar lo que dejara bajo la al esa vela de la Virgen. Póngale aceite para que mohada.
arda parejo y le traiga suerte. Hasta otro día. Dónde está. gritaba mientras tira adiós.
ba trapos y objetos en todas direcciones.
La abuela salió con ella hasta el corredor. Dónde está, qué me lo hiciste? Perra, por el niño dormido en brazos. En los cielos la qué registrás mis cosas? Yo vine a matarte, sonrisa de una luna nueva bendice la paz de mala mujer. Dámelo para partirte ese corazón que ahora goza.
que no es mío. buscaba, volcando los cuatro bancos y la mesa. Las dos nos quedamos En San José de Costa Rica. 1950.
mudas, espantadas, inmóviles al otro lado del fogón. Dejó de buscar y se paró frente a nosotras. Nunca olvidaré la mirada de esos ojos. Qué horror! Enrojecidos, inhumanos, como Si quiere suscribirse al de animal salvaje. Repertorio Americano Me escondieron el puñal. Pero ahora diríjase a voy al campo por mi machete. Vieja mala, yo la traje para que cuidara a su hija, y no FAXON CO para. salió hacia el monte.
Subscription Agents Sentí como tenaza la mano de Manuela 83 91 Francis Str.
que me cogía de un brazo. Huyamos, mama. Huyamos. Ya. Antes Back Bay de que vuelva.
Boston, Mas. Sí, corra, corra, hijita. Sálvese, salve mi nieto. Corra.
Dr. García Carrillo CARDIOLOGIA (Radioscopía y Electrocardiografía. METABOLISMO, VENAS VARICOSAS.
Sus teléfonos: 1254 4328 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica