REPERTORIO AMERICANO (Viene de la pág. siguiente)
unidad hispanoamericana, tan propalada en los discursos, insistir en aquel hispanoamericanismo a lo Bolívar que para la gran obra de conciencia continental que creara, jamás pensó que Unanue era peruano, ni Olmedo guayaquileño, ni Zea neo granadino, ni Gual venezolano?
plejo colonial que malogra el destino el esfuerzo de toda la América Hispana.
Si no superamos en un plan más amplio csta angosta política del cantón, habremos de permanecer como a la zaga de la Historia; demasiado débiles y pequeños para marcar nuestr impronta en los sucesos, arrastrados como los dispersos asteroides de una constelación rota, en el torbellino de una vida mundial en que nada podremos decir y nada podremos decidir.
Cuidado, si este pequeño nacionalismo político, económico y cultural en que nos estamos amurallando, no es la peor forma de un comlas Novelas Ejemplares Recreo sobre Por Alfredo CARDONA PEÑA (En el Rep. Amer. Con fiesta de la novela grande, que es ir palabrejas de cobre y razones de barro. Los la hija mayor y más bella, las hermanas peque sobresaltos que sufrí del guardia, y los no mefias se han quedado a la vera del baile, sospe nores sustos de la Santa Hermandad, relatados chando envidiosas los galanteos del erudito, y quedan en este libro de notas que me dictaron no ha faltado quien diga, mirándolas sin pre Rincón y Cortado, dos rufianillos tan apicatendiente, que todavía no están casaderas. Pe rados como simpáticos. Ay, bijas, no es cosa ro sucede que las doce doncellas conocen del de estarse toda la vida oyendo blanduras! Tammundo tanto como su hermana, y aún más, bién existe riqueza pobre, y experiencias forsi se las sabe escuchar y entender, pues ellas, talecen alcurnias.
que tuvieron la mala fortuna de nacer después, La cuarta damisela, de nombre Isabel, todiéronse prisa en igualar condiciones. Así, una mó alientos y dijo: noche de las calurosas de junio, sin ser vistas. Entre los despojos que los ingleses llede nadie que no fuera el firmamento, salieron varon de la ciudad de Cádiz, Clotaldo, un ca.
del castillo a contemplar la vida.
ballero inglés, capitán de una escuadra de naAquí las tenemos de vuelta, un poco son víos, me llevó a Londres. Su hijo, Recaredo, rojadas por las cosas que oyeron y los trances se enamoró de mí perdidamente; cuando me que presenciaron, tan hermosas como doce man presenté ante la reina pusiéronme una saya zanas; y mientras la hermana mayor, que a entera de raso verde, toda forrada de riquísiDulcinea responde, brilla con su traje de no mas perlas. pero sufrí los rigores de la enviche embobando bachilleres, suspendiendo sabios dia, y vime en estado de ingresar a un cony maravillando linajes, ellas conversan entre vento; en esto se presentó Recaredo, y entre sí, solazándose con las miradas que ya empie asombro y pepitoria de las gentes terminó la zan a caer en torno.
fábula.
Hablan, pues, estas doce galanuras de don Leocadia, que así se llamaba la cuarta moMiguel Cervantes, y comentan los incidentes de za, muy grave y reposada dijo: la escapada. Mi cuento es tan español como la fuer Yo, dijo Preciosa, hice amistad con los za de la sangre; es bueno dejarlo en el silencio gitanos, gentes que como sabéis son señores que se debe a los acontecimientos profundos, de los sembrados, de las selvas, de los ríos y ro sin antes decir que el destino es el supremo de los montes. Las cosas que me acontecieron iar dinero de nuestras almas.
no son para referir en tres palabras. Baste saber Leonora, la quinta hija de don Miguel, se que me hice docta en toda clase de decires, y teía y trenzaba las manos: que nadie me hizo sombra en lo tocante a reci. Ay, hermanas, qué cosas suceden en tar coplas, seguidillas y zarabandas, especial la viña del Señor! Figuraos desposar con un mente romances, que los aprendi con sin igual celoso extremeño, burlar sus paredes, escuchar donaire. Nadie humilló mi honestidad, nadie las mieles de un galán, no llegar a más, mopuso un dedo sobre mis trenzas. De plata, de rirse el viejo y beredar amante y tesoros; todo oro y de carbunclo me dijeron que era, y de sin pizca de deshonestidad, como aventura que regreso quiso el aire agarrarme y hacerme su a todos agrada y a nadie ofende. y volvió ya. Corre, Preciosa, corre. oí que me decía a reir, a trenzar las manos y a ponerse coloFederico, un gitano legítimo, con los ojos de rada como el clavel de los toros.
aceituna y la voz huracanada. Yo corrí y aquí Constancia, Teodosia, Cornelia la enveme tenéis.
