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REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANA Tomo XLVII San José, Costa Rica 1951 Domingo 15 de Julio NO Año XXXI No. 1128 El Segundo CONGRESO de la PAZ Colaboración de Juan MARINELLO Los enemigos de los pueblos, los provocadores de la guerra, se han encargado, con su conspiración de estorbos y silencios, de señalar el significado trascendente del Segundo Congreso Mundial de Partidarios de la Paz. pesar de la obra de los guerreristas y quizá si por ella misma, la reunión de Varsovia ha sido una jornada decisiva en la lucha por el más alto objetivo de los pueblos: el aseguramiento de la paz.
El gobierno de Washington dictó al de Inglaterra la norma antidemocrática y las más altas figuras de la humanidad fueron impedidas de llegar a Sheffield. Los que arribaron a las playas de la Gran Bretaña fueron tratados como delincuentes. El Con.
greso se trasladó a la capital de Polonia.
Los guerreristas hacían patente así su, impaciencia y su ira. La democracia que de cían encarnar quedó maltrecha y los pue.
blos del mundo comprobaron hasta donde llegan los interesados en desencadenar una guerra universal de inmedible monstruosidad. BAIXENCE En un receso del Congreso Mundial de la Paz, efectuado en Varsovia, cambian impresiones Federico Joliot Curie, Presidente del Consejo Mundial de la Paz, y Juan Marinello, miembro de ese organismo.
Un esfuerzo casi milagroso Cuantos asistieron al Congreso Mundial de Varsovia quedaron pasmados de la capacidad constructiva y organizadora del gobierno y del pueblo polaco. En sólo tres días se dispuso todo lo concerniente al Congreso. En ese breve tiempo se preparo un local en que habían de trabajar holgadamente dos mil sesenta y cinco personas con servicio de traducción en nueve idiomas, oficinas de radio, prensa, cable, restaurant, salas para comisiones y servicios técnicos numerosos. Esos 2065 huéspedes llegaban a una ciudad en plena y asombrosa resurrección, pero todavía herida por la devastación más horrenda de la historia. no faltaron a los visitantes ni alojamiento cómodo, ni comida excelente, ni automó.
viles, ni traductores capaces. las sesiones del Congreso siguieron todos los días espectáculos de una calidad que no se conoce por el occidente europeo; las ricas tradiciones teatrales y musicales de Polonia se hermanaron a las excelencias insuperables de los conjuntos de ballet que, en homenaje a los congresistas, envió la Unión Soviética.
Una nota singular distinguió al Congreso de Varsovia: la inseparable, cálida y desbordante adhesión popular. La sintieron los delegados desde su salida de Praga.
Mientras el tren atravesaba los campos de Polonia, todavía marcados por la huella de la última guerra, iba creciendo el entusiasmo del pueblo. Al paso del tren se agolpaban las multitudes en campos, aldeas y ciudades. En las estaciones formaban, respaldados por bandas magníficas o coros impecables, los sindicatos, las mujeres, las juventudes y los escolares. Era como una ola de fuerza sospechada, pero inmedible, que crecía hasta desbordarse, en la recepción grandiosa de Varsovia. esa adhe.
sión del pueblo acompañó el Congreso dia a día, noche a noche, minuto a minuto.
No importaba que los trabajos terminaran, como sucedió con frecuencia, rayando el alba. Al salir los delegados las multitudes esperaban a pie firme bajo la lluvia y con fría temperatura bajo cero casi siem.
pre. para elevar su alegre grito unáni.
me: pocúi, pocúi, pocúi: paz, paz, paz.
Todos los delegados, no importa el partido o la religión, expresaron su asombro ante la emoción y la eficacia con que la tierra de Chopin acunó el histórico Congreso.
rra y la libertad de Polonia? nadie se quebrantó el albedrío ni se le vigilo la expresión en Varsovia. Las palabras de un polaco ilustre, el profesor Infeld, quedaron comprobadas: En efecto, existe una cortina de hierro, pero no aquélla de que me hablaron. La verdadera cortina está hecha de un material más resistente que el hierro: de los prejuicios y del odio de las gentes de mala voluntad; pero aquí, entre nosotros, entre los delegados de Oriente y Occidente, no hay cortina de hie.
rro. Nuestras opiniones sobre las formas de gobierno pueden discrepar, pero tales diferencias no son esenciales en compara.
ción con todo lo que nos une.
El debate no sólo fué libérrimo sino también amplísimo. Intervinieron ciento veinte oradores de ochenta y un países.
Los hubo que, como el delegado estadouni.
dense Rogge, acudieron con el propósito deliberado de provocar cisma y fracaso; recibieron su merecido, sin que por ello Libertad y amplitud Los que creen en la maligna patraña de la cortina de hierro debían haber presenciado las sesiones del Congreso de Varsovia. Puede, honradamente, establecerse comparación entre la libertad de Inglate Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica