200 REPERTORIO AMERICANO Mark Twain o la verdad en escorzo Por SANIN CANO De El Tiempo. Bogotá. 1º. de diciembre de 1985 al mismo Hea Parece que Mark Twain (Dibujo de Carroll Backwith. 1890)
Mark Twain nació en noviembre de 1835.
Según sus mismas indiscreciones con el nació el mismo día a la misma hora un herma rito de tal parecido con el primogénito que su misma madre no lograba diferenciarlos sino por medio de señales puestas con ese Según Mark Twain esa semejanza in descifrable terció sobre la casa paterna una sombra de misterio y fué causa tiempo del carácter elusivo, de la actitud de reserva del gran humorista ante los hombres y ante la vida toda. Mark Twain y su hermano, ha dicho.
mismo autor a quien nos referimos, crecieron y las semejanzas entre ios dos se acentuaban por días para confusión de propios y extraños. Cuando empezaron caminar, antes de adquirir el uso de la palabra, salieron juntos sin que la nodriza se diera cuenta de su ausencia, y fueron a dar al borde de una alberca. Uno de los niños cayó inopinadamente en las aguas de la piscina, donde perdió la vida ahogado, y añad. Mark Twin que para su horror y desdicha nunca se pudo fijar la personalidad del aho.
gado: el célebre humorista llegó a la tumba sin saber si el ahogado había sido Mark Twain mismo o su hermanito.
Esta anécdota acaso explique las cualida des salientes de la obra literaria de Mark Twain. No estando seguro de su propia personalidad su actitud ante el mundo habia de ser una de profunda y estudiada reserva, co.
mo de quien espera que de un momento a otro se prezente la persona que haya de descifrarle el enigma de su existencia. Por esta razón no pudo nunca mirar el mundo en reio creyéndose él sin poderlo evitar una posible mistificación. De aqui arranca sin du da su actitud ante la mentira. Para el esta forma de verter y de ocultar el pensamiento estava justificada por las condiciones generales de la vida y por lo ambiguo de su pro.
pia existencia. La mentira es en gentes saLas el resultado de una incapacidad para hacer coincidir los hechos con las palabras. Es una flaqueza de frecuente ocurrencia en sonas, por otra parte, de una conciencia rigi da y exigente. Entre lo visto y lo narrado hay siempre un diferencia no sólo de grado sino de esencia. El órgano visual recibe impresiones para cuya reproducción resulta in competente o desleal la palabra humana, por Gue las funciones del aparato visual no son del mismo género que el hablar o el escribir. La palabra, el lenguaje, por su propia naturaleza es un procedimiento de simplifi cación, en muchos casos de eliminación. No pudiendo la palabra reproducir todos los matices y detalles de lo visto, el discurso, la frase se limitan a reproducir apenas una parte, con el ánimo de que sea lo principal, entre lo observado. Pero en el paso de la observación a la descripción hay una serie de eliminaciones que tiñen con la personalidad del observador los sucesos narrados. De esta incapacidad de la organización cerebral del hombre nace la mentira involuntaria.
Cuando dos personas de buena voluntad narran un mismo suceso observado por ellas, las eliminaciones evidentes de lado y lado mueven a suponer intención de ocultar la verdad o desfigurarla y aqui empieza la sospecha de que una voluntad mentirosa intervenga en la eliminación de detalles más o neral, por el sentido general de la vida de su pais. Se dice ordinariamente que el saxoamericano es el hombre práctico en estre.
cho contacto con la realidad. No hay soñacores iguales a aquellos hombres. Su sentido de lo impráctico los ha llevado a conquistar la realidad. Sus aspiraciones tienden a lo absurdo, a lo desproporcionado, a la realización de lo irreal. Levantan edificios de cien.
to cincuenta pisos, para irse a vivir cuarenta kilómetros del edifcio y despoblar la ciudad. Inventan una velocidad ferroviaria de cien millas por hora y enganchan a las locomotoras ca:ros perfectamente construidos para experimentar, mientras viajan en ellos, la sensación de que están en su propia casa, de pantuflas, leyendo el diario matinal.
Publican diarios de doscientas páginas que nadie puele leer y que no leen en efecto. Con.
vierten el libro en película de cine; el diario politico en audición de radio, las medicinas er alimento y viceversa, el matrimonio en una serie de ensayos cómicos o ultrasentimentales. Creen en Dios con cierta agresividad y y adoran el oro; dan la ley de prohibición acerca de las bebidas alcohólicas para hacer más apetitoso y más refinado el uso de ellas.
la mentira estuviera en las bases psicológicas de esa comunidad, de esa mara.
villosa conciliación de todas las contrarias.
En ese medio naturalmente había de prosperar con mucho rumbo, aunque con suma distinción lo que sus tios del otro lado del Atlán.
tico han llamado el sentido del humor, aunque en manifestaciones un tanto burdas y a veces elementales. El humor tiene en su base una aspiración a decir la mentira en forde sutileza y reserva que no lo pa.
rezca, representando un lenguaje correcto y de una seriedad musulmana las cosas grotescas, o al revés poniendo en solfa con mucho desenfado y en formas burlescas los asuntos nás serios. Esto no es el humor fundamental, el grande humor de Sócrates, de Ssakespeare, de Cervantes, descrito por Hoeffding en una de sus obras más significativas.
El humor saxoamericano es una de las formas en que el espíritu humano muestra sus complacencias en ejercitar el arte de la mentira Acaso en esto estriba la popularidad de la obra de Mark Twain entre sus concjudacanos. Algunos han querido dar la ecuación del procedimiento literario en Mark Twain diciendo que es el uso y el abuso de la exageración. Si, el autor de Huckleberry Tind de Innocents abroad exagera frecuente y a veces fatigosamente; pero muy a menudo restringe y desconcierta. El procedimien.
to es el de dar idea de la realidad por medio de la mentira. Es la conciencia general de su país que habla por su pluma. Jorge Washington, dire en un articulo sobre el li.
bertador de las colonias inglesas, fué el mecor de nueve niños. Ocho de esos niños fue.
ron hijos de los tios de Washington. Este, srande en todo, tuvo ocho primos y, además, no tuvo hermanos. Citado por Carlos Pereira. Aqui no hay exageración sino por el contrario una obra de eliminación por los caminos del fraude. De igual modo dicen algunos profesores de psicologia comparada que el antioqueño basa sus gracejos en la mera exageración o el contraste. veces (Pasa a la pág. 207)
mas tales de menos importantes. El hombre muchas veces se miente a si mismo tratando de expresar su pensamiento. Una bella idea, un concepto feraz iluminan de repente las COmarcas menos trajinadas de su cerebro. Medita, compara, sustituye, ordena, no se atre.
Ve a adornar, y con la hermosa estructura de la imaginación emprende la tarea de verterla en palabras. En cuanto va a buscar las que necesita para su empeño la idea empieza a esquivar sus atractivos como una criatura casquivana. Cuando comparamos lo hablado o lo escrito con lo pensado no po demos evitar la conclusión de que nos he.
mos engañado a nosotros mismos. Por eso dijo un escritor francés de lealtad inflexible con su inteligencia: Abrimos los labios y por ellos se escapa contra nuestra voluntad la mentira de nuestro pensamiento. Es.
ta es la mentira fatal, orgánica, involuntaria en cuyas redes vive el hombre por el régimen doble a a que están sometidos el pensa miento y la palabra. Si la expresión fuese un procedimiento como el de la máquina fo.
tográfica y ésta reproduje e a más de los contornos y las sombras, el color los relieves como en un espectroscopio, la mentira no existiria seguramente sino con carácter voluntario. La mentira dejaria de ser una obra de arte o a lo sumo seria un arte inferior, subalterno y de fácil aprendizajes como es la fotografia ante el dibujo y la pintura.
Pero la mentira voluntaria ha venido a convertirse en una serie variadísima de artes del encanto: la poesia, la pintura, la novu, drama, la declamación y la mimica. La obra de Mark Twain es la sublimación vn luntaria, sistemática y ética de la mentira.
El es un convencido de la significación cul.
tural de este producto de la mente humann En esto, Mark Twain obedecia, se dejaba conducir por el instinto, por la conciencia geper