nenadora de membrillos, que hizo orate al liHabló la segunda, llamada Leonisa: cenciado Tomás Rodaja, alias Vidriera, con Grande cosa me ocurrió; estando en taron a su tiempo sus correspondientes expeun jardín riñeron por mi belleza dos aman riencias. Quién, vivió de incógnito en una ventes; Ricardo se llamaba el uno, Cornelio el ta e hizo ilustre el colegio de las fregonas; otro; desmayéme, huyeron todos, y aprove quién, disfrazada de mancebo, enredo sucesos chando el río revuelto aparecieron cerca de y voluntades; quién, llevada del ardor de la veinte turcos. Fuí robada por ellos, y lo mis sangre moza, fué personaje de líos ejemplares; mo sucedió a mi galán. Los incidentes y amar y hasta no faltó una que escuchase, vestida de guras del cautiverio, quédense para otra oca enfermera en la sala de un hospital, el nunca sión; sólo puedo deciros que fuí causa de oído diálogo entre Cipión y Berganza, dos amor, que me lloraron y tañeron como muer perros filósofos que inmortalizaron el mundo ta, y que al final todo ocurrió para bien, que irracional.
dando en los brazos de mi amante liberal.
Mas el padre de las niñas, apercibido de La tercera niña habló en su turno, son la fuga, las llamó al orden y para que no volriendo con ingenua malicia: ieran a escapar les dió por esposo a los doce. Gustándome mucho las aventuras de nombres de la fama.
la farsa, farsanta me hice; mudé ropa por ropilla, pintéme la cara con la hez del vino, y vine a parar entre gentecilla de puñal. Allí fué México, Agosto de 1947.
filosofia, pueden enfadar su independencia, pero al menos procuran un objetivo para sus inmediatos ataques. Algunos de ellos se mueven fuera de las universidades atándose a tal o cual fragmento político, a tal o cual escuela de crítica, y sin embargo tienen la satisfacción de su tradición académica, que sirve para abrir los ojos a algunos estudiantes, lo que para ellos es suficiente recompensa.
El provincialismo se instala ahora sobre el Nueva York intelectual. El mundo de la cultura americana, según él, es la cultura de Nueva York. Su recorrido, como la televisión, llega hasta Bucks County, en una dirección, y por la otra hasta Westchester, Como en la televisión, puede ver lo que sucede en otras capitales culturales, las palabras y las imágenes. Lo que sucede interiormente lo sabe mal por el principio. Sus recuerdos son Iowa, Missouri y Kansas y la atmósfera filistea en la cual ha vuelto a leer y que ahora trata de huír.
La cultura sin orígenes urbanos le importa poco, aunque siempre le incomoda la cultura de la capital en que ba buscado refugio. Simone de Beauvoir ya lo había anotado. Al informar sobre su visita a Nueva York, a donde llegó llena de entusiasmo, un grupo de intelectuales le dijo enfáticamente en una fiesta que le ofrecieron, que allí no había nada que valiera la pena de ser visto.
Esta capitulación de los filisteos en cuanto a la belleza, es prueba de derrota, de rendición incondicional. Pero los intelectuales que toman su cultura con más entusiasmo que Sartre, después de todo no son sino un pequeño grupo, una reducida minoría. cómo pudiera ser de otra manera? Según su punto de vista, pueden mantener encendida la antorcha de la cultura, protegerla de los vientos del filisteísmo y de la lluvia del oro. Pero podrán también apagarla por falta de aire.
Han llevado la educación al Teachers College. la política a los antiguos miembros del New Deal, el arte a la compañía Pepsi Cola, y la literatura a los Clubs de Libros, y aceptan que son inexpugnables fortalezas filisteas.
Están vencidos, creo, porque actúan como si fuesen intelectuales europeos, con todas Jas tradiciones de la clase intelectual tras ellos.
Nuestra sociedad no es como la europea y los intelectuales no podrán lograr que una se parezca a la otra, ni operar como si fuera la misma. Nuestro filisteísmo es único fascirador, en el cual el hombre intelectual colma ruchas de las funciones críticas que el intelectual realiza en Europa. Esto no quiere decir que nuestra sociedad sea mejor, ni que sus males sean menos graves, pero nosotros no aceptamos estimulantes de las mismas fuentes.
Algún día tal vez, veremos absorbidos los requeños círculos de intelectuales que tanto abundan en Nueva York. Tampoco quiero sugerir que las funciones vigorosas de las mordaces y espinosas mentes de los intelectuales se pierdan. Quiero decir que las espinas harán correr sangre de diferentes maneras.
Si el papel del intelectual consiste en observar, criticar y definir, y en algunos casos crear, eventualmente saldrá fuera de su círculo propio para buscar aquellos lugares en que la cultura puede prosperar. Es posible que, sin mirar más allá de Brooklyn, descubra que la cultura puede progresar en los lugares en donde hay hombres independientes que no temen la extinción de la cultura, fuera del alcance de la mano cadavérica de los desilusionados provincianos que se miran a sí mismos y que andan a caza de las capitales de la cultura. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica